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EU legalizará las drogas cuando nuestras naciones queden deshechas

 

Laura Restrepo decidió mudarse a México tras la victoria de Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales de Colombia. “No puedo soportar ya otros cuatro años de uribismo”, me comentó en Zacatecas después de una entrevista en la cual defendía la idea de legalizar las drogas y afirmaba que su en país  -cuyo modelo constantemente es referido como solución a México- el problema del narcotráfico no se ha resuelto, sino que se ha oficializado. "Colombia está en una situación en donde todo está bastante oficializado  y respaldado por las altas esferas. El conflicto suena menos por estar amparado por el poder, pero eso solo hace agravar más el problema.

 

El problema profundiza a medida que se centra en estructuras  del poder.

 

Sí, se ha integrado más al sistema. Creo que Colombia ha pasado por tres etapas fundamentales: la primera es la de Pablo Escobar, una mafia plebeya, muy poderosa pero marginal, venida de estratos sociales bajos y aunque se volvieron dueños del país, fueron siempre rechazados por las clases altas. Como decía Escobar: “Les gusta mi dinero, pero no les gusto yo”.

 

La segunda fase es de cuello blanco, personificada en el cártel de Cali, una mafia menos salvaje (al menos a la vista) y más ligada al capital financiero internacional.

 

La tercera fase es el narco a través de los grandes cárteles militares y es hoy la que ha ido eliminando a los demás. Es la misma que creo nexos con el poder al llegar Uribe a la presidencia.

 

 

 

¿Se ha reducido la violencia gracias a la oficialización del poder con el narcotráfico?, ¿ha llegado a ser conveniente de alguna manera?

 

No, más bien creo que Uribe fue hábil al convertir a las FARC en el gran enemigo, de tal forma que la gente las repudie por el maltrato sistemático a la población civil. Uribe actuó bien, pero agregó un discurso de seguridad tipo Bush, haciendo creer que todo es un problema de seguridad y se ubica un enemigo terrorista como justificación ideológica. El resultado es un presidente popular que al mismo tiempo es un régimen presidencialista, con una tolerancia frente a los grupos paramilitares sin debilitar a las estructuras de las mismas.

 

Ahora que vienes a vivir un tiempo acá de nuevo, ¿qué te preguntas sobre México?

 

Mira, es muy interesante para mí estudiar la realidad mexicana, que yo pienso que tiene que estar, por debajo de tierra, totalmente entreverada con la colombiana.  Pero yo todavía no tengo claro cuáles son los puentes, sobre todo a nivel cultural. Quizá esto de los narcocorridos que en Colombia están regados por todos lados y que el vallenato de allá que también aquí se difunde. Las dos son músicas muy buenas que han sido asimiladas por la narcocultura y si tu ves el recorrido, cómo se vienen de Colombia a México, te das cuenta de que los canales están abiertos, los que vemos. ¿Cómo serán los que no vemos? Tengo un enorme interés de buscar las conexiones. Quiero hacerlo, como decíamos hace un rato, no a nivel policiaco, no me interesa denunciar a nadie, sino que deseo explicarlo como fenómenos sociales, pues creo que nuestros pueblos se están desintegrando y esto es producto no sólo del tráfico de droga, sino de su prohibición y el único triunfante será Estados Unidos, pues estoy segura que en un futuro ese país legalizará las drogas y nuestras naciones quedarán desechas.

 

Nosotros nos quedaremos con las tumbas y la sangre, y en Estados Unidos con el yeah-yeah y el negocio...

 

Cuando me entrevistan en Estados Unidos, a propósito de mis libros, siempre les digo a los periodistas: Ustedes, en Estados Unidos, van a legalizar la droga, obviamente lo van a hacer, en algún momento tendrán que hacerlo como cuando legalizaron el alcohol y obviamente parecía impensable semejante cosa unos meses antes. Cuando ustedes legalicen la droga se van a acordar de países como México y como Colombia, que se deshicieron como naciones, por cuenta de esa prohibición.

 

A veces parece que vamos al abismo de mantenerse esta hipocresía.

 

Pero claro, imagínate, ¿cómo frenar la producción con un consumo creciente en países pobres donde no es fácil sustituir el cultivo. Fíjate que a Colombia la estuve recorriendo antes de venirme y en tierras como Nariño que es una zona de producción muy alta, caso que se ha convertido en el principal productor de cocaína y ahora también de amapola. Y son comunidades campesinas indígenas, que de verdad tienen que optar entre el hambre o sembrar cultivos ilícitos. Esa es también en muy buena medida la realidad de nuestro continente.

 

¿Cómo pretender que una prohibición puede acabar con eso? Fue interesante la experiencia de Nariño porque ahíestán impulsando una susitución voluntaria de cultivos, porque dicen: preferimos el hambre a que nos maten a nuestros hijos, porque evidentemente quien se vincula al narcotráfico, tarde o temprano acaba muerto y su familia también.  Esto arrastra una ola de sangre que ni siquiera es solamente de América Latina la perjudicada con esta prohibición. Son los propios jóvenes, los negros y los latinos en los Estados Unidos quienes la sufren por igual.

 

Hay que hacer una campaña de educación, que fomente las pasiones entre la juventud, que los lleven al arte, a la pintura, a la exploración, a las matemáticas, a esas pasiones que los alejen de las drogas, en vez de prohibírselas. Sabemos que prohibir no sirve sino para fomentar.

 

¿Qué piensas de las producciones de televisión o los libros de Colombia en los que se manejan temas sobre el narcotráfico?

 

Fíjate, hay unos de mayor calidad y otros de menor, pero, ahora me dices tú como es las cosas en México, pero ¿cómo evitar que la gente se interese por un fenómeno que afecta tanto sus vidas?, es decir: ¿cómo vas a silenciar eso? Es cierto que ha habido una especie de boom y se vuelven best sellers los libros sobre el tema y tal...

 

Y de los narcos hablando. En Colombia, los capos tienen voz y publican libros, en México no es así. Los narcos casi no hablan. Recientemente Julio Scherer conversó con uno de los capos ¿Qué piensas de esto?

 

Es difícil juzgar porque de todas maneras es material periodístico, pero yo personalmente cuando trabajaba de periodista en la revista Semana, en tiempos de Pablo Escobar, nunca quise ir a entrevistarlo.

 

¿Por qué?

 

Fíjate. Allá había había una institución que se llamaba “El sobre”. No se si eso han oído por acá, pero el sobre era precisamente un sobre con dinero que salía de la nada y aparecía en los escritorios de los periodistas. Y claro, evidentemente esto venía de Pablo, y había gente que lo agarraba, y ya te convertías en un periodista a sueldo de Pablo. Es más, muchos de los periodistas que asesinados en Colombia, eran aquellos que recibían el sobre. Evidentemente Pablo mataba primero a los que consideraba sus empleados, cuando no le sacaban el artículo que quería, pues entonces él se las cobraba, digamos, con una autoridad que se abrogaba de patrón que él se abrogaba. Entonces, de alguna manera, ir a entrevistar a un tipo como Pablo te creaba un tipo de compromiso. Pablo era muy hábil. Pablo le recibía dinero a los ricos colombianos para invertirlo en sus envíos de cocaína. Les pedía dinero, aparentemente, digamos, como una cotización para hacer el envío. Pablo, evidentemente no necesitaba ese dinero.  ¿Para qué lo hacía? Para tener el cheque y tener constancia y tener a todo el mundo comprado y callado de la boca. Él calló así a medio país.

 

Parte del problema es el narcotráfico y parte la corrupción que consigue lograr en toda la sociedad.

 

¿Entonces de plano no lo harías?

 

De hecho en su momento no lo hice, pero no te lo quiero decir tampoco como posición ética única, porque más bien entiendo el interés político del material.

 

¿En Medellín se pasó del miedo a la esperanza o continúa en ese proceso?

 

Mira, en este momento hay una euforia por todo lo que es la mano fuerte. Yo pienso que en un país sumido en la guerra durante décadas como lo es Colombia, quien habla de una posibilidad de paz, es una persona que se vuelve popular. Pienso que la mayoría de las personas que votaron por Álvaro Uribe y ahora por Juan Manuel Santos saben hasta que punto esa aparente seguridad se ha basado en el paramilitatismo,  que es otra forma de delincuencia tan grave como el narcotráfico.

 

Qué va a estallar también algún día...

 

¡Está estallando! Para muestra en Colombia se encuentran periódicamente fosas comunes con dos mil cadáveres, las matanzas en los pueblos siguen siendo a machete, con sierra eléctrica.

 

Lo que pasa es que acambio se ha tenido más cuidado en las ciudades y en los sitios en donde los medios de comunicación tienen cobertura.

 

En México ya es imposible reportear en algunas zonas en las que el narcotráfico tiene el control, o donde hay una guerra entre dos bandos y uno aparentemente tiene el apoyo gubernamental... ¿Podríamos estar viviendo acá eso que se vive en Colombia?

 

Pues claro, Además es una seguridad que es más una sensación de seguridad porque no hay noticias de lo que verdaderamente pasa. Y cuando las noticias salen, la gente hace oídos sordos. Es decir, mientras no sea a tu familia, y tus vecinos y demás inmediatos, la muerte como que no tiene sentido. No sé que tanto haya de esto en México, pero en Colombia ya una matanza de 200 personas no le dice nada a nadie.

 

¿Entonces que piensas de la vía Medellín, de esta idea de crear esta estructura social y cultural para combatir el crimen,  que impulso Sergio Fajardo y Alonso Salazar funciona?

 

Yo no sé hasta que punto de verdad desmontaron el paramilitarismo, o hasta que punto se fue oficializando el narcoparamilitarismo en Colombia. Entonces, como te digo, yo personalmente  no creo demasiado en los avances de Colombia en ese sentido. Creo, como te digo, que se ha silenciado, porque ya se oficializó.

 

¿Qué hacemos entonces, aparte de la legalización?

 

Mira, un caso interesante es este de Nariño que te cuento. Es un caso regional pero que de pronto puede echar luces. El gobernador de Nariño es  Antonio Navarro, que fue comandante del M-19, desmovilizado y que después ingresó a la actividad política legal y que fue alcalde de la ciudad y luego gobernador. Antonio lo que está haciendo es un plan de sustitución de cultivos entre los indígenas.  Yo le decía: ¿para qué haces este esfuerzo tan brutal cuando sabemos que la legalización acabaría con esto? Y él dice: Es que yo vivo en el mundo real, mientras exista el problema de la prohibición yo no voy a permitir que aquí se siembre y voy a tener que hacer lo indecible para que los campesinos sobrevivan sembrando otra cosa y que alcancen un buen nivel de vida. Pero claro  está luchando contra el que las comunidades saben que si estuvieran sembrando coca, gozarían de algún nivel de bienestar, mientras que sembrando la lechuga los niveles de pobreza son altos. Pero, ¿qué más hacemos?, ¿qué más hacemos mientras no haya una medida racional que sería la legalización?

 

twitter.com/diegoeosorno

 

 

 


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