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Michelle García comparte sus motivos para escuchar a las mujeres en tiempos de guerra

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MACHOS Y PUTAS ENMASCARAN LA VIOLENCIA MEXICANA: UNA MIRADA DESDE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS

Él está muerto y ella semidesnuda. Dos imágenes que encuentro en cada puesto de periódicos de la Ciudad de México: machos y putas.

Una hoja de marihuana y un tacón de aguja en forma de pistola adornan una portada de revista. Varios periódicos dividen regularmente sus portadas entre una mujer en bikini y cadáveres. Sexo y violencia en los medios de comunicación, no es nuevo, pero en el caso de México la fantasía sirve como máscara de la verdadera violencia que ha dejado decenas de miles de muertos desde que Felipe Calderón lanzó su "guerra contra los cárteles" poco después de asumir el cargo en diciembre de 2006.

El voceador Víctor Luna me dice que la pareja tiene la intención de atrapar a los lectores con un disparo: el doble cañón de la violencia de la "vida cotidiana" con algo de sexo para darle un toque de "glamour". Uno de ellos, el sexo o la violencia, seguramente tendrá éxito.

Interpreto las imágenes sexy como la devaluación  de la violencia sufrida por las mexicanas. La mayoría de lectores de Estados Unidos y México están familiarizados con los cientos de casos de asesinatos impunes de mujeres en Ciudad Juárez que desde los 1990 grupos de derechos de las mujeres han denunciado como "feminicidio." La creciente violencia doméstica en México es menos conocida, menos publicitada y menos sexy. Un promedio anual de 1,000 mujeres son asesinadas, la mayoría por sus parejas, según un informe de la BBC de 2007. En una encuesta del gobierno mexicano en 2003, casi 8% de las mexicanas mayores de 15 años dijeron haber sufrido violencia sexual en los últimos 12 meses. Human Rights Watch informó en 2006 que, en promedio, una mexicana es violada cada cuatro minutos. (1)

En la cobertura diaria de la violencia contra las mujeres en medios mexicanos, por lo general se representan como elementos decorativos. De acuerdo con un informe de CIMAC,  un grupo de mexicanas dedicada al monitoreo de medios informativos, en 2009 83% de las notas centradas en historias sobre mujeres representaban a la mujer como víctima de la violencia, pero rara vez los periodistas les permiten expresar sus opiniones sobre la violencia.(2)

La violencia contra las mujeres se convierte simplemente en un espectáculo y su voz, simplemente en un medio para agregar detalles.

Los periodistas que cubren fronteras y violencia en México están llevando a cabo uno de los trabajos más peligrosos y heroico en el periodismo actual. Sin embargo, la complejidad de la violencia se enturbia con una trama que nítidamente dibuja líneas narrativas y ofrece un relato familiar. La mayor parte de la historia de la violencia en la frontera se enmarca dentro de la historia de un hombre. Y en la historia de un hombre, los hombres matan a los hombres y las mujeres se lamentan en los márgenes.

El flujo constante de imágenes sangrientas se mezcla con el centelleo de las fronteras en tiempos de fascinación mórbida, una especie de pornografía de la violencia, sin entendimiento de los complejos factores que la alimentan.

De regreso del viaje a la ciudad de México, ya en mi casa en Nueva York, busco comprender los mensajes de los medios de comunicación, que no pude descifrar. Debra Castillo, director del Programa de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Cornell, me dice que hay más en las imágenes de los medios de comunicación que el tinte de la sangre: el tinte de las clases sociales.

"Los apetecibles cuerpos de la miseria", dice ella, invocando las palabras José Joaquín Blanco. (3)

"Yo no creo que sea sólo la mujer sexy y la violencia masculina", dice. "Creo que es la forma en que juega esta relación en términos de clase. Personas de clase alta  pueden obtener cierto tipo de estimulación indirecta del espectáculo de la violencia de las clases bajas." Las imágenes replantean la violencia para que sea tolerable, incluso aceptable. Luego las imágenes se venden, en primer lugar, a la misma clase trabajadora y las personas en la miseria que han sufrido sus consecuencias.

No sólo los medios de comunicación, pero ahora las películas son centrales para la perpetuación de este tipo de imágenes. Las películas de bajo presupuesto, las "narcopelículas", normalmente se centran en capos machista y mujeres jóvenes hipersexualizadas que desean a los hombres por su dinero y poder. De acuerdo con fotógrafo Fabio Cuttica —quien ganó el World Press Photo Award en febrero por su imagen de un actor en un set en Tijuana haciéndola de narco— las películas se originan de reportes noticiosos y tratan la violencia de la misma manera que estos reportes.

"La noticia no lo trata de manera muy diferente de la película", dice Cuttica. "Hay poco seguimiento a los casos extraordinarios, son tan superficiales como las películas. Y la impunidad nunca se menciona." Cuttica añade que las películas no sólo se comercializan en México sino también entre los mexicanos en Estados Unidos que se retiran, al menos geográficamente, de la violencia que ha consumido su tierra natal. En esencia, estas películas trafican clichés insensibilizantes entre quienes se retiran de la violencia y quienes la padecen, glorificando la "nueva realidad" de los migrantes. En las páginas de algunos periódicos y noticieros de televisión, el veneno mismo que asesina se sirve a los consumidores como si fuera propio.

La versión estadunidense de los apetecibles cuerpos de la miseria se refleja en una fantasía de la región fronteriza como espacio impregnado de fascinación sensual. The New York Times se lamentó de que la violencia arruinara un lugar "una vez considerado por estadunidenses sólo como un patio de juegos traviesos", y agregó: "es un lugar que no es completamente México ni totalmente El Norte. Y una cucharada de peligro, una búsqueda por el pecado fue siempre parte de su encanto.” (4)

El imaginario fantástico es más fácil con los detalles de violencia casi surrealista en México: cabezas rodando en pistas de baile (un detalle repetido hasta la saciedad) y cuerpos decapitados colgando de puentes, además de la Santa Muerte fenómeno, la llamada santa patrona de los narcotraficantes.

Es todo tan. . . sexy.

Algunos en la prensa siguen preocupados y morbidamente fascinados con la violencia y, a menudo, olvidan evaluar el papel de las fuerzas del gobierno. Por ejemplo, cuando 72 migrantes murieron en agosto de 2010 en un rancho mexicano en la frontera con Brownsville, Texas, la brutalidad sin sentido, aparentemente se apoderó de prensa y la atención del público. Pocos, notablemente Dudley Althaus del Houston Chronicle, se molestaron en preguntar por qué, después de que un sobreviviente notificó a los militares sobre la masacre, los funcionarios no llegaron hasta 24 horas después. (5) Alma Guillermoprieto se explayó sobre este y otros ejemplos de la negligencia de la policía en su artículo "Los asesinos de México". (6)

En Estados Unidos, muy a menudo los medios dejan a los lectores de periódicos con un entendimiento limitado de los complejos factores que alimentan la violencia, al mismo tiempo contribuyen a la imagen amenazadora del hombre mexicano como asesino sin sentido —espanto de la muerte—, pero siempre, siempre, macho con carácter excepcional, excepto cuando es un hombre que cruza la frontera ilegal o es un jornalero soslayado. Entonces se le castra, es un ser lastimoso.

Para entender la violencia de los hombres, debe analizarse en todas sus formas, incluida la sufrida por las mujeres que crían a los niños que se convierten en los hombres que tememos. Las experiencias de las mujeres son fundamentales en la narrativa de la frontera, porque las mujeres completan la historia y añaden profundidad a una narración aparentemente simple de machos de gatillo fácil, amantes incontenibles del narcocorrido. Si nos enfocáramos en la compleja relación de las mujeres con la violencia, la atención se desplazaría de la imagen del hombre que mata otros hombres hacia la responsabilidad del gobierno y la prioridad de preservar vidas. Los lectores entenderían mejor cómo las autoridades mexicanas han abordado o no la violencia en todas sus formas, así como las actitudes sociales hacia las formas "aceptables" de violencia.

Es cierto, las mujeres ocupan roles como perpetradores de violencia, hay mujeres traficantes y asesinas. Pero la historia de las mujeres en algunas de las zonas más violentas de México revelan las múltiples influencias sociales que propician un suelo fértil para matar. Considere esto: Ciudad Juárez tiene una de las mayores concentraciones hogares encabezados por mujeres en México, en parte porque la ciudad siempre ha incorporado a trotamundos, inmigrantes y personas en busca de nueva vida, incluidas las mujeres que huyen de la pobreza o el abuso.

Las mujeres en Ciudad Juárez que crían a sus hijos solas luchan contra la escasez de servicios públicos, escuelas e infraestructura.

Informes menos sexy, pero críticamente importantes explican el fenómeno de decenas de miles de Ninis (chicos y chicas que ni estudian ni trabajan), esto es, ese alrededor de 33% de niños en Juárez que no estudian o no trabajan como resultado de la escasez masiva de escuelas, violencia domestica rampante e indiferencia oficial. Además, estas mujeres se enfrentan a la discriminación generalizada, violencia que no se investiga, corrige y queda sin castigo, y el acoso de policías y militares que se supone deben protegerlas.(7)

La pequeña pero significativa historia de L.R. es ejemplo. L.R. es una mexicana sobreviviente de violencia doméstica cuya solicitud de asilo en Estados Unidos, basada en su temor de ser asesinada por su concubino, en un caso sin precedentes, fue aprobada. El fiscal especial para delitos contra mujeres en México dijo en una declaración jurada que las víctimas enfrentan "enorme tolerancia social y cultural hacia estos abusos, lo que resulta en complicidad por omisión de las autoridades que deben prevenir y castigar estos actos violentos."(8)

Esta tolerancia se alimenta por las imágenes de chicas y cadáveres sexy en México, y en Estados Unidos por el simplón abandono de la mujer como arista necesaria de las noticias. El resultado es una perspectiva enraizada en una narrativa de "los buenos contra los malos", "se necesita mano dura".

Sin una perspectiva que incluya la vida de las mujeres, la prensa corre el riesgo de promover estrategias estilo viejo oeste y tiroteos, hace poco para enfrentar las poderosas fuerzas de la impunidad, la corrupción y la rígida inmovilidad social que produce fracasados. Y en esta llamada guerra, la percepción dicta la política. Con Estados Unidos apoyando la mexicanizada "guerra contra las drogas" con $ 1,4 billones de dólares de la Iniciativa Mérida —que se enfoca fuertemente en armamento y tecnología y es más ligera la reforma judicial y la construcción de infraestructura— la percepción es, de hecho, política.

Menos sexy y críticos son los reportes poco frecuentes de las mujeres que intentan reconstruir un país destrozado por los hombres: por ejemplo, las mujeres líderes de las caravanas que llevan suministros a los pueblos devastados por la violencia. El grupo de mujeres en motocicleta rosa, Las Guerreras, ruedan en barrios hechos pedazos por la pobreza que alimenta la violencia y viven a su sombra en Ciudad Juárez. Rosa, una mujer dijo a Reuters, que lo hacen para proyectar "una imagen femenina menos amenazante" que la de los sicarios que marcan territorio desde las motos.(9)

Pero hay otra imagen evocativa de las mujeres enfrentando a los líderes de la nación en defensa de sus comunidades frente al rostro de la negligencia. En diciembre, viajé a Ciudad Mier, una villa colonial y mi hogar ancestral cerca de la frontera en el sur de Texas. Esta villa atrajo la atención mundial por ser la primera ciudad "abandonada" cuando los funcionarios locales, seguido por la mayoría de los habitantes del pueblo, huyó después de nueve meses de batalla entre los Zetas y el cártel del Golfo.

Los rostros de los hogares y negocios quedaron marcados con balazos, las calles llenas de autos quemados y los soldados con armas automáticas se desplegaron por los patios llenos de maleza en viviendas particulares abandonadas. Ciudad Mier, famosa por su animada cultura local, parecía en estado de coma, desastre de bombardeo, con excepción de una esquina donde dos mujeres barrían hojas secas y basura, una noble aunque poco publicitada respuestas a la "guerra".

Dos días después, el gobernador del estado Eugenio Hernández Flores y el Secretario de Gobernación Francisco Blake Mora llegaron con la promesa de más seguridad e inversión, y la denuncia de los malos por su violencia. Se enfrentaron a ruegos y gritos de las mujeres que acusaron al gobierno de abandonarlos, sacrificarlos a una violencia que paralizó casi todos los servicios públicos.

No hay farmacias, ni tiendas, ni agua. ¡Nada! Frente a estas mujeres, el gobernador mejor miró hacia otro lado con una sonrisa afectada. En la exploración de la cobertura de la visita de alto perfil a Ciudad Mier, me encontré con un sitio web de noticias mexicanas, El Chilito, que un giro sorprendente, consideró que este evento era noticia y publicó un video. El video incluye un informe escrito que describe Mier como un lugar donde los hombres creen que sólo hay dos tipos de mujeres, “las bravas y las bravísimas” (10)

NOTAS

1. Duncan Kennedy, “Domestic Violence Stalks Mexican Women,” BBC News, May 22, 2007; Cita de Human Rights Watch, “The Second Assault: Obstructing Access to Legal Abortion After Rape in Mexico,” Human Rights Watch 18, no. 1(B) (March 6, 2006): 11 (n. 4 y 11).

2. Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC), “Hacia la construcción de un periodismo no sexista,” (2009), cimac.org.mx/cedoc/publicaciones.../ hacia_la_construccion.pdf.

3. Para más análisis véase Easy Women: Sex and Gender in Modern Mexican Fiction (University of Minnesota Press, 1998), 39. También véase su capítulo en Hértoc Domíngues Ruvalcaba e Ignacio Corona (Eds.), Gender Violence at the U.S.--Mexico Border. Media Representation and Public Response (University of Arizona Press, 2010).

4. Marc Lacy, “The Mexican Border’s Lost World,” The New York Times, July 31, 2010.

5. “Survivor of Mexico Slaughter Details Immigrants’ Final Moments,” Houston Chronicle, August 25, 2010.

6. The New York Review of Books, 28 de octubre de 2010.

7. Laura Poy Solano, “Ninis, 33% de jóvenes en Ciudad Juárez,” La Jornada, 14 de abril de 2010.

8. Citado por Julia Preston, “Asylum Granted to Mexican Woman in Case Setting

Standard on Domestic Abuse,” The New York Times, August 12, 2010.

9. Julian Cardona, “Pink Bikers Fight Mexican Drug War by Helping Poor,” Reuters,

January 24, 2011.

10. El Chilito (Tamaulipas), “Crónica: La histórica visita de Blake y Eugenio al Pueblo

Mágico,” December 7, 2010.

http://www.notired.com.mx/imprimir.pl?id=38964&portal=MASNOTICIAS

 

Michelle García actualmente trabaja en un libro sobre masculinidad en la frontera. Recientemente terminó un documental sobre el muro fronterizo titulado "Contra México": http://www.borderwallfilm.com/

 

Traducción de Froylán Enciso.

Publicado en NACLA Report from the Americas, mayo-junio de 2011, editado por Paul Gootenberg y Froylán Enciso.

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