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La magistrada La Jornada

  A la memoria de Hugo Gutiérrez Vega

 

Miguel Ángel Mancera y el Partido de la Revolución Democrática me recuerdan a los conversos que abjuran de sus errores después de experimentar una revelación. Andan prometiendo que ahora sí escucharán con respeto a la ciudadanía y adoptarán causas tan sentidas como el desorden urbanístico.

El 17 de septiembre Miguel Ángel Mancera se presentó ante la Asamblea Legislativa para rendir su Tercer Informe. Ese día reiteró su deseo expresado varias veces durante el año de que “la ciudad crezca de manera ordenada”. También proclamó su compromiso con el “urbanismo social” y su disposición para que “sea la ciudadanía, que se oiga bien, la ciudadanía” la que decida sobre las grandes obras de la capital. Como prenda entregó, en ese momento, una iniciativa “para que no se sigan cometiendo abusos por los artículos 41 y 42 de la Ley de Desarrollo”.

Ese mismo día se reunió el Congreso Nacional Extraordinario del PRD, que tres días después, entregó ocho cuartillas pletóricas de auto crítica y juramentos de enmienda. A partir de ahora el PRD será la “fuerza que combata a fondo la corrupción en todos los niveles” y mostrarán su repudio a los malignos “moches” promoviendo ¡“las contralorías ciudadanas”! Aún hay más: todas sus propuestas estarán “fundamentadas y trabajadas con expertos y avaladas por la sociedad civil”. Insinuaron, aunque no lo dijeron abiertamente, que se sumarán a la cruzada de Mancera contra el urbanismo salvaje.

La transmutación de don Miguel Ángel y del PRD forma parte del cortejo a los votantes, de la irrupción de Morena en la capital (en este tema han superado mis expectativas) y de que los vecinos se organizan cada vez mejor para enfrentarse a los depredadores urbanos y sus aliados en el gobierno.

Mancera y el PRD capitalino tendrán en los próximos días una excelente oportunidad para demostrar que su conversión va en serio. Basta con que dejen de respaldar la ratificación de Yasmín Esquivel Mossa como magistrada de la Sala Superior de lo Contencioso Administrativo. En agosto pasado Mancera la propuso. Cuando surgieron las crítcias al personaje se justificó de una manera por demás barroca. Declaró que Esquivel Mossa es una “servidora pública que no comienza con mi administración”. Lo que quiso decir es que su pelea con Marcelo Ebrard no le impide apoyar a doña Yasmín.

La magistrada cuenta con un historial que le permitiría ser nominada para Patrona de los Conflictos de Interés. Solo con su actuación en la Supervía Poniente basta para llevarse el galardón. Entre los constructores de esa obra, que generó un profundo rechazo ciudadano y provocó una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, estaba una constructora propiedad de José María Riobóo, esposo de la magistrada (otra constructora es la ya célebre OHL).

Ella prometió excusarse por el gigantesco conflicto de interés pero cuando una Sala del Tribunal de lo Contencioso donde trabaja resolvió que la Supervía se edificaba de manera ilegal, doña Yasmín dio marcha atrás y retuvo el expediente durante 20 meses sin dictar resolución, con lo cual logró que Marcelo Ebrard pudiera terminar una de las autopistas más caras del mundo, por cierto ocupa el segundo lugar. 

En enero de 2012 la magistrada fue nombrada presidenta del Tribunal de lo Contencioso. Cuento con una relación de 17 cuartillas enumerando irregularidades cometidas por una magistrada más preocupada por servir a los poderosos que por proteger a los ciudadanos afectados por los abusos urbanísticos. No es una excepción porque los gobernantes y partidos colonizan los tribunales para poner a sus cómplices o amigos. Necesitamos órganos impartidores de justicia autónomos y profesionales.

En un atropellado proceso, Mancera y el PRD ratificaron a Esquivel Mossa cuando agonizaba la anterior legislatura. Los nuevos asambleístas tendrán que ratificarla o rechazarla. Antes de hacerlo deberían investigar en serio su historial y su gestión como presidenta del Tribunal. Morena, por cierto, se comprometió a revisar el caso. Esta magistrada, en mi opinión, ejemplifica la parcialidad en los tribunales.

Los ciudadanos no necesitamos de tantas alabanzas. Bastaría con que nuestros argumentos fueran atendidos por jueces y magistrados honestos y autónomos. Si insisten en ratificar a esta magistrada, estimado jefe de Gobierno, respetados perredistas, su conversión es demagogia en su estado químicamente más puro.

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Sergio Aguayo
  • Fecha: 12 de octubre de 2015

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