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La muerte hormiga en La Laguna

La muerte hormiga en La Laguna El Siglo de Torreón

La comarca lagunera en el norte de México es una plasta de luces si uno llega por la carretera al irse  el sol: el sicario más viejo y huraño de aquella zona. Las calles anchas de pavimento son la noche. Mientras los gobiernos entierran en el silencio muertes, los balazos siguen.  

Hace unas semanas aprehendieron a los sicarios que andaban jugando de extras en una película que gringa de acción: granadas lanzadas desde puentes contra los retenes de las diferentes corporaciones de policías; secuestraron a 5 empleados de El Siglo de Torreón, y a algunos políticos; balas perdidas en el laberinto de la violencia. Eran todos del cártel de La Laguna. Se detuvo el espectáculo de la guerra entre los tres o cuatro cárteles que pelean por la zona, pero no los asesinatos.

Las rachas de violencia son intermitentes luego de cinco años que comenzó la disputa de esta zona conurbada y los municipios que lindan entre Durango y Coahuila, principalmente Torreón, Gómez Palacio y Lerdo. Y es que la certeza de qué cártel se encuentra en la zona es poca.  O si hay bandas criminales en gestación, como lo fue (o lo sigue siendo) el Cártel del Poniente o de La Laguna. El azar se confunde con el olor a sangre derramada en las colonias laguneras. La violencia puede estallar en cualquier momento.



La Durangueña

Conocida como un búnker por lo impenetrable, un crustáceo quebrado en un cerro: La Durangueña es un set para cintas de acción de alto presupuesto por la cantidad de armamento que se usa en las batallas que han protagonizado los grupos delincuenciales.  

En alguna ocasión, policías auspiciados por Los Zetas han trabado enfrentamientos porque no le vieron fin a las batallas  con los criminales  de esta zona. Es una favela brasileña en la comarca lagunera, una estructura social dedicada a la delincuencia, en los genes la violencia.

La Durangueña se encuentra en al poniente  de la plasta urbana que este bastión industrial mexicano, y los choques armados con el sector oriente dejan dos o tres muertos por día. La guerra comenzó con el control del Cerro de la Cruz cuando se expandieron Los Zetas en la zona: de cerro a cerro se pegaban de balazos.  De eso hace ya cinco años.

La desembocadura al ejido El Huarache: la línea divisoria entre Torreón y Gómez Palacio. Termina la jurisdicción de una policía y comienza la de otra. Donde comienza y acaba la legalidad es el limbo policial donde se anida la la violencia. Cerca de La Durangueña está toda la zona del poniente: Polvorera, Compresora, San Joaquín, Primero de mayo.  Un resumidero en la ruta de los criminales para trasladarse como para escapar, es La Durangueña, donde ni los taxis entran. Una coraza geológica para esculpir casas. La única forma de llegar sin tener que lidiar con lo agreste es por La Alianza, por encima del cerro. Pero no se puede sin ser visto si quiere tomar un comando por sorpresa colonia.
La herencia delincuencial del lugar según cuentan sus calles, al detener a Arturo Hernández González, conocido como “El Chaky”, César  Sánchez Alvarado, “El César” lo remplaza. Las detenciones siguieron, y el heredero de la confianza de los capos dejaron en Daniel García Ávila , “El Danny” como el último líder de esta zona. Fue detenido hace unas semanas en Zacatecas.  La Durangueña blindada por lo accidentado del terreno, no de la sucesión de capos.  La bomba de tiempo sigue ahí. Según los laguneros: la guerra regresará.


Federales apestados

El periférico de La Laguna es una trampa de muerte. Es el lindero entre Gómez Palacio y Torreón. Los policías de cada lado tienen que solicitar permiso para poder entrar en otra jurisdicción; otro estado para resumir. Si les niega, termina la persecución y la imposibilidad de detención.   Ahí,  La Puerta de Torreón se llama la escultura de Sebastián a unos metros del puente que separa estos municipios, una oda a la geometría calzada al espacio; ahora, hace a la sangre pasar por el nuevo lenguaje de la violencia.

Pasan infinidad de veces las patrullas de la Policía Federal por día, siempre con una estela de miradas. Desde hace años son el blanco de los grupos criminales. Se presume su inclinación por alguno de varios grupos que operan en la zona. Y de las otras corporaciones también, estatales y municipales, según las narcomantas que se colocan con frecuencia en puentes y lugares de mucho flujo vehicular y de personas.

El autobús en el que regreso a mi rancho, lleva 30 minutos sin rebasar a una de esas patrullas, de la Policía Federal. El tiempo corre con una espesa lentitud, los minutos se estiran como goma de mascar.  Si bien es cierto desde que detuvieron a los del Cártel de La Laguna, las agresiones bajaron de manera considerable;  la violencia sabe esconderse en el aire. En cualquier momento pueden comenzar de nuevo la guerra que se ha mantenido en bajo perfil en semanas pasadas. El reacomodo criminal se agazapa luego de detener a los precursores del frustrado Cártel de La Laguna.

 

Los gobiernos no van a decir nada

Salgo de una radiodifusora torreonense y tomo la calle Morelos para  abordar un taxi. Una tienda de juguetes sexuales me detiene la mirada, dos tipos en la puerta de cancerberos  mal encarados, que abren paso a una pierna larga y enorme, delineada. Un cuerpo esculpido por la disciplina del gimnasio,  y con cara de bato (hombre en el léxico norteño de México). Lo sigue otro travesti que andan por la banqueta como si fuera el Sunset Bulevar.  Coqueteo al por mayor.

El taxi se detiene, y al decir mi destino, aparece la viva imagen de Ron Jeremy, actor porno. No es una figuración presocrática, es una leyenda de la pornografía americana. A la Colón, por favor. Oiga, ¿cómo anda la violencia por acá? Y la respuesta tajante, aunque yo pensé que hablaría inglés: Sigue igual. Muertitos por todos lados. Sólo que el gobierno no quiere que digamos. No quieren que se sepa. Las balaceras en la calle bajaron. Pero es lo mismo. Ayer mataron a un chavillo del sector oriente, por la casa. Lo agarraron en un taller y le dispararon. Se quiso esconder pero se metieron. Se echan de a dos o tres por día.

El taxímetro corre y en una esquina pasan dos camionetas con encapuchados, son los “GAFES” (Grupo de Armas y Tácticas Especiales). Y no deja escapar la suspicacia, esos también andan metidos (coludidos con los criminales). Es el grupo de estrategia: Pero parecen más espaciales. Recuerda que esa mañana fueron encontradas mantas con mensajes a los soplones, aclara que  es la gente de alguno de los dos Gobiernos o a los periodistas, o simplemente a los halcones (vigilantes pagados por algún cártel para observar y pasar la información de sospechosos del cártel contrario): “A TODOS LOS MANTECAS, INFORMANTES, Y DEMAS QUE POR QUEDAR BIEN DE PINCHE BARBEROS CON SUS PINCHES COMENTARIOS CALIENTAN LA PLAZA. A TODOS Y CADA UNO. AGARRENSE PUTOS QUE SE LOS VA A CARGAR SU PINCHE MADRE (sic)”.

Al encender las direccionales del auto para dar la vuelta y bajarme del auto en la puerta de un McDonalds, dice que la violencia sube y baja según las estrategias de los capos de la zona. Y primero se descubren las mantas y luego los balazos, y asegura que no tarda de nuevo en comenzar los ataques entre narcos.

San Pedro del Picadero

El mercado natural de las drogas sintéticas cerca de la Comarca Lagunera: San Pedro de la Colonias es un rancho cinegético para sicarios en las últimas semanas. Con la detención de la cabeza del Cártel de La Laguna o del Poniente y de sus sicarios, los días pasan en Torreón, Gómez Palacio y Lerdo con limpias (eliminar vendedores de droga al menudeo y halcones) en las colonias: muerte al menudeo, la silenciosa, la que siempre ha habido desde hace cinco años. San Pedro del Picadero es el siguiente punto a conquistar. La muerte hormiga de siempre.

Según los que andan en el narco, saben que no hay reglas ya, se borraron hace tiempo los códigos de lealtad: muerte al mayoreo. Así mataron aproximadamente 13 personas. Los balazos se pierden con los tambores de los danzantes. A ratos son chipi chipi de plomo, y otras veces las ráfagas hacen eco en la distancia. La semana anterior comenzaron los operativos policiales.


1, 2 y el 3

Llegan, se sientan en mesa, comen, roban y se van. Se la pasan hablando por teléfono todo el rato. Andan armandos con pistolas, relata el empleado de una maquiladora.  Y recuerda que el rumor es que son policías que se hacen pasar por delincuentes de algún cártel. Cada uno tiene un número para evitar decir sus nombres.

Ya nos había balaceado la casa. Se metían los narcos por cada calle y disparan hasta que salieran a los que estaban siguiendo.  La camioneta tiene las perforaciones que ves, los boquetotes.  Duraban horas metidos en las colonias hasta que salieran los enemigos. Cuando no salían entraban a las casas. De vivienda en vivienda anda la plaga en La Laguna, el azar de los caprichos criminales es o no la posibilidad de salvarse de presuntos  policías que se hacen pasar por narcos.  No faltó quien se quejara de la Dirección Estatal de Investigaciones, o personas que se hicieran pasar por esta corporación duranguense, y robaban con el pretexto de hacer revisiones en las casas. Secuestran gente con la excusa de una llamada anónima de ese domicilio.

 

Le quemaron el Safari

“Estaba en el momento y lugar equivocado”, dice Chiclo, un desempleado comarcano mientras destapa la caguama y comienza a servir en los tres vasos frente suyo. “Ya pinté la Safari. Estaba ahumada toda. Llegaron los narcos, me vieron dentro, le echaron gasolina y la prendieron. Apenas me pude salir. Me salvé por un pelito de iguana”.

Igual que otros entrevistados comenta que la guerra sigue, con un bajo perfil, pero continúan la tenacidad de los asesinatos a baja escala. Los enfrentamientos en las calles son esporádicos.  Insiste luego darle el trago a la cerveza que son temporadas donde hay más o menos muertes.  Da a entender que  no terminará la violencia  porque la comarca lagunera tiene una  ubicación primordial para llegar a la frontera además de un buen mercado.

La Laguna es el ombligo del poder entre Los Zetas y el Cártel de Sinaloa en México, lo dicen los especialistas y lo

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Gilberto Lastra
  • Fecha: 11 de agosto de 2013

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