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Carta a los olvidados de México

 

Por Gustavo Aréchiga | @GustavoArech

"Mexicano, contémplate en el espejo de tu grandeza".- Jaime Torres Bodet.

 

A LOS OLVIDADOS DE NUESTRO PARAÍSO, A LOS QUE DEBERÍAN SER LOS SERVIDORES PÚBLICOS DE MÉXICO:

Las voces de millones de mexicanos de todos los siglos de pronto se vuelven una sola voz, ahora. La voz de los tiempos pasados, presentes y futuros emerge. Escuchen bien. Ábran sus conciencias. Les decimos:

Ustedes son nuestros empleados en el Gobierno. Ustedes deberían obedecernos. Ustedes no son dueños de nuestro paraíso, ni de nuestro tiempo, ni de nuestras vidas, ni del país. Ustedes no son los hacendados de nuestros impuestos, ni los mandamases de nuestro trabajo diario, ni le dan de comer a nuestros hijos, ni viven nuestras rutinas, ni duermen nuestras noches. Tampoco son dueños de nuestra libertad, ni de nuestras diferentes voces. No son dueños de México.

Escuchen. Durante todas estas décadas, nuestros abuelos y nuestros padres, y ahora nosotros, los hemos puesto en sus sillas de servidores a través de la confianza del pretendido voto. Quizá hemos actuado desde la ignorancia o con total inteligencia, movidos por una esperanza verdadera o acarreados con una torta y un refresco. Hemos votado por ustedes a jodazos, o a la buena, a balazos o en paz, de muertos o de vivos. Hemos votado por sus caras, o por sus ideas. Y nos han robado el voto, la más de las veces, aunque al final francamente nosotros hemos permitido que ustedes estén en donde están.

A ustedes, Los Olvidados del para qué están aquí, les hemos confiado la fortuna de ordenar y dirigir la compleja vida humana de este maravilloso país. Confianza que les otorgamos porque en teoría ustedes serían nuestros servidores. Aunque ahora nos damos cuenta de su olvido.

Discípulos de sí mismos, creyéndose dueños de su propio paraíso mexicano, a ustedes se les ha olvidado para qué están sentados ahí. Se les olvidó para qué les pagamos. Se les ha olvidado que comen, beben, pagan sus coches, sus vacaciones, su vestir y el sustento de sus familias porque nosotros les pagamos para que así sea, trabajo de por medio.

Ahora, no tenemos duda de que ustedes se han olvidado de todo. Se olvidaron incluso de sí mismos, pero más de nosotros. Se perdieron en su laberinto de la soledad y con el tiempo, desafortunadamente, también nosotros les seguimos, como ovejas. Nos fuimos con ustedes al abismo de la inercia, al hielo, al no hacer nada, al aceptar sordamente todo: sus robos, su derroche, su cinismo, su manipulación, su falta de alas, sus vejaciones, su magro trabajo, sus delitos, sus crímenes, su mediocridad, sus engaños, sus shows, sus dedos en la boca, sus imposiciones, sus balas, sus chapulinazos, su prepotencia, sus mentiras, su paternalismo.

Pero escuchen. Bien escuchen. Porque los vientos cambian. De unos días para acá nuestra primavera ya le ganó a su invierno. Nuestro país despierta.

Durante todas estas semanas, grata sorpresa de los augurios ancestrales del país, a un puñado de miles de chicos estudiantes les ha brotado la voz. Y de repente se han vuelto gigantes. Nacieron. Dieron a luz y están dándonos muestras de luz. Y allá en las calles nos recuerdan que ustedes son Los Olvidados, y en consecuencia, nosotros sus cómplices.

A cambio, como siempre, ustedes los han subestimado: ellos los chicos, los 'ninis', los que estrenan credenciales pero no saben cómo, los que están perdidamente conectados a sus chats, a sus redes sociales. Pobres perdidos.

Nada más alejado de la realidad. Porque ahora ellos hacen la tarea que sus padres o que generaciones más jóvenes no hicieron.

Estos 'ninis' y estudiantes, y ahora gran parte de los mexicanos desde las redes sociales, dicen no, no. Le estamos dando la vuelta a la tortilla de la historia mexicana.

Estos estudiantes de universidades privadas están creando luz pública. Y a ustedes, de repente, a media campaña presidencial, los han puesto sobre la pared. Pacíficamente, pero enérgicamente, les avisan que el futuro tan prometido en discursos y debates presidenciales está aquí: frente a frente, en las calles.

Hoy, la voz telúrica de México les viene a recordar a ustedes que son los servidores del país. Que vienen a trabajar para nuestro beneficio y el de nuestras familias. Todos los siglos dicen no, no.

No más al sistema de la desinformación y la mentira. No al abuso, al derroche, a la falsedad. A la sangre, a las armas, a la pretendida guerra. A las casas de Montiel, a los millones de Yarrington, al copete de Enrique, al cinismo de Elba Esther, a la sombra de Salinas, a la estupidez de Fox, al saqueo de los Gobiernos del PAN, a la obsesión de Andrés Manuel por el pasado, al paternalismo materno de Josefina, al engaño de Quadri, a las arcas ordeñadas, a la televisión que a ustedes los hace reyes permanentes. No a los ex gobernadores que usan sus puestos de servicio público para enriquecerse a costa del narcotráfico. No a los presidentes municipales que pactan en los oscuro con el crimen organizado y en tres años se vuelven millonarios. No a los burócratas huevones. No al sistema corrupto, caduco y prehistórico. No a las televisoras monopólicas. No a la codicia de Slim, a las hijas presumidas de Deschamps en PEMEX, a los whiskys de Marín en Puebla, a las mentadas de madre de Emilio en Jalisco. No a la tumba obstinada de más de 60 mil muertos, todos con nombre y apellido, que cavó Calderón en su sexenio. No a la falta de trabajo. No a la carencia económica de millones de familias en el país. No más.

Hoy el huracán mexicano de todos los siglos les invita a escuchar a sus propias conciencias. El grito es, paradójicamente, unánime: que guarden silencio tan solo por una vez en sus campañas. Que dejen de hablar, de prometer, de firmar compromisos, de enfrentarse.

El grito mexicano les dice que se quiten las corbatas y dejen hablar al corazón. Que se relajen. Que se bajen de sus camionetas blindadas. Que dejen el gel en casa. Que le pongan mute a sus spots.

Escuchen. Su modelo caduco de ver a México con ojos de enfrentamiento y partidos, muy partidos, ya no une a nadie. Un país muere y otro, al mismo tiempo, está naciendo. Y no espera. Ni un minuto, ni un discurso más.

Escúchense, Olvidados. Ustedes son nuestros servidores, no nuestros dueños.

Durante estos días hemos venido hablando sobre el derecho legítimo que el ser humano tiene a estar bien infomado, consciente, activo. No manipulado. Ustedes ya se dieron cuenta de que las redes sociales han pulverizado la mirada de la televisión. Porque las redes nos unen.

Hoy se ha llegado el momento en que la verdad nos hace libres. Y en el fondo, si de verdad se trata, México les grita en la cara una petición fundamental: se llegó la hora de quebrar el formato de sus debates. Porque el debate también nos pertenece a los ciudadanos. El debate es nuestro. Nosotros lo pagamos. Nosotros lo vivimos.

Queremos verles a ustedes las caras y dialogar y discutir y llegar a puntos en común.

Olvidados de México, este 10 de junio los estamos invitando a darle un giro a la historia: el país les pide romper el límite autoimpuesto del debate. Quemen los guiones, apaguen el teleprompter. Déjense de maquilladas intenciones. Invítennos a su juego de miedo para convertirlo en una verdad nacional.

Queremos hablar de tú a tú con todos y cada uno. Queremos que las redes abracen finalmente a la televisión. Tenemos que enfrentarlos y preguntarles sobre sus robos, su derroche, su cinismo, su manipulación, su falta de alas, sus vejaciones, su magro trabajo, su mediocridad, sus engaños, sus dedos en la boca, sus dedazos y sus mentiras.

De ustedes y de nosotros depende que el México que está dando a luz en estas semanas épicas logre crecer. Para beneficio de todos. Incluso de ustedes, Los Olvidados.

Rompan el debate. Mírense. Escúchense. Pidan perdón y regalen verdad.

Es su obligación.

“Nunca cambias las cosas luchando la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que haga el modelo existente obsoleto”.- Buckminster Fuller.


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NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010