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Notas sueltas al décimo aniversario de los caracoles zapatistas

Notas sueltas al décimo aniversario de los caracoles zapatistas El Quinto Infierno

El pasado 21 de diciembre, miles de zapatistas marcharon en silencio por cinco ciudades de Chiapas. A partir de entonces, han hecho públicos comunicados y convocatorias donde anuncian que en las próximas semanas se celebrarán, primero, el décimo aniversario de los caracoles zapatistas; la escuelita de la libertad según los zapatistas; y finalmente la Cátedra Itinerante Tata Juan Chávez.

El décimo aniversario del ejercicio de autogobierno de los zapatistas desecha los principales argumentos por los cuales los tres poderes del estado mexicano se opusieron a los Acuerdos de San Andrés, a la iniciativa de ley Cocopa y a la controversia constitucional impulsada por 339 comunidades a la contrareforma Indígena. No, ni se ha desintegrado, ni balcanizado el país por los gobiernos zapatistas; tampoco han iniciado un proceso de independencia de la Nación Maya. Al atender a zapatistas, no zapatistas y hasta a antizapatistas, las Juntas de Buen Gobierno han demostrado que no son un estado dentro de otro. Quienes estuvieron en contra de las autonomías indígenas argumentaron que aumentarían los conflictos intercomunitarios. Diez años después, no sólo no hay evidencia de eso, sino que el territorio zapatista es uno de los más seguros de todo el país.

Poco a poco el autogobierno zapatista ha logrado impulsar procesos de salud, educación, alimentación y vivienda en cada una de las comunidades de los municipios autónomos. Además ha sido un proceso donde las comunidades aprenden a gobernar y gobernarse, en sus términos, a construir un buen gobierno. Las Juntas de Buen Gobierno son instituciones de autoridad colectiva y rotativa, es decir, un grupo de entre 5 y 7 personas de diversas comunidades ejercen el gobierno por 3 o cuatro semanas, para posteriormente entregar la autoridad a otro grupo. Así, cientos, tal vez miles de zapatistas han aprendido a ser gobierno. No todo es miel sobre hojuelas y los propios zapatistas han reconocido más de una vez que falta mucho por hacer, sobre todo en lo referente a los derechos de las mujeres en las comunidades y a la separación completa de la estructura militar del EZLN de la de gobierno civil autónomo.

¿Han sido exitosos los Caracoles, las Juntas de Buen Gobierno y el proceso autonómico de las comunidades zapatistas? La respuesta es obvia cuando se le contrasta con los resultados del proyecto de las Ciudades Rurales Sustentables. Son el agua y el aceite, ejemplos de dos visiones de mundo completamente distintas, con resultados aún más contrastantes.

 Las Ciudades Rurales Sustentables, impulsadas por la ONU para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, priorizan el reubicar comunidades dispersas en un centro de población, donde se les proveería de servicios básicos, infraestructura y condiciones para insertarse en el mercado. En el caso de Chiapas, las dos primeras ciudades rurales: San Juan Nuevo Grijalva y Santiago el Pinar son elefantes blancos sin servicios de electricidad, acceso a agua, con clínicas de salud sin médicos, ni medicamentos y que están en un proceso de abandono por parte de los pobladores quienes están regresando a donde estaban sus tierras.

Mientras tanto, las tensiones y conflictos por los recursos en territorios indígenas aumentan todos los días. El conflicto por el agua del Río Yaqui, la creciente violencia en la Sierra Tarahumara, las amenazas contra las comunidades guarijío que se oponen a una presa en Sonora, las luchas contra las concesiones mineras en Puebla, Tarahumara, Oaxaca y Wirikuta, además de la constante amenaza del crimen organizado a los pueblos indígenas de Michoacán y Guerrero,  las resistencias de los pueblos del Istmo frente a empresas de energía eólica, y del pueblo otomí en defensa de sus bosques, así como la exigencia por la libertad inmediata del preso político tsotsil Alberto Patishtán son algunas muestras de la injusticia estructural que padecen los pueblos indígenas de México. Como siempre, la planta que cura crece justo en la tierra donde el dolor se impone. Como alternativa, más de veinte organizaciones indígenas del país, incluido el EZLN, se reunirán en la Cátedra Itinerante, nombrada en memoria del líder indígena purépecha, Tata Juan Chávez. De ese espacio de diálogo colectivo se espera el relanzamiento del Congreso Nacional Indígena, un espacio de convergencia de los pueblos de México para la construcción de autonomías y resistencia a las históricas injusticias.

Habrá que estar muy atentos a lo que suceda a partir de mañana en territorio zapatista, porque si algo tenemos que reconocerle al EZLN, es que desde 1994 han hecho lo que han dicho, y en su comunicado del 21 de diciembre del 2012, después de la silenciosa marcha de 40 mil jóvenes zapatistas anunciaron el resurgimiento de su mundo.

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Pablo Reyna Esteves
  • Más información::

    Coordinador del Programa de Interculturalidad y Asuntos Indígenas de la Universidad Iberoamericana

    Twt: @preynae

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