NUESTRA APARENTE RENDICION

Violencia, arrepentimiento y perdón

Apuntes sobre la violencia en- mí

I

Como una planta maldita, la violencia se reproduce entre nosotros. En nosotros. Nos alimentamos con sus frutos  y, sin percatarnos apenas, la multiplicamos y reproducimos cada día. Somos hijos de la violencia tanto o más que del amor; la violencia nos constituye, nos atraviesa, nos informa y modela, nos posee.

¿Cómo librarnos? ¿Cómo purificarnos y no ser más su semilla?

Solo el arrepentimiento y el perdón nos libran. En ambos casos el movimiento es similar: se trata de ponernos en el lugar del otro; formas de lo que hoy llamamos empatía.

Colocarnos en el lugar de aquellos a quienes violentamos nos conduce al arrepentimiento; hacerlo en el sitio de aquellos que nos violentaron, nos lleva al perdón.  “El olvido es el único perdón y la única venganza”, ironizaba Borges.

Para algunos esto resultará intolerablemente cristiano; para otros exhalará un sospechoso tufo  a moralina…. Más que el árbol del conocimiento del bien y del mal, lo que Eva y Adán mordisquean en el Paraíso Terrenal es apenas la conciencia del bien y del mal. Estamos condenados a elegir permanentemente entre el bien y el mal, cualquiera sea la idea que nos hagamos de ellos. Pero si estamos condenados a tener una idea del Bien y del Mal, más vale elegir alguna buena. “Si tus ideas morales te hacen sufrir, puedes estar seguro de que son equivocadas”, decía sabiamente no recuerdo quién. ¿Nietzsche o Séneca? ¿Oscar Wilde o Cantinflas?

El cristianismo es apenas un soplo, un instante del gran aliento hominizador, humanizador, que atraviesa la historia. No olvidemos la respuesta de Gandhi cuando le preguntaron su opinión sobre la civilización occidental: “Me parece una excelente idea.”

La (r)evolución será ética -es decir, de la conciencia- o no será. Y en ese caso no seremos más.

 

II

“Desde niño, o aún antes de nacer o haber sido engendrado, escribieron con fuego en mis genes: No eres, eres nada. Ser algo, ser alguien, ser hombre, ser humano, es ser lo que no eres. Tú no eres. Eres nada que anda, sombra a cuestas.

Pero soy. Yo soy. Así lo dice mi sed, mi ánima. Aunque sea una sombra o el reverso del ser, Soy. Y como soy el reverso del ser, lo ejerzo. A tientas me adentro en este territorio ondulado donde alimento y cultivo mi odio contra aquellos que me niegan. A ellos dedico y en ellos inoculo mi veneno, mi sagrado semen redentor.”

 

III

“Desde niño, o aún antes de nacer o haber sido engendrado, escribieron con fuego en mis genes: Eres, tú eres y no permitas jamás que nada ni nadie se interponga entre tu ser y lo que es. Ser es ser lo que anhelas, poseer lo que deseas. Estrechar el mundo en tu abrazo para tu goce, disfrute y beneficio. Serás como hemos sido y harás que otros sean como tú has de ser. Así es. Así será porque así ha sido.

Por ello todo lo que se interpone entre mi ser y el ser debe ser destruido. Será legítimamente destruido puesto que es no ser, basura o balbuceo de la nada y como tal lo aniquilo.”

 

IV

A mí, por el contrario, nunca me dijeron nada y todo lo he descubierto o aprendido en el camino. Y todo me dice que soy al mismo tiempo sombra y sueño, espejismo e ilusión -apenas algo más que la nada y por demás efímero-, y los otros son tanto y tan poco como yo. Pero siendo apenas sombras o espejismos, prefiero ser yo quien sea y no ellos, pues de eso se trata el ser. De ser.

 

V

Lo irónico es que la superación de la violencia supone a su vez la negación o relativización del Yo y del Otro, aunque se trate de una negación integradora, superadora, no de una simple negación. No soy la víctima que la otra bestia quiso hacer de mí (perdón); no soy la bestia que victimizó a otro (arrepentimiento). Sombras o espejismos somos reales, y el otro tanto como yo.

Arrepentimiento y perdón nos resultan tan difíciles de ejercitar porque suponen semejante desplazamiento y relativización del Yo.

Relativización que es también revitalización. Pero eso que renace ya no es lo mismo, es otra cosa.

 

VI

Si no soy la bestia ni la víctima, si no soy solamente la bestia y la víctima, si puedo ser algo más que la víctima y la bestia, ¿qué soy? ¿Quién soy? ¿Quién seré?

Esa es la respuesta por construir.  Y jamás podré saberlo solo.

Información adicional

  • Publicado originalmente en:: Rodrigo Soto
  • Biografía:

    (Costa Rica, 1962) Narrador, poeta, productor audiovisual. Algunos de sus libros: Mitomanías (1983), Mundicia (1990), Dicen que los monos éramos felices (1996), El Nudo (2002) Floraciones y desfloraciones (2005), Figuras en el Espejo (2009), El laberinto encendido (2010.)

NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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