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Si nos han de matar mañana: lenguaje contencioso y búsqueda de una nueva guerra

Si nos han de matar mañana: lenguaje contencioso y búsqueda de una nueva guerra La Prensa Gráfica, El Salvador

Primera guerra

La infancia.

Mi generación y yo crecimos en lo tácito. La incertidumbre vital ante la explosión de lo inevitable. Celebramos piñatas mientras los batallones masacraban civiles y vimos con asombro la incursión de la guerrilla en la ciudad. Aún años después, en nuestros colegios privados, nos ocultaron de la guerra. Yo comencé a pronunciar su nombre -pues ya lo había enunciado en secreto- al llegar a la mayoría de edad. 

Guerra es una palabra que aprendí de niña y nadie me la dijo ni me la explicó. Jamás en mi familia la pronunciaron a pesar de las bombas en la ofensiva del 89. Atrapadas en casa, mi madre, mi padre y yo, oíamos las detonaciones. Entonces, dije a mi padre:

- No voy a desayunar, las monjitas me dijeron que viene el fin del mundo y hay que hacer ayuno.

- Aquí no hay fin del mundo -dijo él.

- Las monjitas dijeron que el fin del mundo empieza con una guerra.

- Aquí no hay guerra.

Si la mayoría de edad busca una forma de madurez, yo la encontré en la UCA, en el jardín de los jesuitas asesinados por el batallón Atlacatl y en los textos leídos y releídos del Informe de la Comisión de la Verdad. Cuando los comenté en mi casa se asombraron, porque es cierto, a pesar de la firma de los acuerdos de paz había tantas cosas que aún no podíamos nombrar. 

 

Segunda guerra

Si durante las décadas de 1980 y 1990 nos costó tanto pronunciar la palabra "guerra", ¿por qué ahora es utilizada en medios, redes, sociales, opinión pública, con tanto desparpajo?

Mis interrogantes en esta búsqueda de la construcción de la nueva guerra parten de aquí: de la moneda común en que se ha convertido esta palabra, en la facilidad de pronunciar y pedir la guerra, aún sabiendo de dónde venimos.

*

La prensa

La guerra civil salvadoreña (1980-1992) se peleó también en un espacio de lo contencioso, entre la ideologización mediática y la idealización de varios sectores. Uno de ellos fue la prensa. Estamos ahora, 20 años después, enfrentándonos a la construcción del enemigo por la prensa, que cala profundamente en la opinión pública.

Si en la década de 1980 la prensa escrita construyó un enemigo terrorista, ahora está construyendo el enemigo pandillero. Y la prensa, en el devenir del tiempo, se convierte en fuente para las ciencias sociales, sobre todo para la Historia. Esta fuente nos entrega la riqueza del prejuicio y la construcción del poder -llámelo gobierno, llámelo bloques empresariales- y está instalada, en ambas etapas, en el lenguaje bélico. Es comprensible -que no justificable- encontrar esta instalación bélica en la prensa de los 80, porque estamos hablando de una guerra civil declarada, pero encontrarla ahora en la prensa escrita y televisiva es peligrosa, porque es la declaración de una guerra en la imaginación nacional.

El asunto no era entonces nuevo. Lo podemos rastrear en la construcción del anticomunismo en 1932.

En diciembre 1981, por ejemplo, La Prensa Gráfica publicaba una noticia sobre Morazán: 

Inició ayer operación de contrainsurgencia de la fuerza armada.

Una operación militar de contrainsurgencia inició ayer el Ejército en todo el departamento de Morazán, en busca de reductos extremistas que hallan internados en espesas montañas de esa región.

Participan  en las acciones de rastreo, efectivos de infantería, artillería y aviación, combinados con cuerpos de seguridad, Policía Nacional, policía de hacienda y guardia nacional [1]

Conocemos ahora el acontecimiento porque se ha convertido en el símbolo de las masacres civiles de la guerra salvadoreña. El 11 de diciembre, fueron asesinados mujeres, niños y ancianos en Morazán, en los cantones cercanos, entre ellos El Mozote.

Un caso más [2]. En 1980, el ejército también masacró civiles en  Nueva Trinidad, Cabañas, pero la prensa construyó otro relato: 

150 muertos en Nueva Trinidad.

Más de mil quinientos terroristas fuertemente armados asesinaron a 150 habitantes de la población de Nueva Trinidad, en Chalatenango, la madrugada del domingo anterior según voceros de la Fuerza Armada [3]

La Comisión de la Verdad reporta esta masacre civil, pero la prensa la hizo aparecer un enfrentamiento bélico en el que el enemigo estaba bien diseñado con todos los ingredientes de la Guerra fría: 

Extranjeros
También explicaron que la mayoría de extremistas eran de un acento distinto al de los salvadoreños, y que al amanecer pudieron ver caras de hombres como si fueran panameños, cubanos o nicaragüenses.
En un camino vecinal, fue localizado el cadáver de un hombre con facciones afro-cubanas. Estaba en una hamaca, por lo que las autoridades sospechan que era comandante de algún grupo terrorista.
[4]

No estoy haciendo este punteo para colocar a los pandilleros en la misma caja que las víctimas civiles de la guerra, sino para anotar las construcciones de la prensa frente a un enemigo.

En este sentido, encontramos una estrategia de lenguaje que hasta el más puro de los estructuralistas podrá validar. Y el ejercicio es el mismo estos días, en el tratamiento de varios medios sobre la incertidumbre y la tensión social respecto a las pandillas y la negociación de la tregua.

*

El gobierno

La semana pasada, el presidente de El Salvador Salvador Sánchez Cerén dijo que la violencia era una percepción construida por los medios. 

Su declaración era falaz (cuántas madres lloran por los hijos asesinados en un día, cuántas buscan de fosa clandestina en fosa clandestina una osamenta para vivir un duelo, cuántos huérfanos lloran a los padres y las madres). Pero lo que debemos tener en claro es que los medios sí están instalando a la guerra como tema en la opinión pública. Pongo estos ejemplos aquí, en un análisis sucinto y hasta simple, para evidenciar que los medios están construyendo la ansiedad por la guerra. 

En los pocos días de esta semana, La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy, La página, entre otros, han recurrido a estas caracterizaciones: "nueva guerra", apoyados en la brillante estrategia del gobierno de la creación de BATALLONES DE LIMPIEZA. Batallones del ejército salvadoreño destinados a la limpieza social.  

Así, en esta espantosa teleología del supuesto conflicto bélico, El Diario de Hoy tituló hoy: MS-13 y mara 18 planean unirse para enfrentar al Estado. Vamos a encontrar más noticias que están buscando explotar la guerra en la opinión pública. Ya, desde hace años, si uno escudriña las noticias comentadas en los medios digitales, una población que tiene acceso a redes sociales e internet y que escribe desde el anonimato pide la limpieza social, el extermino y la guerra. 

El lenguaje del odio, el vocabulario bélico, la institucionalización de la violencia se normalizan de nuevo en la prensa y se convierten, entonces, en la moneda de cambio, en el sentido común de una población atormentada por la pobreza y la desigualdad y en una discusión de clases no saldada, que lleva a un discurso de rabia y venganza.

Pero ahora es serio.

 

Tercera guerra

La ansiedad por la nueva guerra

Tenemos que apuntar varias cosas antes de pronunciar de nuevo guerra en estos días.

 ¿Por qué la gente mata? ¿Por qué la gente cree que la única solución es matar al otro? ¿Quién es, claro, esta gente?

Durante un par de años he asistido, aterrada, a los comentarios en redes sociales y en medios de comunicación en línea. Ahí, se pide sangre y venganza, se pide guerra, efectivamente. El asunto es que un sector de la población vio cristalizarse su ilusión en los nuevos rumbos de la política de seguridad del gobierno actual.

Anoche me aterré de nuevo, la pregunta que me rebotaba en la cabeza era esta: ¿Por qué un gabinete del Fmln ve en la militarización la solución a la violencia? No deja de dar escalofríos que un comandante guerrillero firmante de la paz recurra ahora al ejército como comandante general de la fuerza armada y ordene la limpieza social. Nuestro destino de ouroboro nos muerde la cola: si el Fmln logró desarticular la estructura militar contra la que peleó la guerra civil, ahora la reafirma. Legitima la violencia. 

Yo no tengo las respuestas, ni siquiera las preguntas correctas. Pero creo que lo que hay que mirar y evidenciar es que el Estado está avalando el terrorismo, en el sentido de "espera tener éxito principalmente mediante la amenaza o el uso de la violencia”[1].

Comprendo las ansias por seguridad y justicia, el miedo de salir de la casa, el ver morir a un familiar, a un amigo, por un celular o por una cora ($0.25). Hoy más que nunca la vida no vale nada en El Salvador. Pero me asombra y me constriñe que el gobierno vea una alternativa tan violenta que costará la vida de muchos, más que los 16 muertos diarios.

Estamos asomándonos al horror y estamos empujados por el rumor y la ansiedad de la opinión pública, en el sentido de pensar que lo que vemos en los medios y las redes sociales sea lo que piensa, siente y desea una gran parte de la población. Pero pido mirar atrás.

Pido mirar todos estos síntomas en el espejo de la Historia. Yo sí creo que la Historia nos da dignidad y por eso no la estudiamos en los programas privados y públicos en la educación salvadoreña; yo sí creo que la dignidad nos habría ayudado a comprender nuestros procesos y achicar los abismos del odio de la posguerra. Todavía podemos buscar esa dignidad -aunque me responderán: quién quiere dignidad cuando lo que quiere es salvar la vida-.

Crecimos durante la guerra y jamás comprendimos la posguerra. No creo que este torbellino de sangre deba combatirse con más sangre. Me niego a pensar que la condena de El Salvador, como nación y como cultura, sea la de morderse la cola hasta que no quede nada. 



[1] O’Sullivan, Noel, "Terrorismo, Ideología y Revolución", Alianza Editorial, Madrid, 1987, pag. 2

[2] La Prensa Gráfica, miércoles 9 de diciembre de 1981, p. 3. 

[3] Estos casos son parte de uno de mis trabajos de maestría: "Qué se decía y cómo se decía sobre la guerra en El Salvador (1980-1992). Una revisión sobre la represión a través de notas de prensa", para el seminario de la Dra. Lola Ferrero Blanco, de la UHU, España.

[4] La Prensa Gráfica, 3 de febrero de 1980, portada.

[5] La Prensa Gráfica, 3 de febrero de 1980, p. 41.

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Elena Salamanca
  • Publicado originalmente en:: El Faro
  • Fecha: 28 de abril de 2015

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