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Sobre “Tú y yo coincidimos en la noche terrible” como indicador de la tarea

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“Tú y yo coincidimos en la noche terrible” es un libro complicado y doloroso que recaba la historia de vida de los 127 trabajadores de la información asesinados y desaparecidos desde la alternancia en la presidencia de la República mexicana en 2000. Es también un libro que puede llegar a ser polémico debido a los criterios de selección heterodoxo que se tomaron desde la concepción del proyecto .que involucró a 125 autores, la mayoría periodistas aunque también académicos y activistas, bajo la coordinación de Lolita Bosch y Alejandro Vélez Salas. De ahí que hayan tanta lecturas posibles sobre esta obra.

 

 

 

Una primera lectura de este libro, dieciochesca digamos, demuestra que el asesinato de 127 trabajadores de la información e informadores independientes entre 2000 y 2012 es signo de que no vivimos en una democracia, porque la esfera pública en México sigue siendo exclusiva, turbia y criminal. Sabemos que, desde el siglo XVIII, la exclusividad de la “esfera pública”,  así llamada por los filósofos, es parte de los límites definitorios de la nueva forma que ha tenido la sociedad para relacionarse con los gobernantes, la “democracia”. Sin embargo, el hecho de que los periodistas e informadores, que han sido convidados por el poder a participar de la esfera pública, sean asesinados no puede ser más que síntoma de que ahora el espejismo de comunicación entre sociedad y poder se ha opacado hasta convertirlo en sombra de ilegalidad y espectro inhumano.

 

Una segunda lectura, decimonónica digamos, demuestra que la nación es un cuento por el que estamos dispuestos a luchar y a morir. Durante los últimos doce años, hubo periodistas chayoteros o no, corruptos o no, que demostraron que la pugna por contar la historia de la política y la ilegalidad en nuestra nación sigue siendo una lucha a muerte. Es por eso que buena parte de las discusiones que nos platearemos con este libro, con su lectura, se relacionaran con la inmoralidad de algunos periodistas y de los políticos y criminales que los mandaron matar: la nación es ese cuento de una madre limpia y pura al que todos queremos pertenecer y de la que todos queremos ser soldados.

 

Una tercera lectura, novecentista digamos, muestra que el mundo en que vivimos no debe ser reducido a una narración de buenos contra malos, policías y ladrones, nazis contra resistencias, víctimas contra victimarios, porque eso a la larga nos debilita al margen de qué lado uno milite —todos queremos ser buenos— e imposibilita entendernos unos a otros y reconciliarnos. Es por eso que no todos los periodista e informadores de este libro tiene la simple virtud de ser bueno y que mucho de los textos intuyen los motivos de sus asesinos. Es por eso también que en su conjunto el libro está escrito con una rematada sed de justicia, una justicia que nunca llega, una justicia que se denuncia, por su ausencia, como quimérica o lejana o quizá imposible.

 

Finalmente este libro, puede leerse desde la actualidad. Podemos leer “Tú y yo coincidimos en la noche terrible” como una acumulación de las tragedias modernas: como un libro que afirma sus deseos de democracia y limpieza en la esfera pública mientras vislumbra que el espejismo democrático se desvanezca en un tuit anarquista. Un libro que afirma su carácter mexicano con una sonrisa irónica en los labios, lo que lo vuelve síntoma de los límites del nacionalismo en el mundo. Un libro que se afirma como obra de gente buena, aunque esta gente también tenga la certeza de que es poderosa, gracias a la palabra, y puede destruir las relaciones de poder que llevaron a estas muertes. Un libro que no tiene miedo a ser refutado y reescrito en perfiles de Facebook, rumores en los pasillos de la FIL de Guadalajara, livestreams vociferantes de ONG que se dan baños de pureza, actas ministeriales, notas periodísticas o chistes de café.

 

Este libro nos da la bienvenido al Siglo XXI mexicano.

 

Amigo periodista,

 

usted y yo coincidimos en la noche terrible, pero usted será siempre la esperanza y la fuente de su desencanto.

 

Hemos preparado el terreno para que usted nos informe de un futuro más veloz que las tendencias de palabras clave en Twitter.

 

Hoy en el Encuentro Internacional de Periodistas de la FIL en Guadalajara usted podrá irse con la finta de que los periodistas críticos, esos que denuncian y que narran lo que ven, están gozando del placer de haber tenido la razón desde el principio. Se puede ir con la finta de que ya nos creímos que hay libertad de expresión plena, porque podemos mentarle la madre al PAN si se nos da la gana. Nada de eso.

 

Déjenme invitar al señor Peña a la mesa.

 

¿Qué pasaría si el señor Peña escuchara este párrafo escrito por Cuauhtémoc Ruiz Ortiz en este libro?:

 

“El día del asesinato de José Luis Ortega Mata apenas habían transcurrido 81 días del gobierno de Vicente Fox. Se suponía que México, con un presidente no proveniente del PRI, por fin gozaría de democracia. De los 16 millones que votaron en 2000 por el PAN, muchos hubiesen preferido votar por otras opciones, pero decidieron hacerlo por Fox para enterrar a los dinosaurios. Empero, en los siguientes doce años de gobiernos panistas serían asesinados aún más periodistas que bajo los sangrientos sexenios del priato.” (p. 229)

 

Peña seguramente daría la razón a Ruiz Ortiz y, aún más, prometería respetar a la prensa y decretaría un memorial para los periodistas caídos durante los gobiernos panistas.  También diría que el sangriento PRI de antaño no es el que él representa. Sin embargo, estoy seguro de que Ruiz Ortiz no le creería nada.  Sabemos que los priístas tienen incentivos para atizar la primavera anticalderonista en que estamos inmersos. Es más, en el PRI, como sabemos por la historia, son especialistas en adelantarse a las demandas sociales para integrarlas a sus discursos como si fueran propias. Son los maestros del artilugio, el engaño, la cooptación y la represión silenciosa.

 

Por eso, me di a la tarea de buscar menciones a palabras que contuvieran la sílaba “PRI” en este libro. Les comparto cinco de las referencias que encontré:

 

1. El texto de Rossana Reguillo, “Leodegario Aguilera Lucas: Ernestina y el mar”, dice que su periodista “tenía sesenta años cuando fue secuestrado por cuatro hombres armados el 22 de mayo en 2004, cuando salía de su casa. Pocos días antes de su secuestro trabajaba en un reportaje sobre el enriquecimiento del exgobernador de Guerrero, el priísta René Juárez Cisneros; había viajado a Cuernavaca recabando datos y fotografiado el hotel el Madrigal, cuya propiedad se atribuía a Juárez Cisneros” (p. 43).

 

2. El texto de Cornelio Merlín Cruz, “Raúl Marcial Pérez, un crimen de Estado”, inicia con las siguientes oraciones: “Raúl Marcial Pérez, periodista asesinado en la administración de Ulises Ruiz, crítico del sistema priísta, dio voz al movimiento de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca por medio de su columna el Otro Lado de la Moneda. Su ejecución ocurrió el 8 de diciembre de 2006.” (p. 165)

 

3. En el texto de Carolina Esqueda Oliva, sobre “Saúl Antonio Martínez Gutiérrez, ¿Quiñen era Saúl Martínez?”, dice que, entre otras cosas, “también se sospecha que fue (asesinado) por haber denunciado las corruptelas del gobierno del priísta Tomás Yarrington Rubalcaba, detenido en Texas bajo sospecha de lavado de dinero del narco, irónicamente el 23 de mayo de 2012, es decir, once años y un mes después del secuestro y asesinato del periodista.” (p. 173)

 

4. En mi texto, “Humberto Millán Salazar, aquí todo se olvida casi en cuanto sucede”, escribí: “La añorada alternancia en la gubernatura llegó a Sinaloa en 2010, mediante una ruptura del PRI que terminó fortaleciendo prácticas autoritarias y criminales. Sabemos que Humberto tenía información escabrosa sobre varios bandos bajo la tutela del exgobernador priísta, Juan S. Millán Lizárraga y el entonces gobernador Jesús Aguilar padilla.” (p. 197)

 

5. El texto de Graciela Mochkofsky, “Pablo Aurelio Ruelas Barraza, amenazado”, dice que: “Pablo Aurelio Ruelas Barraza había sido amenazado el 6 de abril de 2011 por Bulmaro Andrés Pacheco Moreno, diputado del PRI por Huatabampo”. Luego aclara que “casi ninguno de los reportes publicados sobre la muerte de Pablo Aurelio Ruelas Barraza ligan su asesinato con la amenaza del diputado priísta.”

 

Es decir, también es posible leer “Tú y yo coincidimos en la noche terrible” como indicador de la tarea.

(Leido en la FIL del Guadalajara en 2012)

 

Froylán Enciso

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