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"El hecho de que la sublimación presuponga
la pulsión de muerte significa que,
cuando un objeto sublime genera
un flujo de entusiasmo que nos atraviesa,
ese objeto es una 'máscara de la muerte',
un velo que encubre el vacío ontológico primordial."
S. Zizek

 

I.
Ocultas mi mancha
la pureza de mi estado
Estados Unidos de la nada,
nada mancha mi voz.

Más si osare, aquí tu penar
penas, de deudas, somos las locas
palabras expulsadas en su blanco silencio.

Manos blancas, pardas escuchas
sombras que advien su ser
con bocas abiertas
mi Amo me dice sus palabras.

“Culpable tu ceguera
culpable tu ignorancia
culpable tu inacción
culpable tu existencia.”

Manos blancas que enterraste
cuerpos duros de voces
cuerdos puros de voces
aguardando blandas esperanzas
das fe de su eco, siglos insistentes.

Tu nombre procede del cielo
una luna te es ajena: venus y marte
instituyen tu ignorancia
de fuerza ficcional.

Tu nombre procede de su fuerza,
la ficción es necesaria,
agujera nuestros miedos
y los cuelga a la fe en el Hombre.

Tu nombre, Estado mío,
se escucha a mis rodillas
friccionando el piso.
Mis huesos al encuentro van.

Estado mío, he estado en mi duda
saberme súbdito a tu verdad,
¿verdad que me amas dios terrenal?

¿Estado de verdad? Mi derecho falo
me empodera breves ausencias políticas:
blancas chispas estrellan mi horizonte.

¿Estado de Derecho? Tu, padre mío,
ausenta mis miedos,
bastardos son impurezas de mi cuerpo
labrando en tu tierra.

Estado mío, has matado
y tus manos sangran.
Ríos de alientos incineran
carnes en tus fosas: ¿hueles?
Es el cuerpo ardiente, la verdad constante.

Estado mío, tu ficción me doblegó a ser.
Ahora me ausento tu palabra para hablar.

Estado ficción, tu fuerza desnuda
la retina y sin reflejos te vistes
de asesina, levantando tu espada
contra los ciegos escuchantes.

Estado signado, no te perteneces la fuerza
a fuerza un número te pertenece
el excedente, dominio absoluto ajeno
así, te matas en el redil del soberano precio
¿qué precio tienen tus hijos?

¿Escuchas el canto de la infancia?
¿Escuchas el hilo dorado del amor?
¿Escuchas el fin de tus condenas?
¿Escuchas las voces frenéticas de
la perpetua memoria?

Estado hacia una nada:
nuestros inaprehensibles
somos gestos de insistencia
absolutos insubordinados.

Estado hacia la nada
tu letra es tu corona
tu letra es tu condena
tu letra escupimos
tu letra se te escapa.

Estado en nada
la letra te ausenta.
Tu fuerza me mata,
pero vivimos muchos.

La letra ausente
la voz gime,
la palabra nace:
luces buscamos.

Sin letra mi voz
signa tu acto:
eres tu propio pecado
eres tu propio afuera.

Sin letra mi voz
te signa el acto
eres tu propio ausente
eres tu propio asesino.

Sin letra mi voz
camina al pie de la letra:
somos la llama, el verbo sin palabra,
silencio de promesa, arrojo de esperanza.

Mataste a mi madre, a mi padre y al hijo.
Mataste la letra, pero queda el aliento.

Lluvia fértil de vida
somos todos estados prometidos
de ausentes dioses, vivimos presentes.

Tú, Estado, aprisionado
a tu vaciamiento,
mi sinsentido es tu tormento
me conozco herida
y tu no el salvador.

Información adicional

  • Por: : Baruch Martínez Treviño
  • Fecha: 9 de enero de 2017

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