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Bajo Juárez: sin límites para el horror

Bajo Juárez: sin límites para el horror Bajo Juárez: sin límites para el horror Bajo Juárez: sin límites para el horror

 

Hasta hace unos años, hablar del feminicidio en la frontera –las muertas de Juárez, para resultar más familiar- era la onda.  Artistas visuales y poetas se unieron a las manifestaciones. Se llenaron galerías con fotos y se improvisaron tendederos donde se colgaban poemas. Los llamados intelectuales tiraban  tardes enteras en cualquier café hablando del tema. Chihuahua capital, a cuatrocientos kilómetros de los crímenes, era entonces un lugar lejano y tranquilo para indignarse sin demasiada preocupación.

 

Hoy las cruces rosas que dejaron las familias que todavía reclaman justicia ante Palacio de Gobierno resultan, en el mejor de los casos, arte pop que nadie mira. A modo de respuesta, poco después el balcón principal dejó de confrontarse con las cruces para mudarse frente a una vista más amable, la del Ángel de la Libertad y la Rotonda de los Chihuahuenses Ilustres en la Plaza Mayor.

 

Las muertas de Juárez dejaron de ser tema. Ahora en el hit parade están las muertes por narcotráfico. Ajustes de cuentas, dicen, con mensajes cifrados. La gente común sólo contabilizamos cadáveres por día, por calle, por pariente que le tocó ver uno mientras esperaba en el tráfico. Competimos sin saberlo. Todos queremos ver por lo menos uno para conversar sobre eso en la próxima reunión de amigos. Yo estuve cerca. A unas horas del lugar del crimen, ¿contará eso? La muerte está en todos sitios. A toda hora. Es una ruleta. No sabes si te tocará cerca. O si sólo te tocará.

Y a tan sólo unos meses de terminar 2008 llega a las pantallas del país Bajo Juárez, de Alejandra Sánchez Orozco y José Antonio Cordero. Un largometraje que documenta la historia de Lilia Alejandra García Andrade que es a la vez todas las historias detrás del feminicidio en ciudad Juárez. Norma Andrade, madre de la víctima,  la voz de todas las madres a lo largo de 15 años que continúan exigiendo el esclarecimiento de estos asesinatos. Bajo Juárez es el lente que apuntala la impunidad pero también la indiferencia.

Tarde, creo yo, llega Bajo Juárez hasta nosotros. Por eso le pregunto a Alejandra Sánchez si tendrá algún sentido hablar de esas muertas cuando la violencia ha sido rebasada en cifras y nada tenga que ver con el género. Alejandra me mira como retándome –estamos al final de una entrevista y yo ya la he retado con esta pregunta-, me responde:

“Me parece que tiene sentido hablar del tema siempre que se asesine a una mujer por el hecho de ser mujer, siempre merece detenerse y solamente reclamar justicia y esclarecimiento sino un reclamo al propio Estado para poder pugnar por tener una sociedad con una perspectiva de género distinta o con un objetivo donde tengamos oportunidades, derechos tanto hombres como mujeres y que tu vida no corra peligro simplemente porque tienes cuerpo de mujer. Me parece que es faltar a un derecho constitucional. Uno habría que detenerse a averiguar qué hay detrás de esto y a hacer que la sociedad reflexione para que algún día tengamos un mundo distinto. Hacer una reflexión de la efervescencia de la violencia. Una maquinaria de la impunidad en ambos casos en donde funcionarios públicos, el mismo Calderón lo dice yo no sé si por reflexión o cinismo, que cobran en la nómina del crimen organizado y cobran en la nómina del estado mexicano. Mientras no se limpie de corrupción habrá mujeres, hombres, niños convertidos en víctimas porque no hay garantía de los derechos individuales ni garantía de la integridad.”.

 

Bajo Juárez tiene su origen en el 2001 con un corto de Alejandra Sánchez llamado Ni una más como proyecto escolar del CUEC donde era estudiante. Involucrada en el proyecto y con la responsabilidad de hablar del tema, no abandona la historia de los feminicidios. Vuelve a la frontera de 2003 a 2005 para seguir recabando información y dar con lo que ahora conforma el largometraje.

A la fecha, Bajo Juárez aún no se exhibe en la ciudad de Chihuahua y en Juárez permaneció poco tiempo en las salas. Aún así el eco sobre la película es fuerte. Me entero que Alejandra pasa vacaciones en Chihuahua y me propongo buscarla. Primero tenemos una conversación breve en su casa donde me entrega la cinta y a los dos días nos citamos para hacerle esta entrevista.

Alejandra Sánchez Orozco, nació en Chihuahua aunque la mayor parte del tiempo lo ha pasado en ciudad de México. Estudió comunicación en la UAM y más tarde la carrera de cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM. Su primer documental Ni una más ha obtenido premios y reconocimientos en diversos festivales, así como sus cortos de ficción. Bajo Juárez ha participado en el Festival de Morelia donde le valió la Mención Especial del Jurado; fue parte de la selección oficial del Festival de Sundance y obtuvo Premio al Mejor Documental en los festivales de San Diego, Chicago y Río de Janeiro; así como también fue elegido por la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas Británicas de Londres como parte de la selección del nuevo cine mexicano.

 

LP Cuáles fueron tus fuentes para documentarte sobre el feminicidio en ciudad Juárez.

AS  Empecé a investigar cuáles eran los periodistas que habían abordado el tema, desde Víctor Ronquillo hasta periodistas extranjeros. El trabajo que me pareció más profundo y más serio fue el de Sergio González Rodríguez, y más tarde el de Diana Washington. Los elegí a ellos dos como las voces de lo que sería el contexto de la película porque ambos coincidían en una tesis similar respecto a que detrás de muchos de estos asesinatos había un grupo de gente poderosa cercana a las altas cúpulas políticas de este país. En términos de fuente, ambos periodistas eran la información dura, además de que tenían fuentes confidenciales de un trabajo muy riesgoso. Llegaron a conocer todo el mapeo de lo que son estos crímenes. Los dos libros [Huesos en el desierto y Cosecha de mujeres: safari en el desierto mexicano, respectivamente] hablan de personajes conectados unos con otros así como con la política y la economía de este país. Hubo también un trabajo periodístico. Reuní una serie de fuentes desde la lectura de periódicos del Estado y locales a la  investigación  de archivo audiovisual de diferentes personas como reporteros o la familia de Lilia Alejandra.

 

LP  Por qué de entre todas las historias de crímenes que se suman al feminicidio en Juárez eliges la historia de Lilia Alejandra García Andrade.

AS  Fue en parte una serie de coincidencias perversas. Al vivir en la ciudad de México y observar el fenómeno de lejos la manera más inmediata de aproximarme fue a través de internet, allí encontré muchos casos de mujeres asesinadas de diferentes edades, desde niñas de ocho años hasta mujeres de más de treinta. Había una serie de chicas asesinadas entre 15 y 17 años que tenían el mismo perfil y muchas de ellas trabajadoras de maquila. El caso de Lilia Alejandra me llamó mucho la atención porque era una chava que en ese momento estaba estudiando, trabajando, tenía dos hijos. Cuando conocí a su mamá, Norma Andrade, me doy cuenta que es maestra de primaria. Las coincidencias siniestras surgen a partir de los nombres, la chica asesinada se llama igual que yo, la madre se llama Norma Esther -Esther como mi mamá-.  Más tarde descubro que quien fuera maestra de Lilia Alejandra fue alumna de mi papá. Me empecé a involucrar tanto con el caso que me di cuenta que yo tenía que hablar de él y hacer un homenaje a esta chica que fue violentamente asesinada. Luego me doy cuenta que es uno de los casos más emblemáticos porque detrás de la muerte de Alejandra se pueden entender otras de las muchas muertes como el de las mujeres asesinadas en el campo algodonero. Tienen el mismo perfil y por lo que dice Oscar Máynez, que fue un perito que llevó ambos casos, podrían estar los mismos asesinos detrás de estas chicas.

Yo no me metí en una investigación policíaca a fondo. Mi investigación estuvo dirigida en otra línea, pero si te metes a fondo es un caso muy interesante  porque detrás de la muerte de Lilia Alejandra hay un personaje de la vida pública y empresarial chihuahuense que es muy prestigioso y que si se le  investiga podrían resolverse otros casos, eso dicen los periodistas.

 

LP Cómo lograste ese vínculo tan estrecho con la madre de Lilia Alejandra que se proyecta en el documental.

AS Es uno de los primeros objetivos que uno se debe de plantear cuando quieres entrevistar a alguien. En el caso de Norma Andrade me di a la tarea de manera intuitiva de entender su dolor desde donde yo estaba. Aunque esto es imposible porque debe ser  absolutamente horroroso pasar por la experiencia por la que ella pasó de perder a la hija así, de encontrarla una semana después y de todo el tormento que vivió esa semana que no la encontraba, que no sabía de ella. De todas formas yo intenté convertirme de alguna manera en su apoyo, ganarme la confianza y abrir un lazo afectivo, que al final de cuentas no sé si fue una cosa que me lo propuse, no de manera conciente, pero la familia de Lilia Alejandra se volvieron un poco mis parientes y a la fecha tengo una relación muy cercana con ellas. Con Marilú que es la hermana y con Norma Andrade. Una relación que se volvió una fortuna para mi vida y también para la película.

 

LP  Me llama la atención de Bajo Juárez que son las mujeres quienes toman la batuta de la causa de estos asesinatos, quizá  como si sólo confiriera la causa a este género. En los dos momentos que filmas, primero en 2001, luego de 2003 a 2005, qué rol jugó el padre de Lilia Alejandra.

AS Cuando estuve en el 2001, la primera entrevista que fue un testimonio de quince minutos quienes habían estado en la cruz eran ambos, el padre y la madre, pero tuvimos ahí muchas complicaciones para que el señor accediera a ser entrevistado porque hay cierto tipo de hombres que les cuesta mucho trabajo expresar sus emociones y cuando se trata de expresar emociones de un dolor tan grande creo que se perturban y se vuelven muy herméticos como fue el caso del papá. Además tuve una falla técnica, cuando estaba filmando en cine la cámara se comió la película. Hubo que cortar. Fue un desastre porque después de que ya lo había convencido tuvimos que parar a los tres minutos. A la hora que pudimos engarzar ya no fue posible, el señor ya no quiso. Era como invitarlo a remover el dolor. En ese sentido Norma tenía más valentía o entereza para poder  hablar del asunto. Don José ya no quiso, pero entró la hermana que se convirtió en una figura muy importante durante toda la película.

 

LP Tan importante es la figura de la madre dentro del documental que la imagen de don José se diluye y toma más peso, incluso de manera simbólica, la escena de Norma Andrade bailando el vals con su hija.

AS Así es, incluso es así como termina la película. Si te fijas dentro del movimiento de las mujeres, madres que piden justicia por las hijas, realmente casi no hay hombres, ni padres, ni esposos, ni novios. Es muy interesante de reflexionar porque es en esta sociedad tan machista donde significa tanto cuidar la pureza de la mujer y quienes tienen esa custodia son los hombres. Para muchos la ideología está así en el tejido social. Es como si ellos quedaran abatidos, como si fallaran como protectores. Se minimizan, se anulan, casi no pueden hablar del asunto. Más tarde don José muere de cáncer. Para mí es coincidente que muchos de los padres mueren después de esa forma. Pareciera que es una muerte de tristeza.

 

LP Qué fue lo más arriesgado que hiciste durante la filmación

AS  Lo más arriesgado fue acercarme a las fiscales [Sully Ponce y María López Urbina]. En ese momento por ejemplo Sully Ponce ya no era fiscal [lo fue entre 1998 y 2001], pero irla a buscar y tener contacto con personajes que yo creo que no sólo no cumplieron con su trabajo sino que son responsables de estos crímenes por comisión o por omisión -y yo me atrevo a pensar que tenían un rol importante dentro de estos asesinatos. Efectivamente yo no busqué a quienes Sergio González o Diana Washington apuntan como quienes pudieran estar involucrados con estos crímenes. Nunca fui a tocarles la puerta. Pero si me acerqué a quienes tendrían que cumplir con su papel de llegar hasta los responsables. Por otro lado mi compañero José Antonio Cordero sí se fue a filmar algunas de las propiedades y efectivamente lo persiguieron. Pero eso lo dejamos hasta el último.

 

LP Cuáles fueron los límites del horror por sobre los que decidiste no pasar.

AS  No sé si no pasé por algún límite del horror porque el tema en sí ya me parece un horror espantoso. No encuentro límites entre lo que nosotros expusimos. No habría ido a entrevistar a estos personajes, no solamente porque tenía que salvaguardar mi persona y la de mis compañeros sino porque no podría aguantar resistir a una persona que me estuviera narrando cómo tortura y violenta a una mujer sexualmente. No lo sé, me imagino que no, aunque uno se va metiendo a los temas y resulta que vas haciendo estómago para aguantar eso y más. Como tampoco estuvo dentro de mis objetivos filmar un levantamiento de cuerpos.

 

LP  En qué momento José Antonio Cordero se integra al proyecto Bajo Juárez.

AS  Cuando yo era estudiante, José Antonio ya había terminado la carrera de cine y teníamos una relación de amigos y asesor y él era alguien muy admirado por mí. Me asesoró durante toda mi carrera. Después de haber estado en Juárez, la primera vez en 2001, sabía que tenía un material muy potente para el cortometraje y comencé a editar. Pero en el regreso a México me volví muy vulnerable al tema y tuve que dejarlo. José Antonio me ayudó mucho en eso y comenzó a editar Ni una más y como que ahí empezó una especie de colaboración de colega a colega. Más tarde yo no dejo el tema, comienzo a levantar material aunque en ese momento yo no sabía qué iba a hacer con eso, si iba a ser un largometraje u otro corto. Simplemente sabía que no tenía que dejar el tema porque me interesaba y entonces, cuando ya hay un proyecto hecho para largometraje, coincide que me dan una beca para ir a Berlín, pero va a ser el aniversario luctuoso de Lilia Alejandra y va a estar Jane Fonda, así que le pido a José  Antonio que levante la imagen con la fotógrafa que ya era parte de mi equipo. Al encuentro de ambos en México tomo la decisión de invitarlo a codirigir la película, ya que me pareció que él tiene suficiente sensibilidad y que yo necesitaba un interlocutor muy cercano, otro punto de vista. Creo que esta película no hubiera podido hacerla sola o que no hubiera quedado el mismo resultado. Fue muy afortunado para el documental que él estuviera.

 

LP Y Vanessa Bauche cómo se involucra en este proyecto.

AS A Vanessa yo la conocí siendo estudiante. Creo que es de las pocas actrices mexicanas que tienen un trabajo muy sólido y al mismo tiempo tiene una necesidad de temas que tienen que ver con sociedad y justicia. Cuando yo estaba haciendo Ni una más, ella comenzó a tener contacto con la organización Nuestras hijas de regreso a casa, que es la organización de Norma Andrade y Marisela Ortiz. Empiezo a elaborar el proyecto y ella se ofrece a colaborar. Ella ayudó mucho porque en principio se convierte en directora asociada, pero por otro parte me abre el camino para conseguir los medios para, en muchos sentidos, hacer la película. Se convirtió en una especie de facilitadora. Cuando termina la película se convierte en una pieza clave para que la película se colocara donde se colocó. La película dio la vuelta por varios festivales y ganó muchos de ellos bastante importantes, pero después con la distribución comercial en el país que concluirá en 2009 logra reunir voces muy importantes como Carmen Aristegui, Eugenia León, Ana de la Reguera, entre otros. Vanessa ha sido una amiga muy solidaria y con la que pretendo seguir trabajando, pues ha habido una buena mancuerna.

 

LP Cómo percibes a Alejandra Sánchez antes de Ni una más y ahora después de Bajo Juárez.

AS  El documental me ha dado crecimiento a nivel profesional y hay un espacio a nivel personal donde me siento satisfecha de haber puesto un granito de arena en el reclamo por justicia de estos crímenes. Por otro lado es muy frustrante ver que han pasado 15 años y que la cifra de mujeres asesinadas no sólo no pare sino 2008 haya sido el año donde más asesinatos se han cometido y no entiendo como un país, o nosotros como sociedad, puede permitir que pasen los años y nos acostumbremos a este horror y a tolerar y  aceptar que en el norte del país se violan y matan mujeres y seguir con esta inercia. No sé qué estamos construyendo como país. Eso sí me resulta sorprendente y me sigue llenando de rabia. La misma rabia que tenía al iniciar el documental la sigo teniendo ahora.

Información adicional

  • NAR: Decidimos recuperar esta entrevista a Alejandra Sánchez. Realizada en Chihuahua, Chih.,en diciembre 2008
  • Publicado originalmente en:: Liliana Pedroza

NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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