NUESTRA APARENTE RENDICION

Ésta es Noruega contada a partir de algunos noruegos.


Yngve Sjøberg: Tiene los ojos azules. Tan azules que podría hacerse pasar por ciego. Trabaja para Try Norway, la operadora turística que organiza el recorrido “La Esencia de los Fiordos”, considerado por National Geographic Traveler en 2009 como el mejor paseo del mundo. El recorrido se hace en un pequeño autobús con un guía y está colmado de experiencias alrededor de la cultura, la comida y la naturaleza noruegas y por sus imponentes montañas, lagos, fiordos y glaciares.

Yngve recibió en septiembre de 2010 a una peculiar comitiva. Uno de los integrantes era un estadounidense de 50 años, nacido en California y descendiente de sinaloenses, que estuvo como soldado en Viet Nam hace 30 años y ahora usa todos los días camisas alusivas a clubes de motociclismo. Él fungió como fotógrafo y su esposa como la escritora de una prestigiada revista de Los Ángeles —que el hijo de ambos edita—, y que los comisionó para que se encargaran de averiguar sobre los famosos fiordos noruegos. El estadounidense soportó dos días de delicioso salmón y caviar en el recorrido, pero al tercero explotó y exigió una pizza.

 

También formaban parte de la comitiva, que Yngve esperó en el aeropuerto internacional de Oslo, una periodista de automovilismo brasileña, de 37 años, rubia, pequeña y delgada con un tatuaje oriental en la espalda baja. Su tatuaje es famoso entre los aficionados cariocas a las carreras, ya que la chica lo ha mostrado, junto con el resto de su hermoso cuerpo, a lectores de revistas para caballeros de Brasil. Iban además un periodista de la política carioca, que parece geógrafo, otro del diario Folha especializado en temas científicos y que viajó a Monterrey, México, en 2008 a un congreso de científicos y periodistas que discutieron sobre la manera de lograr que el periodismo científico tenga un lugar especial en el mundo. Este periodista de lentes de pasta estaba emocionado de conocer Noruega, un país que pese a tener más petróleo que Arabia Saudita, es líder mundial en proyectos de conservación natural.

 

Un novelista, una bloguera, un reportero de nota roja y una editora, todos de México, eran los demás miembros de la peculiar comitiva que Yngve recibió en los últimos días que le quedaban al verano de 2010, cuando Noruega tiene unas esplendorosas tardes de sol parecidas a las del invierno en el Caribe.

 

Adolf Gustav Vigeland: Toda su adolescencia trabajó como carpintero en un pueblito de la región de Sørlandet. A los 18 años, cuando llegó a la juventud, viajó a Oslo para tratar de ser escultor, pero la muerte de su padre lo obligó a volver a su pueblo para ayudar a su familia. Años después, el escultor Brynjulf Bergslien se hizo su mecenas y le financió viajes por capitales europeas, como París, para que estudiara en escuelas de arte. Su talento y su fama crecieron y crecieron en los años siguientes. En 1921, ya consagrado como escultor, y con Noruega recién nacida como nación tras separarse de Dinamarca, Vigeland acordó con el gobierno de la ciudad de Oslo que viviría en las proximidades de un parque público llamado Frogner, donde iría acomodando algunas de sus obras y trabajando otras como el Monolitten, poesía en granito conformada por 121 figuras enlazadas representando los diferentes momentos de la existencia humana.

 

Entre jardines con flores Rosa Aspirina y Leonardo Da Vinci, lo que antes era el Parque Frogner, hoy es el Parque Vigeland, donde está buena parte de la obra escultórica del artista que murió el 12 de marzo de 1943. Sus cenizas se encuentran colocadas en el Monolitten. Sinnataggen, la representación de un bebé berrinchudo, es una de sus figuras de él más conocidas en el mundo, y forma parte de la caminata por el parque que visitó la comitiva de Try Norway que Yngve recibió con cierto escepticismo.

 

Nils Einar Steinto: Mide seis centímetros menos que el legendario basquetbolista Earving Magic Johnson y es el gerente del Grims Grenka, uno de los hoteles de diseño más conocidos de Oslo. Con sus dos metros de altura se ve muy simpático cuando agarra los vasitos tequileros con aquavit, la bebida tradicional escandinava que se destila en alcohol como el vodka, pero que se aromatiza con cilantro, granos del paraíso, hinojo y otras hierbas. Después de las ocho de la noche, al salir del hotel que administra, Nils suele ir a uno de tantos bares irlandeses que hay en Oslo, las tabernas idóneas para ponerse una buena borrachera en la ciudad. Lo mismo lo hace con turistas latinoamericanos que sin pensarlo se paran a bailar canciones de Shakira que tocan en Noruega, o con la mujer más rica de todos los países nórdicos. A Nils no le importa demasiado.

 

Henrik Ibsen: De niño caminaba cinco kilómetros diarios para ir a la escuela, y cinco de regreso a su casa. Luego fue enviado por sus padres a trabajar como ayudante en una farmacia de la pequeña ciudad de Grimstad y a la par estudió Medicina. No terminó nunca la carrera, pero se puso a escribir poesía y luego teatro. Fue precursor de una corriente a la que los teatreros del mundo llaman con emoción el drama realista moderno. Nunca ganó el Nobel de literatura pero es uno de los escritores más apreciados en Noruega, a diferencia de Knut Hamsun, un noruego que escribió la grandiosa novela Hambre y que sí ganó el Nobel, pero que no es tan bien recordado debido a su admiración a  Hitler. La obra de Ibsen ocupa estantes enormes de las librerías de la ciudad y, en ocasiones, las reediciones son colocadas en la mesa de novedades junto a los libros de Cecilia Samartin, una cubana cuyas novelas encabezaron en 2009 y 2010 la lista de libros más vendidos de Noruega, incluso por encima del novelista policiaco sueco Henning Mankell. Mientras que los libros de Hamsun están en los rincones más oscuros y polvorientos de las librerías, a Ibsen se le organiza una feria cultural cada año, durante septiembre, la cual convoca a muchos escritores y lectores a reunirse en torno al dispositivo de papel que ya compite con Kindle y otras vainas. Algunos de los escritores invitados por los organizadores a la Feria del Libro Henrik Ibsen son extranjeros, quienes aprovechan el viaje a Oslo para escaparse una tarde e ir al Museo Edvard Munch a conocer El grito, la pintura expresionista robada y luego recuperada de este artista noruego, quien murió el 23 de enero de 1944, solitariamente, en la sala de su casa.

 

Raift: Es el hombre que se encarga de conducir el pequeño autobús del recorrido turístico de Try Norway. Hace cuatro años era el propietario de la compañía para la cual trabaja ahora como chofer. En 2006, cuando murió su mujer, decidió vender la empresa para dedicar más tiempo a sus nietos. Al negociar la transacción pidió como requisito a sus compradores que lo contrataran como chofer para tener algo que hacer de vez en cuando. Raift tiene un problema bastante visible en su ojo izquierdo, el cual  le resulta incómodo explicar; pero Raift conduce perfectamente entre caminos bien asfaltados que pasan al lado de ovejas pastando en los verdes prados noruegos o entre la niebla ocasional, esa que suele preceder a los asesinatos en las malas películas. Los paisajes a veces parecen gloriosos, en otras apocalípticos. Hay quien podría pensar que la carretera va en dirección al fin del mundo. Raift conduce con calma. Parece ser un tipo tranquilo para todo. Si acaso se apasiona un poco al hablar sobre cuál es la mejor ciudad noruega para vivir. Él prefiere Bergen que Oslo. De México piensa que toda la gente es feliz (happy people) y no tiene la más mínima idea de que en los cuatro años recientes han muerto 30 mil personas a causa de una guerra contra el narco, emprendida por el presidente de este país colindante con Bélice. Cuando a Raift le dicen México, piensa también en sombreros gigantes, que equipara con los cascos vikingos, o en el tequila, un brebaje que para él es algo parecido al aquavit, que se comenzó a hacer popular entre la comitiva de Try Norway.

 

Øystein Aarseth: Antes de que Varg Vikernes, uno de sus amigos músicos, lo acuchillara dos veces en la cabeza, cinco en el cuello y diesciséis en la espalda, Øystein pedía que en lugar de su nombre se refirieran a él como Euronymus. Era guitarrista de una banda de black metal de nombre Mayhem, además era propietario de la compañía discográfica Deathlike Silence y de la tienda de música Helvete, que aunque suena muy bonito cuando uno la pronuncia, traducida al español significa infierno. Øystein fue un personaje muy emprendedor en el mundo del black metal noruego, corriente musical alternativa que reivindica el satanismo y que le ha dado la vuelta al mundo casi como sus antepasados vikingos noruegos se la dieron a Europa hace 10 siglos. Vikernes, el tipo que mató en 1993 a Øystein, dice que le dio las 23 puñaladas, pero que fue en defensa propia. Vikernes actualmente se encuentra en libertad, aunque es vigilado de cerca para evitar que promueva o lleve a cabo la quema de iglesias antiguas, uno de los atractivos turísticos en peligro de extinción en Noruega, debido a que ciertos seguidores del black metal, también conocido como viking metal, tienen la afición de destruir alguna de vez en cuando.

 

Aksel Lund Svindal: En Lillehammer, a 180 kilómetros de Oslo, no es raro encontrar la imagen de este esquiador que ganó varias medallas en las Olimpiadas invernales de Vancouver de 2010. En una tienda de souvenirs que todavía vende artículos de los Juegos Olímpicos que se celebraron en Lillehammer, pero en 1994, hay objetos con el rostro de Aksel, quien no participó en aquella ocasión debido a que era muy joven. Hoy todavía es un joven, pero de 27 años, y ya es todo un campeón del mundo. Lugares como Lillehammer, con capacidad y condiciones climáticas para practicar el esquí, abundan en Noruega, sobre todo de diciembre a febrero, cuando hay un excelente nivel de nieve, incluso en altitudes pequeñas, así como cielos despejados y corrientes frías, pero secas, que son más agradables; todo lo cual representa un auténtico paraíso para quienes gustan de este u otros deportes invernales de montaña.

 

Sigurd Kvikne Jr: Es el gerente del Hotel Kviknes, ubicado en Balestrand, un municipio del distrito de Sogn. En el pueblo de Balestrand hay una fábrica de herramientas y muchas jugueras; de hecho, es uno de los principales sitios de producción del jugo de manzana que se toma en toda Noruega por la mañanas para acumular fuerzas y tener mucha vitamina A en el cuerpo. Sin embargo, lo más especial de Balestrand es que está entre el Isefjord y el Sognefjord, éste último el segundo fiordo más grande de todo el mundo —el primero queda en Groenlandia—. El hotel que la familia Kvikne construyó hace más de 100 años está frente al Sognefjord, por lo que la vista es espectacular. Sigurd Jr. es uno de esos tipos duros que como quiera resultan agradables. Fue presidente de una asociación de fiordos noruegos y si se toma en cuenta que Noruega es el país con más fiordos del mundo, este fue un cargo muy importante. Cuando recibió a la comitiva de Try Norway, Sigurd Jr. abrió un espacio en su apretada agenda para hacerlo en persona. Lo primero fue presentarle a la comitiva a sus antepasados fundadores del hotel, que aparecían en una pared de la entrada; las imágenes aumentaban de tamaño en proporción con la antigüedad de cada uno de ellos. O sea que su bisabuelo asomaba su rostro en un marco de dos metros cuadrados; su abuelo, en uno de un metro y medio, y su padre, en uno de un metro. “El mío va a ser el más pequeño de todos”, dijo Sigurd Jr. al final de la presentación familiar, con una sonrisa que podía significar cualquier cosa. Luego llevó a la comitiva a ver una silla que parecía no tener nada en especial. Friedrich Wilhelm Viktor Albrecht von Hohenzollern, también conocido como el káiser Wilhelm II o Guillermo Segundo, estaba descansando plácidamente en el hotel Kvinke el 28 de junio de 1914, cuando fue asesinado en Sarajevo el archiduque de Austria, Francisco Fernando —lo que derivaría a los pocos meses en la Primera Guerra Mundial—. La silla que Sigurd jr. presumió con orgullo era en la que el káiser reposaba antes de irse a emprender la guerra.

 

El pescado y los tomates cereza del Hotel Kvinke resultaron placenteros al turista estadounidense, quien esta ocasión dejó de sentir nostalgia por las pizzas californianas. Sigurd Jr. quiso ahondar en la historia del káiser con el reportero mexicano de nota roja, pero el inglés de este último era muy limitado para una conversación compleja (o quizá padecía verbofobia y no estaba enterado), por lo cual solamente asentía cada vez que había un hueco en la explicación de Sigurd, o bien, lo llenaba diciendo okey.

 

En general, los movimientos de todos los miembros de la comitiva de Try Norway ya eran más ligeros, luego de que al principio habían sido demasiado medidos y discretos, como los de astronautas recién llegados a un planeta donde todo es incierto. Yngve Sjøberg, de Try Norway, estaba contento con la nueva actitud del grupo. O eso parecía.

 

Thorolf Rafto: Fue un profesor de Historia Económica que con una voluntad de hierro hizo activismo intelectual en contra de los gobiernos represivos de Europa del Este, hasta que lo sorprendió la muerte de forma natural. Al fallecer, amigos y colegas crearon la Fundación Rafto, la cual entrega cada año un premio para activistas independientes que luchan por los derechos humanos. Cuatro de los ganadores de este reconocimiento han recibido después el único de los premios Nobel que se entrega en Noruega, el de la Paz, ya que todos los demás los acaparan los suecos. En 2010, el ganador del premio Rafto fue Raúl Vera, obispo de Saltillo, que ha creado centros de atención a migrantes en los estados fronterizos de México con Estados Unidos.

 

Carl André: Llegó al restaurante del hotel Kvinke cuando la comitiva de Try Norway terminaba de comer pescado y tomates cereza. Dijo hola y enseguida comenzó a explicar su trabajo como guía del paseo que los visitantes harían en lancha por el Sognefjord, el cual —probablemente— también recorrió en balsa el escritor y aventurero francés Julio Verne. Carl tenía un semblante serio y miraba a las cámaras fotográficas como si le pareciera una frivolidad ser fotografiado. El Sognefjord es profundo (más de mil metros) y está rodeado por montañas del mismo tamaño o incluso más grandes. Embarcaciones como la de Carl no sólo son utilizadas por turistas que recorren las aguas del fiordo, sino también por los habitantes de los pueblos costeros para actividades de comercio o de simple traslado. Carl tiene una compañía cuya publicidad promete “viajes de aventura”. Carl tenía ese día una mirada glacial.

 

Hans Egil Offerdal: Es un investigador noruego radicado en México que hace trabajos de investigación para la Universidad de Bergen. En 2009, le comentó a Shaila Rosagel algunos de los muchísimos contrastes que hay entre México y Noruega. Por ejemplo, le dijo que en Noruega —a diferencia de México— no vas a encontrar cabezas humanas tiradas en la calle; o bien, que en un año difícil en Noruega, el número de asesinatos asciende a 30, tres veces menos de lo que puede ocurrir en un solo día en un pueblo como San Fernando, en Tamaulipas. Otra cosa importante que le dijo Hans a Shaila es que los periodistas noruegos de nota roja (tan escasos en Noruega como son escasos los periodistas ambientales en Monterrey) sí tienen mala fama y todo, pero nunca publicarían la imagen de un cadáver. Hans contó que hace muchos años, un periodicucho publicó la foto de un charco de sangre dejado por una chica accidentada en una motocicleta durante un viaje por los fiordos. Arriba de la foto se leía escuetamente: “Verónica 18 años. Muerta”. Esta presentación de la noticia, que en México podría ser considerada como un extraño ejercicio conceptual, escandalizó a la gente noruega, que boicoteó al diario, el cual debió pagar las consecuencias y murió asfixiado económicamente en los meses siguientes ante la falta de lectores.

 

Oddeinar Tuttecand: Se ríe en susurros, como una mosca, y en el fondo tristón de sus ojos verdes hay algo que pone nerviosas a las integrantes de la comitiva de Try Norway. Oddeinar las espera a un lado del helicóptero que conducirá por encima de los glaciares, para mirar el deslumbre de la naturaleza noruega desde el aire. Oddeinar es alto y fornido, un armario humano. Aparece con uniforme gris de piloto que remite a la película Top Gun. El viaje en helicóptero por los glaciares es una de las actividades más impactantes del periplo turístico, y Oddeinar se encarga de dirigir el recorrido por el glaciar Folgefonna que se encuentra en una región llamada Hardanger. El paseo por el cielo dura unos 15 minutos y los tripulantes hacen las fotografías que pueden desde la aeronave, sacando la cámara y helándose las manos con el viento gélido de las alturas. El helicóptero aterriza en el helipuerto del Hotel Ullensvang.

 

Kjell Askildsen: Es un escritor noruego contemporáneo que tiene una novela corta traducida al español como Últimas notas de Thomas F. para la humanidad, considerada por “la crítica” como reflejo fidedigno de la reflexión de los viejos noruegos que aún viven hoy en día. Dice uno de los personajes de Kjell en la novela: “El mundo está lleno de insensatez y confusión, la falta de libertad tiene profundas raíces, la esperanza de igualdad está disminuyendo, la fuerza superior es demasiado grande, eso parece. Tenemos que estar contentos con lo bien que vivimos, dice la gente, la mayoría vive peor. Y luego toman pastillas contra el insomnio. O contra la depresión. O contra la vida. ¿Cuándo llegará una nueva estirpe que entienda el significado de la palabra igualdad, una estirpe de jardineros e ingenieros forestales que talen los grandes árboles que dan sombra a todos los pequeños, y que quiten los brotes del árbol de la ciencia?”.

 

Hans Edmund Harris Utne: El dueño del Hotel Ullensvang —sí, el sitio donde aterrizó el helicóptero que conducía Oddeinar Tuttecand— se hizo amigo (tal vez sea una presunción llamarlo así) de la comitiva de Try Norway. El hotel está ubicado en un pequeño poblado de nombre Lofthus y recibe constantemente premios internacionales por la impresionante vista que tienen sus habitaciones hacia el fiordo Hardangerfjord o el glaciar Folgefonna. El compositor Edvard Grieg visitaba este lugar para inspirarse durante la creación de sus obras, muchas conocidas en el mundo de la música clásica, como Para la primavera. Otros personajes tan contrastantes entre sí, como Indira Gandhi y Henry Kissinger, también estuvieron en el hotel que Hans administra. Hotel que su bisabuelo, del mismo nombre, fundó informalmente en 1846 cuando decidió alquilar una habitación de la cabaña que había construido, la cual todavía se encuentra a un lado de la construcción principal. Reyes, princesas, duques y condes suelen elegir este Hotel como lugar de residencia en temporadas vacacionales. Adrián, un chef español de Murcia, junto con Laura, su novia colombiana —una alegre paisa de Medellín—, trabajan en la cocina del hotel Ullensvang, y han visto y platicado con más personajes de la realeza europea que cualquier presidente de un país latinoamericano.

 

Edvard Grieg: Es un orgullo musical de Noruega, donde sin embargo, se oye mucha música country de Estados Unidos, tanto o más que el metal de grupos que emulan al fallecido Øystein Aarseth. Grieg murió hace más de 100 años, pero su rancho, de nombre Troldhaugen (Valle de los Trolls) y ubicado en las afueras de la ciudad de Bergen, es un lugar turístico en el que se puede visitar el museo creado en su memoria, o ir a comer algo al restaurante que tiene una hermosa vista hacia el lago y el valle. La casa donde vivió Grieg es conservada por una curadora austriaca, con el fin de representar lo mejor posible la forma como se vivía en el siglo xix en Noruega.

 

Newyork Boy: Es posible que Newyork Boy —como pide que le llamen— sea el único mendigo que hay en toda Noruega, pero esto no es así. La mayor parte de los días Newyork Boy usa tenis blancos, pantalón de pana negro, sudadera café y gorro con las siglas NY, el cual le cubre la calvicie. El cruce de Rosenkrantz y Karl Johans, frente a una nevería italiana, es su sitio preferido en Oslo para pedir dinero a los peatones, que en la capital de Noruega son muchos, ya que las calles son amables con ellos. A diferencia de Raift, Newyork Boy prefiere Oslo a Bergen porque dice que en Bergen llueve demasiado. La comitiva de Try Norway nunca vio a Newyork boy, pero de haberlo hecho, éste les habría recomendado que en Bergen, además de recorrer las famosas fachadas vikingas restauradas tras un devastador incendio, se subieran al teleférico para gozar en la punta del cerro de la hermosa vista que tiene esa majestuosa ciudad con puerto, o que se adentraran por los pasillos del mercado de pescados y probaran los manjares de los restaurantes de alrededor. Newyork boy es un indigente que platica, como un noruego más, el orgullo que siente por su país.

 

twitter.com/diegoeosorno

Crónica publicada en la revista Travesías en enero de 2011.

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