NUESTRA APARENTE RENDICION

La fe del Chapo Guzmán La fe del Chapo Guzmán La fe del Chapo Guzmán

 

El Señor de los Cielos era el alias de Amado Carrillo Fuentes, capo de la generación anterior del narcotráfico, en la que no sólo la decisión de quién y cómo debía morir, sino también el uso de los apodos de los integrantes de la mafia, era algo que se procuraba hacer con cierto estilo. De “El Señor de los Cielos” a “La Barbie” la diferencia es enorme; de la ejecución de un Cardenal en la Guadalajara de los noventa al fusilamiento de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, está el abismo en el que se precipita México.

En una fotografía de aquella década (que a veces parece otra era) se ve a El Señor de los Cielos caminando por una calle de Jerusalén, cargando sobre su hombro izquierdo una cruz de madera de casi dos metros, acompañado por su esposa y un hermano, mientras representa a Jesucristo en su Ruta Dolorosa por Tierra Santa. La imagen fue captada por algún fotógrafo callejero. Si no fuera por un hombre de pantalón rojo y camisa verde chabacano, la foto sería una pintura de El Greco. El rictus de Amado Carrillo Fuentes es convincente. Parece el de un peregrino más, no el del capo del Cártel de Juárez.

De ese viaje hecho a Israel en 1994 por la familia Carrillo Fuentes hay más fotografías, menos difundidas, pero igualmente reveladoras. En otra aparece junto a la comitiva Ernesto Álvarez Valenzuela, el sacerdote que organizó la expedición turístico-religiosa de quien antes de que apareciera Ben Laden, era el fugitivo más buscado por los Estados Unidos, por la introducción de cientos de toneladas de cocaína, marihuana y otras drogas ilegales en su territorio.

Monseñor Ernesto Álvarez Valenzuela, quien falleció a principios de 2012, explicó su relación con Carrillo Fuentes, diciendo que giraba alrededor de la ayuda altruista que El Señor de los Cielos daba a un orfanato administrado por la Arquidiócesis de Sinaloa bajo el nombre “La Ciudad de los Niños”.

Conocí la historia del viaje religioso de Amado Carrillo a la ciudad sagrada, hace tiempo, cuando pasé por Guasave, bella ciudad sinaloense en la que Monseñor Ernesto Álvarez se encargaba de la Catedral Nuestra Señora de El Rosario. El templo del sacerdote que paseó por Medio Oriente a los Carrillo Fuentes había sido restaurado en 2008. El atrio principal fue rejuvenecido con hojas de oro y ornamentos religiosos comprados en Italia. El sillón en el que el  religioso se sentaba durante sus misas es toda una obra de arte: cada milímetro del aposento religioso estaba revestido con láminas de oro de 24 kilates. La mano de la bonanza había rejuvenecido otras zonas de la iglesia, como los relieves del enorme techo, el oratorio donde los pecadores se acercan a confesar sus pecados, los reclinatorios en los que los fieles rezan padrenuestros y avemarías y los lienzos con imágenes que relataban la tragedia de Cristo.

En la Catedral Nuestra Señora de El Rosario, a nadie se le ocurrió colocar una placa conmemorativa como en la capilla de la colonia Tezontle de Pachuca, Hidalgo, donde se puede leer que uno de los benefactores del espacio católico es Heriberto Lazcano, el líder de “Los Zetas”. En Guasave, Sinaloa todos sabían a qué se debe el renacimiento de la catedral que cuida Monseñor Ernesto Álvarez. Es obvio: a las caritativas limosnas recogidas en las misas del domingo.

También en Sinaloa, pero en sus rincones más alejados, aquellos en los que su territorio se bifurca con el de Chihuahua y Durango, formando lo que la mitología narca nombra como “El Triángulo Dorado”, estuvo un enviado de la Iglesia Testigos de Jehová durante varios meses. El misionero escribió un largo reporte sobre lo que halló en esa zona en la que se asegura que opera Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el capo que heredó de “El Señor de los Cielos”, la fama de ser el jefe de jefes de la droga en México.

El hombre a quien por razones de seguridad se le mencionará como “Testigo”, inicia su reporte con la siguiente advertencia: “De todos en bien sabido la participación de miembros del culto católico en actividades del narcotráfico, ante la mirada complaciente de sus dirigentes, que toleran y hasta justifican estas prácticas. Por lo tanto, no abundaré sobre ellos. Permítanme abundar sobre otras iglesias de la cristiandad: las evangélicas, con sus diferentes sectas, las cuales se han multiplicado hasta ser incontables”.

"Testigo” cuenta que aunque tenía menos de 30 años de edad, ya era un experimentado proclamador de las buenas nuevas, al que sin embargo, le intimidó ver comúnmente a hombres con armas de alto poder en la calle y a plena luz del día. Durante sus días misioneros en la zona vio su primera ametralladora, su primer R-15, su primer cuerno de chivo y su primer rifle M-1. Lo que casi nunca vio fueron policías.

La siembra de mariguana es tan normal que en lugar de los billetes de 500 pesos con la imagen de Frida Kahlo, la moneda suele ser la marihuana. “¿Cuántos kilos quieres por tu troca (camioneta)?”, es una pregunta nada inusual en la región, relata “Testigo”. Pero una de las afirmaciones más importantes que hace es la del crecimiento de una fe distinta a la católica o a la de la Santa Muerte o Malverde. “Testigo” reporta: “Encontramos comunidades enteras que pertenecían a la iglesia evangélica de la región y que se encuentran inmersas en esta actividad ilícita. Tienen muchos templos bien arreglados en pleno corazón de la sierra. Muchos de ellos fueron construidos por narcos famosos de la región, uno de los cuales (El Chapo Guzmán), actualmente, es prófugo de la justicia mexicana y buscado por la Interpol. Sus servicios religiosos son como en muchas iglesias evangélicas: alabanzas, lecturas bíblicas, gritos, pataleos y desmayos. Aunque han hecho del cultivo de drogas el negocio familiar, suelen justificarse diciendo que son plantas “que Dios creó”, y que por lo tanto no es malo lo que hacen. Muchos, aunque no todos, pero sí la gran mayoría, portan armas. No es extraño ver las armas a la entrada del templo en los días de culto. Al parecer consideran impropio introducirlas al recinto del templo”.

Testigo” también fue tentado a formar parte del entramado. De acuerdo con su relato le ofrecieron dinero para transportar en pequeños recipientes la goma que produce la amapola, a sabiendas que a los Testigos de Jehová suelen dejarlos pasar sin revisión en los retenes de militares y de la policía. “En alguna ocasión, me di cuenta de cómo, un “distinguido caballero”, un pastor evangélico, de nombre Jesús, recogió un cargamento de marihuana. Se hospedó con unos vecinos de la comunidad, todos ellos evangélicos. Le llamaban “hermano Chuy”. Supe después que era el pastor encargado de varias iglesias evangélicas de la región. Después de recoger la hierba de sus hermanos se fue de vuelta para Sinaloa”, cuenta “Testigo”, quien también afirma que los únicos que no participan son los miembros de su iglesia, Los testigos de Jehová. Antes de culminar su relato, advierte: “Quiero aclarar que no todos los evangélicos del mundo son así, no. Algunos de mis vecinos actualmente son miembros de las diferentes Iglesias evangélicas y son buenas personas. Quise escribir esto, solo para recalcar como la cristiandad está envuelta en actividades ilícitas en muchos lugares del país, en complicidad con sus dirigentes, quienes toleran y justifican a los miembros de sus rebaños (“es que son pobres”; “pobrecitos no tienen otra opción”; “aun así aman al señor”; etc.)”.

A pesar de que no hay un sólo día del año en que no se mencione a Joaquín “El Chapo” Guzmán en alguno de los periódicos del país, no se sabe si este hombre tiene alguna fe religiosa y mucho menos cuál es esta. Pero lo que sí es un hecho es que su familia es creyente de una comunidad evangélica de nombre Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús. En La Tuna, Badiraguato, una ranchería perdida donde nació “El Chapo” Guzmán y que es tan inaccesible que ningún periodista mexicano ni extranjero ha podido llegar vía terrestre, un grupo del Ejército mexicano, aterrizó en helicóptero y se topó con que en el poblado serrano de apenas cien habitantes el único edificio religioso era uno de dicha iglesia. En una serie de diapositivas confidenciales procesadas por la Sección Segunda del Ejército, se ve la modesta fachada de este templo, así como también su interior. Aparecen imágenes de una casa enorme que hay en La Tuna, así como otras pequeñas, consideradas como los lugares de reposo de los vigilantes que tiene El Chapo Guzmán en esa zona, que bien podría ser para el capo del Cártel de Sinaloa, lo que para Ben Laden son las montañas de Afganistán.

Durante los años recientes dicha zona ha sido cada vez más señalada como el refugio del Chapo Guzmán, quien en 2011 cumplió una década de haber salido del penal de Puente Grande, que sigue siendo llamado eufemísticamente de Máxima Seguridad. Uno de quienes más han insistido en la presencia del Chapo en la región es precisamente el Arzobispo de la Iglesia Católica en Durango, Héctor González, quien públicamente aseveró que Joaquín “El Chapo” Guzmán vive en Guanaceví, uno de los pueblos de la zona de El Triángulo Dorado.

Para especialistas en la región, no fue casualidad que un jefe de la iglesia católica haya dicho algo así. En el fondo se trata, dicen, de un fuerte reclamo por parte de la Iglesia Católica al Chapo Guzmán por la predilección de éste hacia la iglesia evangélica y el avance que por ende, ha tenido ésta, en detrimento de la fe católica, en los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa.

De los tiempos de Amado Carrillo cargando la cruz en Jerusalén de la mano de Monseñor Ernesto Álvarez, se pasó a los días en que los templos evangélicos crecen como la marihuana en “El Triángulo Dorado”.

 

twitter.com/diegoeosorno

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NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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