NO LES VOY A DEJAR MI CIUDAD
Luis tiene 21 años, es actor y bailarín. Desde hace siete años se involucró con organizaciones civiles y grupos que trabajan por el bienestar de su ciudad. Como todos sus amigos, creció en un ambiente acostumbrado al crimen organizado: acudía a la misma escuela privada a la que asistían los hijos de capos como Amado Carrillo Fuentes, con quienes compartía la banca, las fiestas y los espacios.
Era socialmente aceptado ser hijo o familiar de algún narcotraficante. “Lo que está pasando ahorita es una consecuencia, lo empezamos a ver muy mal cuando se empezaron a matar entre ellos y destruyeron la ciudad. Si desde el inicio hubiera sido en Juárez ‘Narcos no’, ahorita tendríamos algo distinto”, argumenta al tocar la aceptación del narcotráfico en el tejido social.
Cuando llegó el Ejército a Ciudad Juárez, Luis pensó que su presencia serviría de algo. No pasó mucho tiempo antes de que notara la total desorganización entre el Ejército, la Policía Federal y la Policía Municipal. Un día una de sus tías, a la que considera como su segunda madre, se dirigía a casa de sus padres para llevarles medicinas. En la camioneta la acompañaba una hermana suya, su hijo y su sobrino, ambos de 16 años. En el trayecto, un retén militar los detuvo cerca del Puente Internacional Zaragoza-Ysleta para revisar el vehículo. Bajaron a la mujer, la alejaron del vehículo y le quitaron su radio. La interrogaron y le advirtieron que “alguien le había puesto dedo y que ya sabían que ella cruzaba droga a El Paso”. Ella trató de explicarles que llevaba medicina a casa de sus padres y que ni visa tenía. “¡Ya te pusieron dedo, vas a valer!”, le dijeron, y no escucharon más explicaciones.
La amagaron, la llevaron a un cuartel y la torturaron. Más tarde la llevaron a un terreno baldío; sintió la tierra bajo sus pies desnudos. La aventaron y cortaron cartucho un par de veces. “¡Aquí vas a valer madres!”, le gritaron, mientras ponían una canción a todo volumen. Ella sólo pensó: “Por favor, Dios mío, que me dejen donde mi familia me encuentre”. Pero la volvieron a subir al vehículo y le advirtieron que la llevarían a la Procuraduría General de la República. Al arribar allí llegaron también, desde el otro lado de la ciudad, dos hombres detenidos por transportar droga en una grúa. Ambos negaron conocer a la mujer con la que intentaron vincularlos. Los acusaron de encubrimiento. Los testimonios de los dos menores de edad que iban en la camioneta los tacharon de “testigos entrenados”. “Prueba que poníamos que estaba a nuestro alcance, prueba que desechaban; éramos ciudadanos peleando con el Ejército”, recuerda Luis.
El proceso duró un año y medio, durante el cual la tía de Luis permaneció privada de la libertad. Desde el Centro de Readaptación Social armó una asociación civil, e impartió clases a sus compañeras que buscaban terminar la primaria. Le propusieron declararse culpable por delitos contra la salud, pero toda la familia se negó a que se aceptara una culpa que terminaría con su vida al recuperar su libertad. Accedieron a pagar importantes montos de dinero en mordidas disfrazadas de pago de honorarios; nada cambió. Quien sí salió libre, después de solicitar y pagar un costoso amparo, fue el narcotraficante, mientras que el chofer de la grúa que remolcó un auto con los neumáticos cargados de droga y la tía de Luis permanecían presos.
La tía de Luis vio pasar al juez y le gritó que la sacara de ahí. Al reconocer el caso, el juez decidió retomar el asunto y asesorarla. Luego de un par de meses salió libre, después del trámite de un amparo.
Luis pensó: “Yo no les voy a dejar mi ciudad”. El proyecto del que participa forma parte de El Pacto por Juárez, un proyecto del Plan Estratégico por Juárez que plantea el desarrollo del Pacto TeVe, una agencia de noticias donde un grupo de reporteros ciudadanos comunica tres cosas: 1) Las noticias buenas que suceden en Ciudad Juárez; 2) ¿Qué está haciendo tu gobierno para que la calidad de vida mejore?, y 3) La vigilancia de funcionarios.
Actualmente el mayor medio de difusión de El Pacto por Juárez (www.pactoporjuarez.org) se centra en el uso de redes sociales como Facebook y Twitter (@pactoporjuarez).
“Y SI NO TE MATAN, ¿QUÉ?”
Marisela Escobedo trataba de ponerse una pancarta con una foto de su hija Rubí antes de la vista de Felipe Calderón. Los paseantes le gritaban: “¡No estás sola, no estás sola!”. Marisela volteó y les dijo: “Yo sí estoy sola, mi lucha la he llevado sola”.
Escuchándola estaba Elisa. Antes, en 1998, conoció a una chica empleada de una maquiladora que se convertiría en una de las tantas muertas de Juárez; casi al mismo tiempo se integró como voluntaria a Casa Amiga, una institución que trabajaba con situaciones de violencia doméstica. Elisa comenzó a empaparse de temas de género y violencia, descubriendo que todo estaba ligado a la pobreza y a la falta de oportunidades.
En 2007 se agudizó la situación de violencia en Juárez. Aparecieron delitos como la extorsión, los secuestros y el carjacking. Por aquella época inició su servicio social, como parte de su licenciatura en Psicología en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), y se integró a la Oficina de Orientación y Bienestar Estudiantil. Ahí conoció las historias de estudiantes que no tenían para comer o que sólo poseían el dinero necesario para la ruta; algunos trabajaban toda la noche en la maquila y llegaban por la mañana directo a la universidad.
Sus prácticas profesionales las llevó a cabo en un centro estatal de atención a mujeres y víctimas de la violencia por parte de la UACJ, e impartía talleres para padres. En 2008 obtuvo una beca para especializarse en violencia sexual en la Ciudad de México, pero nunca perdió contacto con la situación de Juárez; tenía claro que era necesaria la capacitación formal para sensibilizar en cuanto a temas de género y violencia sexual. A finales de ese año, la comunidad universitaria recibió un golpe duro: el asesinato del profesor Gerardo González, atribuido a una equivocación. A esa muerte siguió el homicidio de un estudiante de Derecho que fue sacado por soldados de su casa, y cuyo cadáver apareció posteriormente. En mayo del 2009 otro maestro, Manuel Arroyo Galván, fue asesinado a plena luz del día. Los universitarios comenzaron a movilizarse, pintando las siluetas de los caídos en el lugar de los asesinatos; a veces una silueta quedaba justo encima de otra. En octubre de 2009, el sobrino de Elisa, de 19 años, fue asesinado cuando estaba en casa de un amigo.
El 30 de enero de 2010 sucedió la masacre de los jóvenes estudiantes de Villas de Salvárcar y, días después, la reunión con Felipe Calderón.
Elisa ahora desarrolla un proyecto con 19 secundarias, algunas de las más conflictivas. Desde ahí han nacido proyectos para mejorar la calidad del agua, talleres de artesanía urbana, arte, radio, pintura, muralismo, grafiti y música. Un grupo optó por la creación de un Centro de difusión de investigación de la salud, otros echaron a andar un proyecto de activación física, los demás han propuesto la creación de bibliotecas o desarrollar un vivero en plena zona industrial.
Elisa cuestiona a los que han perdido la esperanza de un buen futuro diciéndoles: “Bueno, y si no te matan, ¿qué?”.
HISTORIAS DEL MICTLÁN
El camino al Mictlán no tiene retorno. Allá van los muertos, al norte, a lo árido, a los desiertos que se comen las carreteras, como en Ciudad Juárez. Para Vekors, Ciudad Juárez se ha convertido en un Mictlán; lo canta cuando dispara con la métrica y metáfora que exige el rap.
Empezó a escribir después de la pérdida de su madre, víctima del cáncer, a los 15 años. En el barrio siempre escuchaba rap con su hermano. Puso atención y después de un tiempo comenzó a cantar. Se reunió con amigos que tenían computadora y programas para grabar, y comenzó a ponerle música a sus creaciones. Sus temas son el barrio, en donde él es el universitario, aunque en la universidad es el malandro. La teoría la obtiene de la escuela y la práctica del barrio. Su primer material discográfico lleva nombre y fecha:Historias del Mictlán, 2007-2011.
Las letras de sus canciones son la crónica de un día común para cualquier joven juarense, que mira tendido en el suelo a quien no la libró de un atraco con una 9 mm; al que las patrullas federales lo detienen para esculcarle las bolsas y de pasada perder sus cosas: “Donde conectas mota, cocaína y heroína” denuncia el ausentismo en las escuelas y el exceso de población en los panteones.
Cambia de rola, rapea: “Trato de entender el medio ambiente en el que estoy; aquí nací, crecí, por eso sé que no me voy. Busco la esperanza para saber que el día de hoy, aprecio como soy y le doy gracias a la vida de tomar la decisión, para que mi fe no esté perdida, yo sigo pensando aquí en mi cuarto que algún día, la tristeza y la agonía que sentí en mis noches frías desaparecerá, no sé cómo ni cuándo, pero sé que pasará. Recuerdo a los amigos que han caído en esta guerra, mis sueños siguen firmes y mis pies sobre la tierra; tengo unas ideas que se aferran por salir, de esta mente enferma que quiere sobrevivir, explorar y volar lejos de esta realidad”.
Las canciones no paran de narrar. La número siete está dedicada a su hermano, y escrita entre mayo y junio del 2009 cuando, después de una discusión familiar con su padre, el hermano salió de la casa. No lo volvieron a ver con vida; lo encontraron con dos tiros en la cara, después de días envuelto en una lona. Desconocen el motivo del asesinato, pero el rapero tenía la esperanza de tomar de muleta el proyecto musical para alejarlo de la heroína.
Historias del Mictlán es la crónica cantada de la situación en Ciudad Juárez. Usa en sus interludios fragmentos de la película El infierno, y el discurso de Felipe Calderón donde éste emite una disculpa por la masacre de los jóvenes estudiantes de Villas de Salvárcar. También, la declaración del padre del adolescente Sergio Adrián Hernández, asesinado por una patrulla fronteriza o, de igual modo, un tango de Carlos Gardel.
“Mi interés es sacar todo lo que veo, mi interés es no quedarme callado; aquí está mi respuesta, a mí no me van a hacer pendejo con sus mamadas en la televisión y en los medios, yo estoy viendo aquí qué pasa”.
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