¿Qué hacemos aquí tan supuestamente lejos? Es verdad que a veces sólo nos queda hacer eco de lo que ocurre y en un principio parecería que Nuestra Aparente Rendición es eso: un eco que mueve a la discusión y a la reflexión. Lo es. Lo sigue siendo en el sentido de que lo más valioso de este proyecto ha sido la suma de voces y de puntos de vista sin caer en el sensacionalismo que la violencia produce. Sin embargo, el camino llevaba más lejos, obligaba a no quedarse en el ámbito de la necesaria información y del activismo de escritorio. Entonces es cuando Lolita Bosch me invita a formar parte de Nuestra Aparente Rendición, le digo que claro que sí y me hago cargo del directorio de asociaciones. Por eso aquí estoy en el primer aniversario. No hay nada que celebrar. Es un aniversario satisfactorio por el trabajo realizado pero tristísimo porque los muertos se siguen contando por miles, la corrupción sigue infiltrando al ejército y a los cuerpos policiacos y la crueldad se manifiesta lo mismo en un campo de futbol que frente a un jardín de niños.
Muchas veces se soslaya la rutina que ejercemos en lo online como si esta no fuera parte de nuestra vida, como si fuera otro el que mueve los dedos en el teclado, como si no tuviera que ver con nuestra capacidad creativa y viviéramos en un mundo desconectado con el que mal llamamos “real”, porque tan real es uno como el otro. Ejemplos como el movimiento del #15M en España y las revueltas de Egipto y Túnez dan cuenta de la estrecha relación entre ambas caras de una misma moneda.
El directorio de asociaciones es uno de los puentes construidos desde lo digital para dar paso a lo tangible, a las acciones, a las personas que cada día están ahí con las víctimas, con los migrantes, con los niños, con las mujeres.
En diversos países el asociacionismo y el voluntariado son bastante comunes. En México no lo ha sido tanto porque el clientelismo político termina cooptando muchas de las iniciativas ciudadanas y haciendo uso proselitista del capital social que por derecho le corresponde a la comunidad. La institucionalización de la atención social —tanto por parte del Estado como por parte de la Iglesia— ha relegado a los voluntarios a la participación en programas ya armados con actividades muy concretas que no permiten la intervención directa en propuestas creativas o en problemas comunitarios que pongan en entredicho el trabajo de las autoridades. Aún así hay quien se sigue aventurando a crear y poner en marcha iniciativas en favor de los demás y a trabajar sin esperar otra cosa que un cambio social a pesar de los riesgos que esto entraña en una sociedad como la mexicana. El mapa asociativo es también un reconocimiento a la labor que desempeñan y al valor que demuestran al desafiar a una realidad cada vez más violenta y a una población más descreída y resignada. Por eso la idea no es hacer un directorio de datos vacíos sino de opciones de participación en iniciativas ciudadanas.
Así como en Nuestra Aparente Rendición no se publica nada sin el consentimiento de sus autores, en el mapa de asociaciones pretendemos lo mismo: que sean los mismos colectivos, grupos, asociaciones y organizaciones quienes nos cuenten qué hacen, en dónde lo hacen y sobre todo, cómo se puede participar con ellos. Queremos que a cada iniciativa publicada le corresponda una serie de acciones que estén impactando favorablemente su entorno. Queremos también ser incluyentes y que en el mapa quepan los que hacen un trabajo desde su barrio, desde su página de internet, desde su grupo de amigos y los que llevan años en la defensa y promoción de los derechos humanos. Por eso ahí vamos, poco a poco, porque cada puntito en el mapa es el reflejo de un trabajo real y efectivo y una posibilidad de trabajar en la construcción desde diferentes perspectivas sociales y artísticas, culturales y deportivas, ecológicas y comunitarias.
Ojalá no cumplamos más años, y si los cumplimos que sea sólo porque no hemos acabado de agradecer lo suficiente a quienes lograron hacer un cambio. Ya sé que puede sonar utópico pero por eso estamos aquí, porque pertenecemos al grupo de los que no se rinden.
Parece que el mundo se nos está achicando. Entre la globalización, el Internet, los vuelos de bajo costo y el efecto mariposa, el planeta parece más abarcable y por supuesto, más de todos. Pese a esta idílica sensación que habita en la mente de los que quisiéramos estar aquí y allá, nunca faltará quién espete un contundente “¿Tú por qué hablas si no estás en México?”, como si la necesidad y las ganas de hacer algo se suscribieran a un territorio concreto del que se sale sin memoria y como si estar a salvo de una balacera en un determinado cruce de calles nos hiciera inmunes al dolor y a las injusticias.
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