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Del abrazo que me cambió la vida: #1DMx #1DGdl

Lucha Lucha anónimo

Hace un año nos sorprendió el gran golpe. Más que un individuo en una silla presidencial, vimos a un Leviatán revistiendo macanas y toletes, a una danza de piedras volando y a manifestantes que a veces eran golpeados y a veces golpeaban. Hoy sabemos que ese Leviatán, más que la expresión de un cuello blanco bajo alguna cara sombreada, era el reflejo de una sociedad que muchas veces se da la espalda, que nos volteó la mirada.

 

Hace un año a mis hermanxs lxs golpearon cuando caminaba junto a ellxs, cuando nos sentamos en señal de paz frente a la reacción descontrolada de una ilegítima fuerza pública, que fue pública por cómo se repartió. Y cuando llegó el primer macanazo delante de mí, fui víctima por su roce en mi brazo, pero más por la rabia, la impotencia: el dolor de ver a mi hermana sin haber logrado intervenir.

Pero los cuerpos no son sólo lugar para las heridas, y ellas mismas son la condición de todo gesto que las haga sanar. Recibimos el golpe y respondimos con un abrazo: el abrazo colectivo que ha durado un año, el abrazo que retratan las fotografías de esta tragedia. Trataron de separarnos, pero nos reunieron; intentaron lanzarnos al suelo, pero nos levantamos en alto; buscaban acallarnos, pero hoy alzamos la voz: las voces.

Caminamos juntos, aunque sea por senderos distintos. Hoy no marchamos todxs afuera de una feria del libro, pero sí bordamos por la paz, proyectamos mensajes otros en los muros de la ciudad, o nos hemos (tra)vestido, buscando entender las violencias, que siempre van en plural, que se nos escapan de las manos en estos tiempos de odio y cerrazón.

Hemos leído los nombres en los pañuelos y en las prendas tendidas en el viento sobre vidas que se van; sobre mujeres, homosexuales, personas trans; sobre hombres, sobre ancianas; sobre niños, niñas, niñxs; la lista nunca se agota. Hemos visto las bicicletas blancas al ir por las calles montados en las nuestras. Hemos visto las reacciones tiránicas de los gobiernos que no pueden y no quieren contener su fracaso. A ellos les damos la espalda, a ellos que nos golpearon y que deciden ignorar a todos estos nombres que han de ser nombrados, que no son una estadística, que son nuestrxs hermanxs.

Por ellxs y por nosotrxs extendemos este abrazo, hoy más que nunca, hoy primero de diciembre. Recorremos las ciudades donde habitan aunque no les veamos, paseamos por las calles donde corrieron el vinagre y la sangre. El miedo en singular no se va, pero enfrentamos en plural los miedos: los hacemos deseos. Sabemos que el cariño no es condición suficiente, pero nos consta que su gesto es condición necesaria. Hoy nos pronunciamos y nos abrazamos.

 

 

Información adicional

  • Por: : Luis Gatica. 1 de Diciembre de 2013

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