72 fueron sólo unos tantos de los miles que día a día enfrentan la violencia, el crimen y el hartazgo de la ruta del migrante.
72 que fueron para sus familias el todo de sus vidas antes y tras su muerte.
72 seres humanos asesinados en clandestinidad, en cobardía, en silencio y sin un rastro de humanidad.
72 personas, hombres y mujeres con sueños.
72 exiliados de la tierra centroamericana que los vio crecer.
72 que huyeron del hambre, de la pobreza, de la violencia y del crimen que los vino a alcanzar en tierras mexicanas.
¿La razón? Un México que huele a hastío, a hiel, a sangre de migrantes.
Hace cuatro años, 72 migrantes: 58 hombres y 14 mujeres, 24 de nacionalidad hondureña, 14 salvadoreños, 13 guatemaltecos, cinco ecuatorianos y tres brasileños, fueron el fatídico resultado de esta masacre, de este genocidio.
A cuatro años del asesinato de los 72 migrantes en un rancho de San Fernando; Tamaulipas, en manos de un grupo criminal Los Zetas exigimos justicia, memoria y recuerdo para ellos y para quienes los amaron en vida y ahora lo hacen en la distancia.
Que este 23 de agosto quede como mancha negra e imborrable en la mente de todos los mexicanos, pues no es para menos el dolor de 72 familias, madres, padres, esposas, maridos e hijos quienes se quedaron sin su ser querido, ante un hecho cruel, violento y sin nombre.
Y es que, a este hecho se suman cientos y miles cada día, puesto que no hay momento en el que no se ultraje la integridad o los derechos humanos de las personas migrantes en México. Desde la inoperancia, inacción y desinterés del propio gobierno hasta su nefasto sistema migratorio. La inmersión del crimen organizado que extrapola la violencia, el sadismo y la crueldad en contra de ellos, vuelven invivibles las rutas migrantes.
Aun así, la necesidad, la violencia y la falta de actuación y representación de sus gobiernos obliga a los migrantes a dejar, pese al dolor, su lugar de origen para enfrentarse a estas calamidades.
Es así como los casos, se repiten, se repiten, se repiten y se multiplican. Para muestra el dolor de miles de familias que han sido despojadas de sus seres queridos y las tres masacres cometidas en contra de los migrantes en tan sólo tres años a partir de 2010 en San Fernando, Tamaulipas.
El recuento:
En abril de 2011 otro hecho fatídico vino a lacerar a la comunidad migrante: 193 personas fueron localizadas en fosas clandestinas y para mayo de 2012, 49 torsos fueron encontrados en Cadereyta, Nuevo León.
Por lo menos hay en México 80 mil migrantes desaparecidos, aseguran defensores, sacerdotes y organizaciones no gubernamentales, todos ellos, víctimas de secuestros, asesinatos, caídas del tren o reclutados por el crimen organizado.
Martha, una madre de 72
Martha perdió a José Francisco García, su hijo; para siempre, sin saberlo, sin esperarlo, cuando lo despidió con lágrimas y llanto pidiéndole que no se fuera a los Estados Unidos, pues ella sabía más que nadie sabía de lo peligroso que era el camino por México. Fue ese agosto de 2010 cuando ante un acto de plena cobardía, después de unos tamales y un atole (cuenta uno de los sobrevivientes en de la masacre de San Fernando), le arrebataron cruelmente la vida a su hijo.
Y así fue… Francisco ya no regresó a su natal Salvador, ya no lo regresaron. Con 34 años, sin esposa, sin hijos, pero con un gran amor hacia su madre, Francisco uno de los 72, dejó su espacio vacío en la mesa de su hogar.
A la señora Martha sólo le queda la lucha y dolor, las ansias de justicia e irremediablemente la fe en Dios, su Dios, ese que dice se encargará de enjuiciar a quienes mataron a su hijo, porque, ella sabe que aquí en la tierra del humano el castigo no es para todos, la ley del hombre aplica para el rico, el poderoso, mientras el pobre añora hasta la muerte el momento en el que se haga justicia.
“De cualquier manera que haya llegado la muerte a mi hijo, yo le doy gracias a Dios, de que mi hijo no murió por delincuente, sino, por luchador”
Ya son 4 años…
Ya son 4 años y sólo hay “presuntos responsables” detenidos por la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar) y la Procuraduría General de la República (PGR).
Los hasta ahora detenidos por la matanza en San Fernando son:
2011: Martín Omar Estrada Luna, “el Kilo”, líder de “los Zetas” presunto responsable del secuestro y homicidio de por lo menos 72 personas.
Captura la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) a Édgar Huerta Montiel ‘El Wache’, quien confesó ser autor del secuestro de los migrantes.
2012: Salvador Alfonso Martínez Escobedo “La Ardilla” es acusado de la matanza de 72 migrantes y señalado como jefe regional del grupo de Los Zetas.
2013: Román Ricardo Palomo Rincones alias “El Coyote”, quien la Procuraduría General de la República (PGR) identifica como uno de los responsables de la matanza de migrantes ocurrida en el municipio de San Fernando, Tamaulipas
Miguel Ángel Treviño, alias ‘El Z-40’, líder de Los Zetas, vinculado con el secuestro y homicidio de migrantes en San Fernando y en Tamaulipas. 265 asesinatos se perpetuaron bajo su orden.
Un dolor que se repite y se carga a cuestas
Existen aún migrantes a los cuales todavía no se les identifica o que, incluso, en el sentido más cruel e inhumano del gobierno mexicano se han entregado restos equívocos a los familiares de una de las víctimas.
La herida sigue abierta, con pocas respuestas del gobierno y sin justicia; por ello, el pasado 20 de agosto el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), conformó un jurado integrado por Laura Carlsen (Programa Américas, Center for International Policy) y Wilner Metelus (Comité Ciudadano de Defensa de Naturalizados y Afro Mexicanos), Camilo Pérez Bustillo (Eje Sobre Migración, Capítulo México del TPP) y el padre Alejandro Solalinde para dar a conocer las conclusiones preliminares del dictamen que sentará las bases para someter a juicio ante cortes internacionales por crímenes de lesa humanidad a migrantes, a todas aquellas autoridades mexicanas, estadounidenses y de los países de origen involucradas por inacción u omisión en la matanza de cada uno de estos 72 migrantes,
Mientras tanto los sentimientos de dolor, rabia y pena con los que se quedaron estas 72 familias, son ahora remplazados, a cuatro años de esta tragedia, por la lucha y la justicia de salir adelante en nombre de sus hijos.
