NUESTRA APARENTE RENDICION

Bolivia

Viajo unas millas para encontrarme con una amiga de la primera juventud. Hago este esfuerzo porque la necesito y me necesita. No citaré su nombre porque pretendo escribir un texto desnudo e incluso un nombre ficticio constituiría un innecesario pudor. Esto se trata de qué modo los retorcimientos de la violencia política institucional obligan a las personas a irse, trastornar su estatus, traicionar su autoimagen, convertirse en ilegal y mondar el resentimiento con más ahínco de si se tratara de un chicle Bazooka. Viajo, digo, porque ella necesita realizar unos trámites y su condición de “fantasma” en USA, como me confiesa que ha llegado a sentirse al punto de sospechar de su figura en las vidrieras en los altos edificios…
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Entre 1978 y 1982 Bolivia sufrió varios golpes de estado. Fueron años de desconcierto: pasamos de la larga dictadura de Hugo Bánzer (71-78) a varias juntas militares –Pereda, Padilla, Vildoso, Natusch Busch, García Meza…— con un par de interregnos de civiles, y luego a un gobierno democrático que fue arrollado por el caos económico de la hiperinflación.Hacia 1978, yo tenía once años y había cosas que entendía y otra no tanto. Recuerdo que el principal impacto de un golpe de estado para mis hermanos y para mí era la aparición del escudo de Bolivia en el canal de televisión estatal (entonces sólo había dos canales), con el himno nacional como música de fondo; poco después veíamos delante de las cámaras…
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NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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