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Violencia, femicidio, impunidad

Violencia, femicidio, impunidad Revista Norte

Adriana Marisel Zambrano fue asesinada por su pareja a golpes de puño y puntapié en Palpalá, San Salvador de Jujuy, norte de Argentina el 13 de julio de 2008. El femicida (o feminicida), su pareja y padre de su hija, recibió 5 años de prisión efectiva. Dejó huérfana a su bebé de 9 meses. Los medios de comunicación no cubrieron el caso. Este es sólo una de las vidas que diariamente se ignoran y se pierden. Cifras oficiales son escasas. ¿Cuántas mujeres más tendrán que morir para que se detenga la violencia sexista?

La violencia de género y el patriarcado nos atraviesan. Hasta que no existan cambios reales en la sociedad civil, la violencia sexista continuará cobrando vidas. En la medida en que los medios continúen siendo espacio de reproducción de tabúes e indiferencia nunca seremos conscientes de cuánta violencia nos marca. Faltan investigaciones, datos, recursos y nuevas políticas que la encaren y visibilicen como tal. Y es quizá esa la mayor violencia que sufrimos. Que ni el Estado ni los medios de comunicación estén deconstruyendo, ni siquiera poniendo en el marco de los Derechos Humanos, los paradigmas culturales que reproducen y legitiman la violencia.

El término femicidio (o feminicidio) comprende la muerte, castigo y destrucción psíquica y física perpetrada contra la mujer sobre la que se ejerce dominación. Ana Leticia Aguilar, socióloga guatemalteca explica que “el femicidio es el último peldaño de un continuum de diferentes manifestaciones de violencia contra las mujeres, tanto en lo público como en lo privado. El concepto de femicidio ayuda a comprender el carácter absolutamente político y social del problema: sólo es posible porque socialmente existen dispositivos y lógicas culturales que han institucionalizado y reproducen relaciones de poder opresivas entre los sexos”.

A falta de estadísticas oficiales, el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, que coordina la Casa del Encuentro y que toma el caso de Adriana como bandera para su movimiento, presentó el informe “5 años de femicidio en Argentina” el pasado 26 de febrero de 2013. Esta organización sin fines de lucro pretende establecer un análisis continuo, así como el diseño de mejores y más efectivas campañas de prevención, asistencia integral y capacitación tanto a las mujeres como a la ciudadanía argentina.

El informe contabiliza los homicidios de mujeres por razón de género, es decir, casos que no tienen que ver con robos, secuestros u otras situaciones, desde el 1 de enero de 2008 al 31 de diciembre de 2012 a la actualidad, en 120 diarios argentinos. A raíz de la investigación se conoció que cada 35 horas una mujer es asesinada en por violencia sexista. Se han producido 1236 femicidios en 5 años en Argentina. 4 millones de mujeres sufren alguna forma de violencia. Eso, en un país de casi 40 millones de personas constituye un 10% de la población, sin contar las victimas colaterales o femicidios vinculados a algún caso de violencia. 357 niños quedaron huérfanos. Siete mujeres continúan desaparecidas con antecedentes de violencia sexista.

El mismo informe sostiene que en el país se registraron 255 casos de mujeres muertas por razones de género y añade que de esa cifra un centenar tuvo como agresor a un esposo, novio o amante; en tanto que 62 fueron baleadas, 57 apuñaladas, 44 golpeadas, 25 estranguladas, 19 incineradas, 12 degolladas, once asfixiadas, nueve ahorcadas y dos ahogadas.

La modalidad de femicidio por incineración ha continuado en ascenso luego del caso de Wanda Taddei, quien el 9 de febrero de 2010 resultó gravemente herida tras ser rociada con alcohol y prendida fuego en su casa del barrio porteño de Mataderos por su esposo, el ex baterista del grupo de rock Callejeros, Eduardo Vázquez, y murió 12 días después. El músico siempre sostuvo que fue un accidente aunque actualmente está detenido por homicidio.

El lugar más inseguro para la mujer es su propio hogar. 157 de estas mujeres encontraron la muerte en la vivienda. Los femicidas están comúnmente en el vínculo afectivo de las víctimas, las cuales oscilan entre los 19 a 50 años.

Sobre el caso de Zambrano, La Casa del Encuentro declaró que “fallos de tan escasa pena no hacen más que perpetuar la violencia sobre la mujer, ejercida desde la más absoluta superioridad física y dominación mental, y avalada luego con su juzgamiento como un delito menor, de escasa importancia, como si no hubiera habido una vida que se perdió, una hija huérfana y miles de mujeres indefensas sufriendo en silencio. Desde la Asociación Civil La Casa del Encuentro repudiamos este fallo, entendiendo que los órganos encargados de impartir justicia, demuestran el escaso respeto que tienen por la vida de las mujeres”.

En América Latina y el Caribe, entre el 10 y el 44% de las mujeres han sido víctimas de abusos físicos por parte de sus compañeros, según estudios recientes efectuados en 10 países. El 40% de las mujeres nicaragüenses en edad reproductiva habían experimentado violencia física en manos de un compañero, el 70% de la violencia física era considerada severa, mientras que un total de 31% de mujeres fueron golpeadas durante al menos uno de sus embarazos. Un estudio sobre 450 niñas jamaiquinas entre 13 y 14 años de edad mostró que el 13% había sufrido intento de violación, muchas de ellas antes de la edad de 12 años; el 33% había experimentado contacto físico no consensuado; y el 33% habían sido abusadas verbalmente. En Puerto Rico, la Coordinadora Paz para la Mujer, informó que, en el período de 1990 a noviembre de 2002, el número de casos de femicidio fue de 287.

En Chile, México, Panamá y Perú, el “Informe El ultimo peldaño de la agresión” realizado en 2002 por la organización Isis Internacional mostró que el 65% de las víctimas conocía al perpetrador. En el área metropolitana de San José, Costa Rica, el 75% de las mujeres entrevistadas admitieron haber sido sometidas a violencia psicológica y un 10% a violencia física. En Perú, una encuesta nacional del Instituto Nacional de Estadística e Información (2000) reveló que el 41% de las mujeres habían sido abusadas físicamente por sus maridos o compañeros, el 34% habían estado en situaciones de control psicológico, el 48% habían sido acosadas verbalmente y el 25% habían sufrido amenazas.

El descubrimiento de 300 mujeres muertas en Ciudad Juárez, México, en la última década, demostró una alarmante tendencia de femicidio. En los últimos años los asesinatos de mujeres por razones asociadas al género ha aumentado, como en el caso de Guatemala, Bolivia y Argentina. En Colombia muere una mujer cada dos días a causa del conflicto armado. En Guatemala, el caso es particularmente grave, donde según datos oficiales, fueron asesinadas 1.049 mujeres entre 2001 y 2004. En Paraguay, una mujer es asesinada cada 10 días. 

La evidencia empírica es limitada. Millones de mujeres siguen siendo oprimidas, violadas, golpeadas, apuñaladas, baleadas, víctimas de trata. Son insuficientes las políticas públicas que protegen a las mujeres en situación de violencia. El flagelo social de la violencia sexista necesita políticas preventivas efectivas que den a la sociedad herramientas para poder erradicarlo completamente. Evidentemente, no es un problema exclusivo de América Latina. La Unión Europea no ha tipificado el femicidio, lo cual dificulta aún más conocer las cifras reales de los mismos. Alrededor de 66 mil mujeres son asesinadas cada año en todo el mundo, lo que representa aproximadamente el 17% de todas las víctimas de homicidios intencionales, dio a conocer la organización Small Arms Survey en su informe “Feminicidio: un problema global”.

Multiplicar y diseñar más y mejores campañas que deconstruyan la cultura de violencia y opresión junto a una nueva educación que denuncie continuamente la naturalización de la sociedad hacia la violencia sexista, así como un compromiso por parte de los medios de comunicación que tanto influyen y apoyan la violencia de género son imprescindibles para un cambio. El día que los crímenes pasionales dejen de justificar los asesinatos, al menos comenzaremos a darnos cuenta de que los femicidios y la violencia de género destruyen nuestras sociedades y no sólo a las mujeres. Al momento, son las organizaciones sin fines de lucro y de la sociedad civil las que están realmente comprometidas y logran cambios, especialmente de percepción, con sus esfuerzos. Si la impunidad y la desinformación continúa, también lo hará la violencia sexista.

 

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Diana Ramos Gutiérrez
  • Biografía: Editora y periodista. Egresada de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, cursa una maestría en Comunicación y Derechos Humanos en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata en Buenos Aires. @dramosgutierrez
  • Fecha: 19 de noviembre de 2013

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