La señora Rita soñó, la noche de la balacera, que caminaba por un jardín inmenso. Se había quitado los zapatos por temor a estropear el césped, que lucía histéricamente corto y verde como el de un campo de golf. La yerba parecía gemir y quejase bajo el peso de su regordeta figura, así que doña Rita comenzó a caminar de puntillas, y luego, no supo cómo, se encontró completamente desnuda. En el sueño, la señora Rita pensaba que era una hora muy inapropiada para que una dama se paseara sola en la oscura campiña, y además encuerada, y decidió buscar el camino que la llevara de vuelta a la ciudad, cuyas luces chisporroteaban en el horizonte. La señora Rita recuerda…
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