NUESTRA APARENTE RENDICION

Nos hicieron venir para nada

Nos hicieron venir para nada Cordelia Rizzo

Parece ya una broma gastada que les pregunten cómo van sus casos a quienes tienen años de estar viniendo al Distrito Federal desde varios estados de la república –y con sus propios recursos la mayoría- a vivir la misma dinámica institucional con la PGR y la SEIDO.  Por ello tras coincidir en sus diligencias habituales padres de familias de varios estados decidieron, ‘como el Borras’ según uno de ellos, iniciar una huelga de hambre afuera de la PGR en Reforma en días previos a la 2da Marcha de la Dignidad Nacional –la protesta anual de las madres de desaparecid@s. 

 

¿Por qué inician una huelga de hambre padres y madres de familia que han padecido ya suficiente merma en su salud? Otros han sufrido atentados, producto de su búsqueda por la verdad, a uno de ellos le acompaña un agente de la Policía Federal Preventiva como escolta. 

 

El campamento improvisado del día 2 al día 8 evidencia mucha más organización, claridad, agotamiento, pero también adherentes de la sociedad civil.  Mantas del #yosoy132 y de los presos del primero de diciembre están ahí expresando apoyo.  Hay tarimas que separan las tiendas de campaña del piso para que no se les inunden, muchas cobijas, botellas de agua, víveres, un tendedero de pañuelos que cuelgan de un extremo de la carpa a otro.  Voluntarios que están al pendiente de las madres, sobre todo de su salud.

 

El tiempo de la mañana se emplea en atender a periodistas, el de la tarde es durante el cual se sienten más cansados.  Tienen un blog, una cuenta de twitter.  Jaime Olivares Luz, padre de desaparecido, le pide a alguien que compren los periódicos para ver cómo va progresando el asunto en la prensa.

 

II

En Monterrey me conocen algunas de las familias de personas desaparecidas, pero aquí vengo a surcar otro territorio. 

 

Me había recibido un señor con libreta en mano, le pregunto “¿es usted familiar de desaparecido?“  y asiente.

 

Es Anastacio Rodríguez, huelguista y padre de Alejandro Rodríguez.  Está acompañado de Marisa Alcalá, quien se solidariza y brinda apoyo al campamento. Ella acababa de despertar.  Hay poco movimiento.  Me llevan hacia el interior y platicamos. 

 

Les cuento sobre Nuestra Aparente Rendición, y cómo la fascinación/perplejidad por el fenómeno de las redes de criminales y los asesinatos a sangre fría que primó al inicio ha ido cediendo lugar a la urgencia de contar las historias de las víctimas, quienes a su vez saben mucho más de esto que quienes hemos permanecido a salvo no logramos entender desde nuestro miedo aural.

 

Parecía vendedora a domicilio, pero me relajé cuando Atanacio me pidió que anotara mis datos en la libreta: “si se solidariza con nosotros usted es importante”.  Les dije que efectivamente much@s estamos al pendiente de lo que pasa en el campamento. 

 

Como salvoconducto dije que conozco a varios familiares de personas desaparecidas en Nuevo León, y que estoy familiarizada con el tipo de proceso que viven.   He pasado de ser cargadora de cables y asistente de producción a relatar su historia, a lanzarle una mirada a sus vidas ahora que me vine a vivir al De Efe hace mes y medio. 

 

Casi no sé qué siento yo frente a ellos, los familiares de personas desaparecidas.  Sé que enriquecen la cartografía del sufrimiento que está embebido en la ineficacia de las instituciones del país.  Si mapeáramos el componente siniestro, malvado y cruel en la manera que se desenvuelven estos peregrinajes tendríamos un drama humano continuamente desbordante.  Quizás habrá manera de agrupar todos los detalles del modo en el que sus hijos se esfumaron del plano aparente de los vivos, porque la lógica de la agresión a ellos es la no-lógica, y la imaginación de la crueldad se vislumbra sin límites. 

 

Producir cuerpos y cadáveres es una complicación institucional que obligaría a replantear las estructuras del aparato judicial, de procuración de justicia y de nuestra misma sociedad.  Pero luego está la posibilidad de que estén viviendo otros infiernos, propios del mundo de los vivos, como el trabajo forzado, la obligada adhesión a la estructura criminal, la prostitución, la trata de personas. 

 

Cada dato y emoción de lo que cuentan, ordinariamente, reitera que hay un andamiaje de lo que Fernando Vallejo describía en La virgen de los sicarios: corrupción sobre ineficacia del que se han construido tantas instituciones del país.  Lo distinto es la fuerza y el sentido con los que ahora emerge esta putrefacción. 

 

Los padres y las madres tienen sus tesis sobre el principio que ha desatado esta crisis humanitaria de la cual son protagonistas. Decía en el campamento Jaime Olivares Luz, padre con su hijo desaparecido en Tamaulipas: este conflicto que ha derivado en la desaparición de su sangre tiene que ver con el ímpetu de obtener comodidad a través de dinero que no se gana con esfuerzo.  Así, la petición de Don Ernesto Vidal frente al Palacio de Gobierno de Nuevo León el 11 de abril que se cumplían dos años de la desaparición de Ernesto Efraín: hace falta llenarnos de lecturas para no sucumbir a la violencia inherente a la era consumista.

 

Trato de pensar en la historia de la que somos hijos ellos y yo, y de este mutante de varias cabezas y vivo que es México, con sus pueblos indígenas, con sus gentes norteñas y agringadas, con sus instituciones chuecas, también sus individuos honestos.  La genealogía del mal de éste tiempo, y el vínculo que podemos tener -o la falta de imaginación- y llegar al punto de asumir la responsabilidad que nos toca.  Esta corriente que desemboca en la historia de las crueldades y abusos de poder en América Latina.  Hace unos días sentenciaron al dictador genocida Efraín Ríos Montt y parece –o quisiéramos - que se acomodaran los ríos subterráneos de la historia.

 

III

Viene llegando Margarita López.  Llega fresca, con el pelo húmedo. Se acaba de bañar en la casa de uno de los vecinos del área que se han solidarizado con la huelga.  Le digo mi nombre y quién soy, se va Atanasio y quedamos ella y yo.  En la carpa de al lado sale Olga Reyes que apenas se está despertando. Le comento que la abracé el viernes durante la 2da Marcha de la Dignidad Nacional, pero no se acuerda. 

 

Margarita es de Lázaro Cárdenas, Michoacán.  En la conversación me relata la vida de los poblados de su estado – La Ruana, Nahuatzen, Cherán-, de la diferencia entre una policía comunitaria y un grupo de autodefensa: las policías sí son legítimas.  Sigue con la historia de cómo la Familia Michoacana comenzó como un frente contra los abusos de gobierno y cómo pronto acabó como una organización de delincuentes.  Confirma la tesis de que ninguna organización criminal se erige por sí sola, sino que siempre está bajo el amparo de empresarios y ‘gente de poder’.  Margarita se dedica al negocio de la construcción y reporta que cada vez es más difícil concursar para las obras de gobierno, por la corrupción de los alcaldes, porque a todo mundo le han llegado los delincuentes a pedirles cuota. 

 

Michoacán tan poco figura en el imaginario nacional como territorio en pena, a pesar de que la guerra se está lidiando allá con furia.  Cada madre y padre de desaparecid@ es un pequeño centro de inteligencia sobre la operación de los grupos de la delincuencia organizada, y ciertamente son maestros de los agentes del ministerio público, aún de las unidades de elite como las antisecuestros.  El mismo Murillo Karam lo reconoció ante la prensa el jueves.

 

Se envuelve la cabeza con una bufanda para no enfriarse y se pone el tapabocas.  Unos minutos más tarde nos sugerirán que nos movamos de sitio para que las madres tengan un espacio más libre de gérmenes para que no les lleguen infecciones por sus bajas defensas.  La veo como se va cansando y le pregunto por último por el caso de su hija.

 

A Yohana Baena la desaparecieron en Oaxaca hace dos años, las pesquisas indican que fue una desaparición forzada y ha arriesgado la vida en su búsqueda durante todo este tiempo.

 

La huelga la inician porque les parece una burla que les hablen del grupo especial de la Policía Federal para preguntarles por cómo van sus casos. “Deberían saber que no han avanzado” dice Margarita “tienen copia de todos nuestros expedientes”.

 

El reclamo es el resultado de una claridad apabullante: la idea de reunirse con Enrique Peña Nieto es para poner de acuerdo a las partes que están involucradas en la búsqueda para responder algunas preguntas básicas sobre su plausibilidad. 

 

Si se dijo que se buscarían a l@s desaparecid@s, ¿cómo y cuándo?  El recurso que ha designado hacienda no se ha liberado, según los familiares, y si bien se han sentido apoyados por el procurador Jesús Murillo Karam, están conscientes de que el flujo de recursos –que dependen de otras instancias- no corresponde con las promesas de los funcionarios. Palabra que el mismo Peña Nieto dio el día de la inauguración de su mandato el primero de diciembre del año pasado. 

 

(Se me viene a la mente el mensaje de texto que recibí de mi papá informándome sobre la promesa de gobierno del mandatario justo cuando estaba al interior de la Plaza Juárez guareciéndome de los disturbios…)

 

Llega Gerardo, un voluntario solidario (solidarios son las personas que apoyan la causa sin necesariamente participar de la pena de tener a un familiar desaparecido) que le trae a Margarita un bote con suero.  Ella le pregunta bromeando si es whisky, pero me asegura que no hay whisky en el campamento.  Me dice que se han sumado muchas agrupaciones civiles a la causa, muchas más que en la huelga de hambre pasada.  Gerardo me regala un jugo, de los que las madres no piensan beber.

 

Jaime no está en la huelga porque es diabético.  Una descompensación lo puede poner en una situación de peligro a su vida y él es el principal buscador de su hijo. 

 

Está aquí después de dos años ininterrumpidos de viajar semanalmente desde Veracruz a la SEIDO (SIEDO) y a la PGR, para mover las investigaciones que den con el paradero de su hijo. Sólo ha habido dos ocasiones en las cuales no pudo asistir, a finales del año pasado. 

 

Se dice, en materia de derechos humanos que la carga de la prueba no debe caer en la víctima, pero al señor le ha costado recursos propios de los cuales los del bolsillo son en los que menos piensa. Pero inevitablemente comienzan a calar cuando se suman las visitas realizadas durante los últimos dos años.   

 

IV

Se van acumulando años de impunidad y sufrimiento con cada caso del que tenemos noticia.  Parecería que 2011 fue un año especialmente terrible.  Según la literatura clásica sobre el proceso de duelo, citando a Sigmund Freud en Duelo y melancolía: son dos años los que se requieren para reorganizar el ámbito de lo vivo cuando un ser amado se ha ido.  Dos años para convencer a nuestra biología que ha partido al mundo de los muertos y que de allá no regresará.

 

Pero como cínicamente dijo hace más de una década el propio Jorge Rafael Videla, responsable de miles de desapariciones forzadas de Argentina –que dio su último aliento el viernes 17 de mayo- un desaparecido es una incógnita. El único signo o materia que apunta hacia la posible elaboración de un duelo es la incontrovertible violencia que vivieron los familiares cuando les fueron arrebatados sus hijos. 

 

La contradicción de verlos irse antes que ellos, pero tampoco los vieron irse del todo, sino desaparecer a un limbo que está plagado de insensibilidad y enclavado en un ente tan impersonal y a la vez comprensible y complejo como es la historia de violencia del país.  Un limbo que les exige hacer lo que por ley no les corresponde, lo que decenas de tratados internacionales dictan que no deben hacer porque otros están obligados a hacerlo, y sin embargo si los familiares no aportaran las pruebas que los liberen de su dolor y que les devuelvan a sus hijos, no se mueve el asunto.

 

La huelga terminó el viernes, con la promesa de Jesús Murillo Karam y Miguel Ángel Osorio Chong de crear una unidad donde se coordinen las búsquedas para que los interesados no tengan que estar yendo de institución a institución. 

 

La pregunta es si los buscadores deberán venir al DF para asegurar esa eficacia, si están tomando en cuenta de que este grupo de padres de familia tienen –aunque pocos- recursos para viajar al DF, que hay una enorme lista de familias aún sumidas en la pena, en la muerte en vida, y sin los recursos materiales y/o emocionales para hacerle frente al laberito burocrático de la búsqueda.  Jorge Verástegui, familiar de dos personas desaparecias en Coahuila, y activista y promotor de las búsquedas en Coahuila vía Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México, duda que este sea un esfuerzo sustancial.

 

En la extrañeza que me produce ver el ayuno voluntario de madres y padres que han padecido estrés de modo sostenido y una merma clara en su salud y en las de sus familias, me voy del campamento el jueves, pero vienen llegando periodistas, activistas y personas a solidarizarse.

 

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Cordelia Rizzo
  • Fecha: 19 de mayo de 2013

NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

Top Desktop version