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Fiesta a puerta abierta

Fiesta a puerta abierta Fiesta a puerta abierta Fiesta a puerta abierta

Iba a ver a mi tía y a mi prima que viven solas en una privadita de 13 viviendas. Cuando entraba en su casa las encontraba con las cosas tiradas por todas partes y con caras de espanto e impacto. Les acababan de robar, por suerte sin que ellas estuvieran dentro. Se llevaron sus computadoras, aparatos electrónicos y hasta los estambres y agujas de mi prima, con los cuales estaba bordando algunas cosas.

 
Al verlas así, devastadas y asustadas, yo sentía un gran dolor en el pecho y algo parecido a un nudo en la garganta. Ese día yo iba por ellas para llevarlas a una comida que tendríamos con mis papás y otros familiares. Por un momento pensé que no querrían ir, pero me sorprendía al escucharlas decir que sí, que era lo que necesitaban para salir del shock y distraerse un poco.
 
Salíamos al jardín común a esperar a mi papá, pues él pasaría por nosotras. Ahí estaba el socio de mi tía y se ponía a platicar con nosotras de lo que venía de pasar. También estaba indignado.
 
Había una fiesta de varios vecinos y a mí me llamaba la atención que empezaron a llegar varios hombres que, por su forma de vestir y actitudes, desentonaban un poco con el ambiente del lugar, pero a nadie más le parecía extraño. Era una fiesta al aire libre y a "puerta abierta" para quien quisiera entrar.
 
Luego de un rato ya eran más y estaban acomodados en cada una de las posibles entradas o salidas de la privada. De pronto, cortaban la electricidad y de golpe se apagaban las luces y la música de la fiesta. En ese momento todos sacaron sus armas. Nos empezaron a gritar y a apuntar con ellas, eran de todo tipo: cortas y largas.
 
Entrábamos en pánico y la única reacción de supervivencia que tuvimos fue la de tirarnos juntos en la orilla del jardín y contra la pared. Yo quedaba junto al socio de mi tía y a veces abría los ojos. Los hombres seguían amedrentándonos a gritos. Lo único que me preocupaba (aparte de nuestras propias vidas) era que fueran a llegar mis papás justo en ese momento; prefería que lo hicieran más tarde, cuando ya todo se hubiera terminado. No quería que les pasara nada.
 
Ahí tirada, pegada al pasto y a la tierra, sintiendo los cuerpos a mi lado que temblaban de terror fue cuando desperté.

 

 

 

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  • Por: : Anónimo

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