NUESTRA APARENTE RENDICION

Centroamérica es un estrecho apéndice entre las dos Américas. No pertenece a nada y, por lo mismo, es prácticamente inexistente en el contexto mundial. Pese a su localización geográfica estratégica, Centroamérica representa la pobreza más profunda de la región.

Compuesta históricamente por cinco países: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, presenta gran diversidad social. El istmo panameño pasó a conformarla hasta el siglo pasado, también por un tema de aislamiento.

Centroamérica no ha conocido nunca la paz. Su historia está plagada de violencia y sangre. Desde la colonia hasta la actualidad, la región siempre ha sido convulsa. Las enormes desigualdades sociales han provocado levantamientos, revueltas, intentos de revolución, golpes de estado, guerras, reformas, sin que a la fecha ninguna haya logrado modificar en gran medida el marco social.

Desde las guerras pos-independentistas, las pretendidas reformas liberales, los regímenes militares, los intentos de modernización, los movimientos guerrilleros de los años 70 y 80, los infructuosos acuerdos de paz, las maras, hasta el narcotráfico, el istmo no ha visto nunca con ojos de sorpresa la violencia que, en muchos casos, supera incluso a la de países en guerra.

Hemos mamado el miedo. Éste nos ha acompañado a lo largo de siglos y ha estado presente en la conformación de nuestras naciones y en las escasas transformaciones sociales, la mayoría de las cuales se ha logrado de forma violenta o por azar.

Sin embargo, no nos queremos rendir. Aún no nos damos por vencidos. Aún abrigamos esperanza. Aún creemos que es posible lograr una mejor sociedad, donde la educación sea la tabla de salvación, acaso la única.

Somos pueblos emprendedores, marcados con profundas cicatrices de injusticias, guerras, delincuencia, emigración, desarticulación social, desigualdad, impunidad, desnutrición, pero aun así, queremos sumarnos a NAR y contar al mundo, no sólo nuestras tragedias, sino también los esfuerzos que hacemos por no dejarnos vencer. Nuestra rendición, aunque algunas veces haya parecido definitiva, es también y, en todo caso, aparente.

 

Correo: NARCentroamerica@gmail.com

Responsable del proyecto: Vanessa Núñez Handal / @nunezhandal

Escritora, ensayista y periodista. Docente universitaria de literatura. Colaboradora de medios centroamericanos tales como Contrapoder, El Faro, Diario CoLatino y La Hora.
 

Primera guerra La infancia. Mi generación y yo crecimos en lo tácito. La incertidumbre vital ante la explosión de lo inevitable. Celebramos piñatas mientras los batallones masacraban civiles y vimos con asombro la incursión de la guerrilla en la ciudad. Aún años después, en nuestros colegios privados, nos ocultaron de la guerra. Yo comencé a pronunciar su nombre -pues ya lo había enunciado en secreto- al llegar a la mayoría de edad.  Guerra es una palabra que aprendí de niña y nadie me la dijo ni me la explicó. Jamás en mi familia la pronunciaron a pesar de las bombas en la ofensiva del 89. Atrapadas en casa, mi madre, mi padre y yo, oíamos las detonaciones. Entonces, dije a…
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 Cada vez que una fosa clandestina aparece, un abismo se abre bajo nuestros pies. Aquí, en México o Centroamérica, la fosa está llena de cadáveres que serán reconocidos o suprimidos de la memoria. Mirar hacia la movilización social por la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, México, permite mirar y ojalá emular mecanismos de solidaridad y de exigencia de justicia. Pero también permite encontrar la paja de ese ojo ajeno: centroamericanos que desaparecen en México son indolentemente desaparecidos. ¿Ser el otro es el problema aunque los otros de Ayotzinapa seamos todos, como dice el hashtag? ¿Cuándo México y la comunidad internacional dirán #CentroaméricaSomosTodos? Escribo este texto para abordar dos cuestiones, dos preocupaciones: la calidad que el Estado asigna al desaparecido en Centroamérica y…
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Estados Unidos estima que 60,000 niños del triángulo norte de Centroamérica entrarán sin papeles este año a su territorio. El presidente Obama ha declarado una crisis y ha pedido 3,700 millones de dólares para paliarla. ¿Por qué se van más niños que antes? ¿Centroamérica es ahora más violenta? ¿Hay leyes nuevas en Estados Unidos que los atraigan? La respuesta es no. Las otras respuestas las pone, entre otros, un coyote salvadoreño. 
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NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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