La Laguna es zona de guerra. En 2007 hubo 89 ejecuciones; en 2012, fueron 1,087. El Siglo de Torreón decidió informar a pesar de saber que era vigilado por los carteles y por los funcionarios que los protegen o dirigen. En 2009 empezó el asedio: rafagearon su edificio con un “cuerno de chivo”. Nunca supieron qué intereses afectaron ni qué reglas violaron; sólo supieron que había disgusto entre los controladores de la plaza.
El ataque a El Siglo de Torreón desencadenó una simpatía oficial que nunca se tradujo en una investigación bien hecha o en la identificación de algún sospechoso. La impunidad facilitó ataques subsecuentes. Lo mismo pasó con otros medios y México se ganó, frente a la comunidad internacional, que lo calificara como uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo.
En julio de 2012 incendiaron las oficinas de El Norte en San Pedro Garza García, Nuevo León. Lo hicieron a la luz del día y contaron con la complicidad policíaca. Según la crónica del hecho: “seis segundos después de la huida, cuando los criminales aun estaban a la vista, la patrulla 547 de San Pedro cruzó frente a las oficinas, [pero] bajó la velocidad sin seguir a los asaltantes”. Con evidencia tan clara resulta absurda la justificación dada por el alcalde sanpetrino, Mauricio Fernández: “tristemente, le fallamos por tres segundos… por un pelo nos tocaba interceptarlos”.
Él y muchos otros gobernantes le fallaron durante todo un sexenio a un gremio amenazado. A excepción de la fiscal especial de la PGR, Laura Borbolla, la dependencia que debía coordinar, Gobernación, fue incapaz de hacer funcionar el programa de protección a periodistas. Tanto así que se tardaron un año en instalar un botón de alerta en el celular de un periodista en riesgo.
La protección provino de organismos civiles mexicanos y extranjeros y de los propios medios. Artículo 19, Cencos, Fundación MEPI, Freedom House y Reporteros sin Fronteras, entre otros, levantaron el tema con informes y misiones. Al mismo tiempo, cada medio buscó soluciones apropiadas a su situación modificándose, por ejemplo, la forma de cubrir noticias e informar sobre la violencia. En Tamaulipas, El Mañana de Nuevo Laredo dejó de publicar esas noticias; El Siglo de Torreón sólo difunde lo que viene en boletines oficiales; el Grupo Reforma quita las firmas de quienes elaboran la nota y La Voz de Michoacán jamás menciona a la llamada “Familia Michoacana” o a los “Caballeros Templarios”.
El regreso del PRI no ha modificado la situación y hasta ha crecido la seriedad de los ataques. En febrero de este año desconocidos secuestraron a cinco trabajadores de El Siglo de Torreón; los golpearon y los liberaron días después. Ninguno de ellos trabajaba en el área de noticias. Como lo mismo pasó con otros medios, podemos asegurar que la violencia está haciéndose indiscriminada y golpea a todo aquel que trabaje en medios, tenga o no responsabilidades editoriales.
Entre los signos positivos está un comentario obtenido de fuentes de El Siglo de Torreón: con el secuestro de cinco personas se observó un cambio de actitud en el gobierno federal y el de Coahuila. Por otro lado, en Gobernación ya empieza a funcionar un “Mecanismo para la protección de personas defensoras de derechos humanos y periodistas”. Lo más importante es la determinación de buena parte del gremio de seguir ejerciendo la libertad de expresión. Después del secuestro de sus cinco trabajadores, El Siglo de Torreón aseguró en un editorial: “mantenemos el compromiso de seguir informando a la comunidad”.
El domingo pasado asesinaron de 18 balazos a Jaime Guadalupe Domínguez, director del portal Ojinaga Noticias y la información luctuosa terminaba con una frase ominosa: “muy probablemente esta sea nuestra última nota”. Otro medio silenciado y el primer periodista asesinado bajo el nuevo gobierno. ¿Entenderán que los ríos de fuego no se detienen a salivazos?
La miscelánea
¿Que le habremos hecho a Canadá? En busca de oro o plata sus mineras depredan nuestro ambiente. Sigue Xochicalco, Morelos donde la minera Esperanza Silver se alista para el saqueo. Y cuando un mexicano quiere obtener una visa para ir a Canadá es sometido a un interrogatorio ofensivo. ¿Y dónde está Relaciones Exteriores?
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Colaboró Paulina Arriaga Carrasco.