Hace frío esta noche. Las hojas cubren las calles como sábanas quebradizas. Salgo a caminar por la ciudad. Voy decidida a tomar la ciudad como una conquistadora. Voy larga, aventurera, y llevo el miedo preciso en la espalda. No nací en esta ciudad. Sus calles no conocen mis huellas. No trepé sus árboles de niña. No fue este asfalto irregular el que rompió mi diente delantero a los ocho años. No es ésta mi ciudad natal, pero ya llevo tatuado el miedo que permanece entre sus calles, lo llevo en el cuerpo como una patria necesaria. No se puede sobrevivir en los callejones si uno se olvida del miedo. Pero no se le recuerda de cualquier manera. Hay una postura…
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