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Tin Tan, el pachuco pacheco

Conaculta Conaculta Conaculta

Como se sabe a los “pochos” ya se los chupó el diablo del imperialismo yanqui, por lo que no sabemos si la palabra “pachuco” se deriva de alguna deformación del argot discriminatorio para llamar a los mexicano-estadounidenses. También es posible que el origen de la palabra venga de que algunos pochos son de Pachuca, Hidalgo o del noble náhuatl pachoacan: “el que gobierna”.

Eso sí, la palabra “pacheco” tan arraigada ahora en la jerga mariguanera de nuestra suave patria, proviene de alguna deformación del “pachuco”, porque el pachuco se volvió popular en México luego de la Segunda Guerra Mundial, gracias a las películas del Tin Tan, personaje pacheco por excelencia.

Tin Tan, como sabemos, se encargó de enseñar a los mexicanos la cultura pachuca de la frontera. Aunque nació en Progreso, Yucatán, muy chico acompañó a su padre, que era agente aduanal, a Veracruz y luego a Ciudad Juárez. Allá en Juárez, “la fea”, aprendió que los pachucos tenían la dignidad de los nacionales desterrados. El personaje de Tin Tan fue polémico. José Vasconcelos lo agredió hasta el cansancio porque americanizaba la sacrosanta cultura nacional. Pero eso no paró su popularidad.

 

El rijoso José Revueltas y la loca por excelencia, Salvador Novo, lo defendieron.

 

 

El pachuco de Tin Tan se popularizó en la película El hijo desobediente de 1945. Tengo la impresión de que al menos parte de la instantánea popularidad de Tin Tan se debió a sus pachecadas. Si no me cree, échele un ojo al diálogo final de la canción El hijo desobediente:

—Mira Pascualito —le dice Tin Tan a su carnal Marcelo— si te pones de al tiro chansa a que haga lo que tú quieras, no sé qué es lo que quieres, pero ahí se va. Dime ¿Qué es lo que quieres?

—Ser su cómplice en el jueguito. Usted me acepta como su mayordomo para que pueda quedarme en esta casa.

—Mmmm y… ¿eso es todo?

—Eso es todo.

—Y ¿no tienes mal carácter?

—No señor.

—Y ¿sólo te da por ahí.

—¿Me sigue tomando por loco?

—Neeel, sabes, lo que quiero es conocerte a fondo. ¿No te da por romper jarrones o algo?

—Jamás.

—Menos mal, ¿y te gusta la mota?... Digo, ¿la música?

—Es mi debilidad...

—¡¿Qué?!

—La música.

—Ja, a los pipoles como tú les gusta de bute la música.

 

 

 

Las referencias pachecas siguieron en las películas de Tin Tan a lo largo de su vida artística. En Hay muertos que no hacen ruido de 1946, le reclama su pachequez a un vampiro: “¡A mí se me hace que le gusta el matarique con yerba!”

(Minuto 2:30)

 

 

En la misma película termina la descripción bien pacheca de un reloj al carnal Marcelo emulando la grifa:

 

—Ja, chocamos. ¿Por qué no pita o saca la mano?

—Usted cambió la hora de su reloj para preparar su coartada.

—Pues viera usted que no cambié absolutamente nada. Lo que pasa es que mi reloj es bueno pero un poco raro. Y cuando faltan 10 para las seis marca 15 para la una y entonces dan las dos...

—¿Y qué? —pregunta Marcelo.

—Que a mí ya me dan las tres, pero no de éstas... —aclara Tin Tan mientras se lleva un churro imaginario a la boca, —¡de la otra!

—¡Dios! ¡Las tres¡

(Minuto 5:00)

 

Finalmente en Soy charro de levita de 1949, Tin Tan y Marcelo nos dejaron una referencia shaeksperiana a nuestro gusto por la pachequez pocha y pachuca. Marcelo recita nada más ni nada menos que Hamlet:

 

—¡Marcelo, Marcelo, Marcelitooo! !Marcelo, Marcelo, Marcelitooo! ¡Dios mío esto es ineludible... ¡ay! Perdone señor, ¿no ha visto a Marcelo por aquí?

—¿Marcelo? ¿Quién es Marcelo? —pregunta Marcelo en tono de ser o no ser.

—Mi carnal.

—Marcelo... tu carnal... lo de hombres me suena...

—¡Pero si eres tú, Marcelo! ¿por qué andas disfrazado así?

—SShhhh... ¡La función va a comenzar!

—¿Cuál función, Marcelo? ¿Me reconoces?... Soy yo...

—¡Arriba el telón!

—¡Estás borracho otra vez!

—Ser o no ser, ¡he aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu? ¿Suplir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar las armas contra un piélago de calamidades y haciéndoles frente acabar con ellas? ¡Morir! ¡Dormir! No más.

—¡Marcelito! Antes te daba por emborracharte y ahora le zumbas a la grifa, ¿de cuál fumaste? ¿De la de Xilpan?...

Marcelo seguía en trance.

—Sí he aquí el obstáculo.

—¡Que lo brinque Marines! Es el único en el mundo... Marcelo... ¿Qué te fumaste? ¿Un extra grueso? Mira, soy yo, Tin Tan, reconóceme, ¡Tin Tan!

—...Tiiin... Taaan... Tiiin... Taaan... Eso me recuerda las campanas de Puebla... 5 de mayo de 1862. Era la aurora, el sol resplandecía rasgando los jirones de la yerba, y entre los rayos de la luz que envían, surgen las torres del heroica Puebla, tiiin, taan, tiiiin, taaan...

Entonces se abrazan y lloran. Tin Tan le reclama:

—Fumaste de la llorona y me la pegaste a mí. Vamos al hotel... a ver si hay alguien que nos de una manita... a ver si encontramos cómo salir de aquí... ten cuidado no te abolles las salpicaderas... vamos Marcelito...

 

 

(Ocurrió en México 1945-1949)

Froylán Enciso

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