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Es por los 50,000 muertos en México”, explica un turista anglosajón a su esposa y sus hijos mientras voltean boquiabiertos hacia lo alto de un puente en Barcelona, donde el viento bambolea los dos muñecos de tamaño real rellenos de hojas y papel de periódico.  “Es por los dos twitteros que mataron los narcos en Nuevo Laredo y cuya muerte no se difundió a nivel nacional”, les comentan los compañeros que colocaron la instalación en las calles de Wellington a los neozelandeses que, al escuchar, mueven la cabeza en señal de frustración y desaprobación. En Montevideo, casi todos los automovilistas que cruzaron por el Puente Sarmiento bajaron la velocidad para poder leer el texto escrito en la manta que estaba franqueada por los dos maniquíes: “En México esta es una escena real y cotidiana, necesitamos que la vean”.

La verdad es que la crudeza de la realidad mexicana rara vez se deja ver en las grandes redacciones internacionales. Nos enteramos de México en el extranjero en el caso de grandes acontecimientos: grandes matanzas, decomisos masivos de estupefacientes, en corruptelas imposibles de enmascarar, o en el caso de que se capture o se mate a algún capo poderoso. Es obvio que la muerte, tortura y exhibición en un puente de dos jóvenes que twitteaban en Nuevo Laredo por avisar de balaceras y enfrentamientos no tiene la newsworthyness para llegar a las primeras planas de los diarios internacionales -aunque fue reporteada por El MundoLa Nación-, pero debería haber sido cubierta por los diarios nacionales, quienes guardaron silencio al respecto. Silencio que incluso cubre con su manto las identidades de ambos jóvenes, que siguen siendo unos perfectos desconocidos, salvo para sus familiares y amigos, cuyo dolor por la pérdida suma la de la ignominia del secretismo y del no reconocimiento. También para los demás twitteros aterrorizados de que cualquier día sean ellos los colgados los tristes protagonistas de una realidad devastadora, especialmente ahora que en Veracruz -y posiblemente en 13 Estados- se preparan leyes para criminalizar mensajes que creen pánico social.

Por este silencio y por el miedo, por los muertos que no son identificados, por los que no salen en los medios, por los que no interesan, por los que son considerados solamente una cifra en una tabla de Excel, es que desde varias ciudades del mundo hemos organizado esta instalación urbana. Nuestra intención es denunciar la violencia cotidiana que viven miles de mexicanos y mexicanas y que está desgarrando lentamente el tejido social del país. Ya que los narcotraficantes y sicarios nos han robado la paz social, nosotros hemos decidido robarles su modus operandi como acción de paz para informar de lo que sucede en México. Grupos como el Colectivo “Poemantas por la Paz” ya han copiado la estética narca colgando mantas con poemas en puentes para intentar reconquistar los espacios públicos y compartir un mensaje de paz, pero con frecuencia sus escritos son retirados con premura por las fuerzas del orden. Por eso, hemos decidido ir más allá para llamar la atención de una sociedad internacional que da muestras de estar despertando de una apatía centenaria y aprovechar el impacto visual que causa ver dos cuerpos colgados en un puente.

Desde todas las ciudades participantes -y las que no- surgieron pronto preocupaciones por la seguridad tanto de los organizadores como de los ciudadanos de las urbes donde se colocaría la instalación. Ciudadanos de muchas latitudes pensaron en sus permisos de residencia, en multas por ocupación del espacio público y hasta en encarcelamiento -debido a cuerpos de policía nerviosos y poco tolerantes ante las acciones y ocupaciones de movimientos sociales de indignación que han dado la vuelta al mundo. Al pensar en lugares para la instalación enseguida se descartaron los puentes por donde pasan muchos automóviles para no ocasionar algún accidente, también se desistió de invadir los lugares simbólicos o la propiedad privada. En una ciudad como Barcelona, donde hasta los músicos callejeros y las estatuas humanas están normativizados, se temía que colgar dos muñecos de un puente y una manta en solidaridad con México pudiera ser un crimen, o por lo menos una falta administrativa como pasarse un alto o beber alcohol en la vía pública.

En medio de estas preocupaciones alguien se preguntó:¿tendrán los narcos los mismo dilemas éticos o legales al matar a alguien y después colgarlo de un puente? Después de ver cómo sicarios ultimaron a los 72 migrantes en San Fernando hace más de un año, cómo dispararon contra adolescentes en Villas de Salvarcar o cómo aventaron 35 cadáveres a la mitad de Boca del Río, la respuesta parece bastante obvia. De hecho, según algunas investigaciones periodísticas los cárteles recurren a este tipo de violencia simbólica simplemente para “calentar la plaza” ya sea porque otro cartel tiene el control de la zona o porque está en su interés meterle miedo a los pobladores antes incluso de que empiecen los enfrentamientos por las rutas de trasiego y comercialización con otros cárteles. Siguiendo el símil, lo que nosotros queremos lograr con esta instalación es “calentar la conciencia”, despertarla, alertar en otras latitudes -y que resuene en México- que la violencia es cada vez más tangible y cotidiana, que cada vez va a resultar más común tener un amigo o familiar asesinado, o que haya vivido balaceras, haya sido extorsionado o secuestrado. La clase social, la profesión o el lugar de residencia ya no serán atenuantes. Para muestra el caso de los twitteros o el de los dos jóvenes que fueron asesinados con AK-47 mientras jugaban futbol en Culiacán el día de ayer.

Mientras dábamos los últimos toques a la instalación, una escultura de un cadáver con gran parecido al artista y disidente chino Ai Weiwei apareció en una galería de la ciudad alemana de Bad Ems, escandalizando a la población. Hubo varias llamadas a la policía e incluso un ciudadano se atrevió a denunciar al artista He Xiangyu por “profanación de cadáveres”.  La noticia, cubierta por los principales medios de comunicación, es una muestra de esa doble moral tan compartida en Occidente, pues los alemanes se escandalizaron más de que un artista hiciera una escultura de un muerto que de la situación del verdadero Ai Weiwei, que vive actualmente en arresto domiciliario en China. Nuestra instalación recibió críticas similares en su fase de planeación. A algunas personas no les gustó el uso de la estética macabra de los sicarios, mientras que otros criticaron la cosificación que hacíamos de las víctimas. Una vez realizada la instalación, podemos decir que si bien en todas las ciudades hemos visto gestos ceñidos y muecas de disgusto cuando la gente alza la vista y ve dos cuerpos colgando de un puente, cuando la gente leía la pancarta automáticamente sacaba su teléfono móvil de la bolsa y tomaba una foto de la instalación. Encontrar esta escena en cualquier ciudad puede ser molesto y de mal gusto, pero que esta escena sea cotidiana y real en partes de México como Tamaulipas lo debe ser mucho más, y no debemos permitir que siga sucediendo.

Ignoro sí mientras escribo esta crónica la instalación permanecerá en los puentes de Barcelona, Wellington (Nueva Zelanda), Montevideo y Aarhus (Dinamarca), o ya habrá sido desarmada por los cuerpos de policía o por algún curioso. En todo caso, todos los que participamos en esta acción de paz confiamos en que haya sido vista y compartida por suficiente gente como para que estos puentes puedan convertirse en “Puentes a la conciencia” y que desde otros países -y sobre todo desde México-  se pueda denunciar esta aterradora realidad.

 

Alejandro Vélez Salas

Modificado por última vez en Lunes, 05 Marzo 2012 15:29
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Gestión del Portal Nuestra Aparente Rendición.

Nació en Barcelona en 1970, pero ha vivido en Albons (Baix Empordà), Estados Unidos, la India y durante diez años en Ciudad de México. Es licenciada en filosofía por la Universidad de Barcelona, tiene un diplomado en escritura creativa de la Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM) y un posgrado en letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Escribe, a la vez, en catalán y castellano. Y su obra ha sido traducida al polaco, al alemán, al inglés, al gallego, al valenciano y al euskera. También ha publicado literatura infantil y juvenil, géneros con los que ha cosechado diferentes premios.

En 2004 ganó el Òmnium Cultural de Experimentación Literaria, en 2006 fue elegida Nuevo Talento FNAC y en 2009 fue finalista del Premi Salambó, el Amat-Piniella y el Premio Fundación Lara de Novela. En 2007, además, recibió el reconocimiento de los lectores y la crítica con los premios de literatura juvenil Protagonista Jove y Serra d’Or. Y en 2010 Edicions 62 le concedió el Premi Octavi Pallissa de creación para terminar una novela sobre la historia del narcotráfico mexicano en la que lleva seis años trabajando: Camps de caputxins abans de tot això / Campos de amapola antes de esto.

En 2007 dirigió en Barcelona el festival literario Fet a Mèxic. Y tras crear el Colectivo Fu de Literatura, dirigió un nuevo festival: Fet a Amèrica – Festival internacional de novela contemporánea en lengua castellana / Barcelona, otoño 2010. Además coordina, en colaboración con otros miembros del colectivo, otros proyectos literarios como la biblioteca para los presos de la prisión de Valledupar (Colombia) que apadrina Juan Marsé, o la biblioteca infantil para la Fundación Lydia Cacho.

En 2010 la adaptación de su novela Elisa Kiseljak ganó el Premio Especial del Jurado del 58 Festival de Cine de San Sebastián y fue seleccionada para el Festival de Londres BFI, el Festival de Estocolmo, el Festival de Toulouse, el Festival de Montreal Nouveau Cinema, el Festival de Marsella y el Festival de las Bahamas, entre otros.

Anteriormente, en el año 2000, había fundado con el escritor peruano-mexicano Mario Bellatin la Escuela Dinámica de Escritores en la Casa Refugio Citlaltépetl de la Ciudad de México, y antes fue maestra de literatura y filosofía de la Universidad del Claustro de Sor Juana, también en la Ciudad de México, y dio clases en la UNAM y en el Orfeó Català de Mèxic. Hoy da, en distintos lugares, cursos de pensamiento y creación de novela contemporánea con un método propio.

Colabora o ha colaborado en diversos medios de comunicación, como los suplementos Babelia o Cultura/s; los periódicos El País, La Vanguàrdia o El Periódico y Público; o los medios mexicanos Letras Libres y El Universal. También ha participado en programas culturales para la televisión como Saló de lectura, l’Hora del lector y Ànima, donde ha hecho crítica de literatura y teatro; y para la radio, como Els Matins de Catalunya Ràdio o El Secret, donde en la actualidad hace crítica teatral. Actualmente, además, escribe columnas de opinión en Públic y crítica literaria para algunos medios catalanes y mexicanos.

En los últimos años ha publicado: Això que veus és un rostre (CCG Edicions, 2005 / Sexto Piso, 2009), Elisa Kiseljak, (La Campana, 2005), Tres historias europeas (Caballo de Troya, Debolsillo, 2006 / LaButxaca, 2010), La persona que fuimos (Mondadori, 2006 / Empúries, 2006), su antología personal de literatura mexicana Hecho en México (Mondadori, 2007), Insólita ilusión, insólita certeza (Mondadori, 2007 / Empúries, 2007), Una: la historia de Piiter y Py (Almadía, 2008), La familia de mi padre (Mondadori, 2008 / Empúries, 2008), Japón escrito (autoedición, Barcelona, 2009) y una antología personal de literatura catalana contemporánea (Voces de la literatura catalana - Empúries / Anagrama, 2010.) Próximamente aparecerá su primer ensayo narrativo sobre la escritura (Ahora, escribo, - Empúries / Periférica, 2010.) Publica su obra literaria en catalán en Empúries y en castellano en Literatura Mondadori, pero edita también en otras editoriales independientes como las españolas Anagrama y Periférica, las mexicanas Almadía y Sexto Piso, o la peruana Borrador Editores.

Gestiona el blog Nuestra Aparente Rendición sobre la violencia en México. E incursiona, además y siempre, en el teatro y la fotografía: géneros que le son íntimos, necesarios y cercanos para pensar la escritura.

Sitio Web: www.lolitabosch.com

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