No es común que un Agente Especial del Homeland Security de los Estados Unidos dé una entrevista on the record. Uno de ellos, llamado Óscar Heglibse, platicó la primavera pasada conmigo en Austin, Texas, después del estreno de Lo que reina en las sombras, un extraordinario documental dirigido por Bernardo Ruiz en el que este súper policía aparece lo mismo conduciendo una Harley Davidson que trabajando en el Centro de Inteligencia de El Paso. La conversación giró en torno a la presencia de Heglibse en Monterrey durante el 2008 y 2009, justo los años en que la violencia mafiosa comenzó a ascender en el noreste de México. Nuestro encuentro fue supervisado desde Washington, DC por una funcionaria que oía lo que comentábamos a través de un equipo telefónico e intervenía de vez en cuando amablemente.
-¿ Los Zetas sabían de tu presencia en Monterrey?
- Sí, claro. Y no nada más de la presencia mía. Específicamente tienen inteligencia de cuántos agentes federales, estadounidenses o ni siquiera agentes, enlaces, pueden estar trabajando con el consulado de Estados Unidos en Monterrey. Claro que tienen su red de inteligencia.
- ¿Cómo opera esa red de inteligencia?
- Simplemente con hacer vigilancia en los consulados. Hacer vigilancia de los vehículos que salen de consulados. Se seguían a las casas. Se toman detalles para inteligencia de ellos. En las plazas, en la frontera, no era raro ver que cuando entrábamos —por ejemplo— a la carretera a Nuevo Laredo, en cuanto pasábamos la garita, teníamos los vehículos que nos estaban vigilando para asegurarse ellos que no íbamos a Nuevo Laredo a hacer cualquier clase de operación. Normalmente salíamos de la ciudad lo más pronto posible para entrar a los Estados Unidos. Y nosotros sabíamos que nos vigilaban, para asegurarse que no estábamos haciendo ninguna otra clase de operación. Y también, lo que teníamos entendido, es que era una manera de asegurarse de que no nos pasara algo y calentaran la plaza, por el simple hecho de que nos pasó algo.
- Así es que los Zetas, entre comillas, “los cuidaban”.
- Exacto.
- ¿Tus tatuajes y apariencia latina generó sospechas en círculos oficiales y también en la mafia?
- Sí. Fuentes nuestras nos empezaron a reportar de que Los Zetas, específicamente Miguel Treviño y El Canicón, que estaba en ese tiempo de jefe de plaza ahí en Monterrey, no estaban seguros de que yo era un agente federal, simplemente por mi apariencia y mandaron pedir que se hiciera inteligencia para que se aseguraran de que yo sí era un agente y no era gente de otro cártel que estaba tratando de hacer ataques contra ellos. Entonces, por vigilancia y por otros medios, se determinó que sí era yo el jefe de Homeland Security ahí en Monterrey. Entonces, para mí era algo que no lo tenía, porque es mejor que sepan quién eres a que te confundan con alguien más. Y era simplemente por el hecho de que los tatuajes, mi apariencia… También con el apellido, el apellido que tengo es alemán. Entonces no “matcheaba” con lo que ellos tenían previsto de un agente americano.
- ¿ Miguel y Omar Treviño operaban en Monterrey desde aquel entonces?, ¿o es algo nuevo esto que pasó?
- No, ellos tenían influencia ahí desde aquel tiempo. Teníamos informes, teníamos reportes de que ahí se mantenían en la ciudad. De Lazcano teníamos reportes de que no dormía por días. Y cuando se cansaba visitaba a un doctor en Monterrey que le inyectaba las mismas medicinas que usaba Michael Jackson para dormir. Y entonces viajaba cuando se cansaba, que tenía que dormir, viajaba a Monterrey. El doctor le inyectaba y dormía por días, con guardias, claro. Se sentían seguros en Monterrey.
- ¿Los Zetas se sentían seguros en Monterrey?
- Y en San Pedro Garza García.