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Elegir una muerte humana

Elegir una muerte humana JNN Digital

En ciertas condiciones elegir una forma de morir hace posible que la vida sea vivible mientras dure y que recupere su dignidad humana. Una elección como esta es la que revelan las palabras de José Manuel Mireles Valverde, uno de los líderes más visibles de los llamados "Grupos de autodefensa" de Michoacán, cuando enuncia las razones que llevaron a los habitantes de casi treinta municipios de este estado del occidente de México a tomar las armas:

"Lo que hicimos fue ponernos de acuerdo y elegir la forma en que queríamos morir. Todos coincidimos en una sola: morir luchando, no como animalitos en un rastro, no como borregos atados de pies y manos".

Los términos de la elección son tajantes, no hay lugar para términos medios: "morir luchando" o "morir como animalitos". Hay que elegir entre una muerte que permita recuperar algo de humanidad o una muerte en la que se ha sido despojado totalmente de ella; en ambos casos el riesgo de perder la vida está ahí, inminente, pero en el primero es posible darle un giro a la vida y con ello a las posibilidades de morir. Se trata de una elección forzada, forzada por las circunstancias que las bandas del crimen organizado con la participación activa y pasiva del Estado mexicano han impuesto a los habitantes de Michoacán -como a los de otras muchas regiones del país-, en donde no solo se han apoderado de vidas humanas, propiedades y destinos, sino que han terminado por arrebatarles la muerte a quienes han quedado bajo su control. La muerte que las vicisitudes impredecibles de la vida le reservan a cada quien, ha pasado a ser una decisión arbitraria de estos grupos criminales, con la complicidad activa de sectores del Estado, que se han adjudicado el poder de decidir cuándo alguien debe morir. Es para hacer frente a este poder de muerte que miles de habitantes de Michoacán se han levantado en armas.

Los dichos de José Manuel Mireles revelan uno de los dilemas fundamentales que atraviesan la política en sus relaciones con la subjetividad contemporánea: vida biológica o vida humana. De un lado la vida como mero hecho biológico, sin otro atributo que la califique; del otro la vida calificada como humana y entonces incluida en una comunidad, protegida por el orden jurídico, formando parte de la polis. He aquí la fractura expuesta que el capitalismo ha producido a nivel global y que el crimen organizado como su manifestación más cínica ha terminado por reiterar -fractura que coincide en nuestros días con la oposición entre un estado de excepción convertido en norma de gobierno y un estado de derecho cada vez más insuficiente. El testimonio de Mireles pone el dedo en esa llaga en la que la vida ha perdido su calidad humana, al quedar expuesta a la muerte arbitraria y banal que es decidida por otros, pero al mismo tiempo testimonia de una mutación que va de la desubjetivación salvaje producida en el momento en que la vida ya no vale nada a la subjetivación de quien lleva a cabo un acto que le permite recuperar su dignidad humana para apostar por la continuación de la vida.

El apoyo social masivo que recibió Mireles como respuesta al accidente que sufrió este 4 de enero, cuando la avioneta en que viajaba debió aterrizar abruptamente en vista de la persecución de que era objeto desde tierra por comandos del crimen organizado -apoyo ampliamente expresado en las redes sociales y en la prensa escrita-, parece indicar que en la situación de Michoacán y sus estados colindantes se juega no solo el futuro de la paz en nuestro país sino el futuro del Estado mexicano, en la medida en que la situación de la región pone en cuestión la legitimidad de éste, incluso la autoridad moral de sus gobernantes para decidir las llamadas "Reformas estructurales" que han convertido en una mercancía más a los recursos naturales de la nación. En circunstancias en que las "autoridades" estatales están ausentes, las fuerzas de seguridad federales en el mejor de los casos permiten que los grupos de autodefensa hagan el trabajo que les correspondería, el Estado mexicano demuestra estar rebasado y ser inoperante y las comunidades en armas tienen que defender su vida, la de sus familias, sus propiedades y su dignidad frente al crimen organizado confundido a estas alturas con las estructuras del Estado, la región se ha convertido en un polvorín, que dadas ciertas condiciones podría pasar del estado de excepción a la guerra civil. Frente a este negro panorama tenemos el privilegio de presenciar el surgimiento de subjetividades que ya no esperan nada del poder del Estado y que producen las condiciones para hacer su vida vivible por fuera del biopoder, que ahora más que nunca se revela como necropoder. 

Información adicional

  • Por: : Flavio Meléndez Zermeño
  • Biografía: Analista. Miembro de la École Lacanienne de Psychanalyse/Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Profesor-Investigador Titular de la Universidad de Guadalajara. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
  • Fecha: Enero de 2014
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