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Morir por ser ecologista

Morir por ser ecologista Record

El funcionario de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente se lo advirtió de forma escueta: Ponga la denuncia anónima, si no, lo van a matar. El ecologista Guillermo Martínez Berlanga se negó, porque eso sería una excusa para no detener los camiones clandestinos que tiran askareles, residuo tóxico de acumuladores y transformadores, que produce daños irreversibles a la salud.


Si llego a morir y sembré 10 mil árboles, voy a vivir 300 años. La lucha ecológica es dar y recibir, dijo.

Está sentado bajo la sombra de un encino en el Parque Fundidora, el único pulmón verde que queda en Monterrey, Nuevo León, un estado con un déficit de cinco millones de árboles. Es dirigente del Comité Ecológico Pro Bienestar y desde hace 25 años sostiene una lucha contra los ecocidios cometidos por empresarios en contubernio con el gobierno.

“Es una ecomafia”, dice sin ambages, al señalar a 79 empresas de alto riesgo que permanecen impunes en la ciudad. Son los depredadores del empresariado, los grandes contaminadores, los que emiten partículas tóxicas y avientan hidrógeno, azufre, monóxido, askareles, solventes... Deberían estar fuera de la zona metropolitana, pero aquí siguen, como Pyosa (Pigmentos y Óxidos), que tiene el récord de envenenar con cáncer a más niños en el mundo.

Ser ecologista en una ciudad industrial tiene sus riesgos. Lo han amenazado de muerte, agredido físicamente, perseguido y desacreditado. En México, 44 ecologistas han sido asesinados entre 2005 y enero de 2013, según un estudio del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, que registró 53 amenazas, 64 detenciones ilegales, 16 casos de criminalización y 14 de uso indebido de la fuerza pública.

Cómo no nos vamos a sentir amenazados, si donde le picamos hay pus. El gobierno no hace su chamba. Nos volvemos detectives, agentes del Ministerio Público, jueces ejecutores de las sentencias, dice este aguerrido ambientalista regiomontano que vivió unos años en Canadá y al regresar se comprometió con la lucha ecologista, inédita en la región. Era como hablar de derechos humanos en Guerrero hace 30 años o derechos indígenas en Oaxaca hace 50 años.

Nuevo León carece de reservas ecológicas, sólo le queda 2 del 20 por ciento que tenía en tiempos de Lázaro Cárdenas, quien expropió el Parque Nacional Cumbres, que tenía 360 mil hectáreas y ahora sólo conserva 110: Está muriendo. En el combate al cambio climático, Rodrigo Medina prometió 200 mil árboles por año. No han sembrado más que tres, para la foto. Deberían haber reforestado 78 mil hectáreas en tres años. Tenían que haberle invertido 30 millones de pesos. De los 66 mil millones de presupuesto que tiene el estado anualmente, le dedican 50 millones al medio ambiente. Es una mentada.

Las 22 zonas estatales protegidas de Nuevo León están en grave riesgo, invadidas, abandonadas y destruidas: Han destruido la reserva ecológica porque valen oro molido, dice Martínez Berlanga al denunciar a los desarrolladores de la construcción.

Camina entre los árboles del Parque Olga Tamayo. Cuenta cómo fueron robándose hectárea por hectárea, construyendo casas y edificios: Aquí, donde estamos parados vale 3 mil dólares el metro, y enfrente 5 mil. Son miles y miles de dólares por año. Los desarrolladores de la construcción, metidos con lavaderos de dinero negro, han construido todos estos edificios; cada departamento cuesta 3 millones.

Los alcaldes del Partido Acción Nacional en San Pedro Garza García se convirtieron en cómplices de los depredadores. “Aquí los panistas no le pueden echar la culpa a ningún priísta, porque lo han ido destruyendo cinco o seis alcaldes panistas, al igual que al Parque Nacional Chipinque, enfrente de todos. Dejaron dos hectáreas. Agarró terreno a la mala la Mercedes, el Tec tomó su partecita para tener su escuela de graduados”.

La única opositora fue su organización: “Ser ecologista en Monterrey es como una locura. Hay una ecomafia muy bien organizada que divide sus territorios”.

El colmo de la impunidad, dice, es el robo de las esquinas de los parques en las colonias: “En los parquecitos urbanos que están abandonados, sin mantenimiento ni agua, el hobby es construir las llamadas tiendas de conveniencia como los Oxxo (propiedad de Femsa) en las esquinas. La miseria de estos empresarios es irse a robar los parquecitos que tienen 3 mil metros. Es el colmo de la ruindad, no dejan espacio para los más jodidos, para los que no tienen un parque”.

Las montañas que rodean la ciudad tampoco se salvan. Las empresas cementeras han expoliado las pedreras y el resto han sido invadidas por empresarios inmobiliarios. Las montañas las invaden los más pobres porque no tienen dónde vivir, pero por arriba las invaden los multimillonarios que viven en los parques nacionales y nadie las respeta, ni las reforestan; invaden las laderas, las pendientes, las cañadas, los arroyos... perversamente no hacen estudios de impacto hidrológico al construir, por eso cuando viene cualquier huracán suceden las tragedias. Las montañas ya no tienen zona de amortiguamiento.

Y efectivamente, la zona metropolitana ha perdido 300 arroyos: Se quedó sin defensas naturales. Estamos totalmente a merced de lo que va hacer la naturaleza, por las estupideces de los empresarios en contubernio con el gobierno. Si como sociedad no podemos vivir en el desarrollo sustentable, iremos irremisiblemente al fracaso.

Para combatir la furia del cambio climático, Martínez Berlanga señala que es necesaria una política ambiental de Estado y un concepto del bien común ajeno a la corrupción.

El reciente macroecocidio en Monterrey fue la destrucción del bosque La Pastora donde Femsa, la empresa cervecera del empresario José Antonio El DiabloFernández, está construyendo un estadio de futbol: ¿Qué sociedad destruye un bosque ripario que necesita 400 años para formarse? Quedan 20 o 30 bosques en el mundo y son cuidados con amor por todos, pero aquí los empresarios y el gobierno lo destruyen. No podemos entender tanta ignorancia, tanta perversión.

El bosque fue entregado por el gobernador Rodrigo Medina en comodato por 60 años, un comodato que viola las leyes. Lo hacen corrompiendo a todo mundo, a los medios; amenazando a los ecologistas, desprestigiándolos y yendo en contra de la naturaleza. El secreto del estadio no son los 300 millones de dólares; es el agua, que vale más que oro. Los mantos acuíferos del bosque le servirán a Femsa para hacer cerveza: para hacer un litro necesitan seis de agua.

El expolio de los pulmones verdes de la ciudad se extiende al Parque Fundidora, que tiene más cajones de estacionamiento que árboles: 7 mil por 3 mil árboles. Es un gran negocio. Cobran hasta 100 pesos el estacionamiento.

Actualmente sostiene una intensa lucha contra la ex delegada de la Semarnat en Nuevo León, Brenda Sánchez, quien autorizó de manera ilegal la construcción del estadio en el bosque La Pastora y ahora dos nuevos estacionamientos en el Parque Fundidora. Estamos exigiendo 10 mil árboles y que ya no le roben ningún metro al parque. Le han robado 40 hectáreas en cinco años. Francisco Morales salió más rapaz que otros directores. La Auditoría Superior del Estado lo culpa por haberse robado 20 millones de pesos de los estacionamientos y le impone siete amonestaciones, pero no le hacen nada. No vamos a permitir que se sigan robando el parque. Vienen demandas, amparos colectivos. El juez dio entrada a 89 amparos de 129 que metimos.

Martínez Berlanga recuerda cómo en Nuevo León se destruyen diariamente 30 mil mezquites a manos de los empresarios del carbón: No sólo está el daño ecológico, hay un problema social: los empresarios contratan familias enteras para limpiar el carbón con manos y pies. Esta gente se muere por contaminación, por hambre y quemados. Y les pagan con dos despensas de huevos con aceite a la semana.
Cuenta que la incidencia de niños con cáncer por esto y otros contaminantes es alarmante: Se incrementó 375 por ciento en los tres años pasados. En el Hospital Universitario han registrado 33 mil casos nuevos en ese periodo.

Se emociona hasta las lágrimas cuando analiza la lucha ecologista, de Sansón contra Goliat: Vale la pena arriesgarse. Si yo puedo salvar un niño de tener cáncer, vale la pena; o rescatar un pequeño que trabaja en el carbón de mezquite a 40 o 50 grados de temperatura. Si puedes exhibir a un funcionario corrupto, bandido, valió la pena.

Cuando defendió Valle de Reyes de los constructores que pretendían urbanizarlo fue agredido físicamente por cuatro sujetos que le quebraron las costillas afuera de su casa. “Me dieron un mensaje: ‘No te metas, vamos a urbanizarlo por la buena o por la mala’”, cuenta.
Por teléfono las amenazas son constantes: “Me mientan la madre cada rato. Me dicen: ‘Te vas a morir hijo de la chingada. Ya deja de estar jodiendo, te vamos a partir tu madre, sabemos donde vives, conocemos a la familia...’” Hay una bola de ignorantes que piensan que todo lo que hay en el planeta es para dilapidarlo, expoliarlo, arrasarlo, y lo más fácil es matar ecologistas. No les tengo miedo a los anónimos, sino a los que no me amenazan porque esos me traen en la mira”.

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Sanjuana Martínez
  • Fecha: 12 de agosto de 2013

NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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