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Cultura puede convertir la violencia en esperanza

Cultura puede convertir la violencia en esperanza Cultura puede convertir la violencia en esperanza Cultura puede convertir la violencia en esperanza

La cultura puede convertir a la violencia en esperanza además de que influye en procesos de formación y a largo plazo es determinante para modificar la situación social de ciudades en conflicto como Juárez, coincidieron escritores fronterizos y de diversas partes del país.

Indicaron también que las autoridades de los tres niveles de gobierno deberían destinar más recursos en este renglón, sobre todo por las condiciones sociales que se viven a raíz de la guerra que libran aquí los grupos criminales desde hace más de cuatro años.

 

“La cultura tiene dientes, creo que ayuda a digerir mejor, a llegar hasta el hueso o las semillas de lo que uno es como individuo. La cultura es una fuga que nos permite hablar de aquello de lo que no nos atrevemos a hablar, incluso en una época tan abrupta y lineal como la que vivimos”, manifestó a NORTE la escritora chiapaneca Nadia Villafuerte, autora de las novelas ¿Te gusta el látex, cielo? y de Por el lado salvaje.

 

La narradora que colabora en varios medios nacionales explica que en la medida en que los ciudadanos se encuentren con “la cara más neurótica y horrenda que tenemos como sociedad podemos tener conciencia de hasta dónde nuestro monstruo interior es capaz de llegar, y hasta dónde somos capaces también de ser creativos, sensibles y humanos”.

Aunque Villafuerte no está segura de si la cultura es o no un medio “pacificador”, porque más bien la cultura genera implosiones y explosiones emotivas y racionales, sí “abre los poros de la mente para pensar, para disentir respecto de aquello en lo que uno está de acuerdo, para dialogar y tijeretear el horizonte, para volvernos creativos (de generar vida y de apreciar la vida, se manifiesta ésta como sea)”.

Reconocida como una de las autoras jóvenes más importantes en nuestro país, Villafuerte asegura que no ve en los libros, ni el cine, ni el teatro, ni en la música simples formas y soportes culturales.

“Si cualquiera de los mensajes o silencios que provienen de estas expresiones artísticas logra que uno sepa más de sí mismo y del vecino, de uno y del cuñado, encuentro ahí una razón para creer en el hecho de que la cultura incide”, concluyó.

 

Cultura en zonas rezagadas

La escritora juarense Elpidia García está segura que si se invirtiera en programas culturales en las colonias, otra sería la situación Juárez, ya que considera que con el rescate de niños y adolescentes de las manos del crimen se puede avanzar más que con el combate contra el hampa.

Explicó que la cultura actúa como un moderador de la violencia a largo plazo, pero se necesita que las autoridades y sociedad trabajen coordinadas y de manera integral.

“Niños que tengan bibliotecas en sus barrios, que participen en talleres de lectura y escritura, familias que puedan asistir a espectáculos de diversa índole, equipos que trabajen en programas culturales en cada colonia de barrio, becas para que los jóvenes puedan continuar su educación, cursos y becas para que quienes tengan aptitudes artísticas puedan desarrollarlas, todo esto si se hace de manera integral y a nivel de barrio o colonia, actuará como un moderador de la violencia a largo plazo”, aseguró García.

Sin embargo dijo que un gobierno interesado genuinamente y convencido en el rescate de los niños y adolescentes de las garras de la criminalidad y las drogas, “debería destinar tantos recursos que los ciudadanos ‘de a pie’, pudieran ser capaces de ‘ver’ la inversión en ese renglón.

Puso como ejemplo de que la cultura no es prioritaria para las autoridades al recordar que los gobiernos locales destinan menos del 2 por ciento de su presupuesto anual en este renglón, y que por eso si se le pregunta a los obreros de maquila, albañiles y los dueños de puestos en mercados no saben lo que significa la cultura.

La escritora fronteriza expuso que los diferentes gobiernos de esta ciudad y del estado en los últimos años no se han preocupado por los ciudadanos, pues aparte de la cultura el rezago se observa “en el transporte que tenemos, la ausencia de pasos peatonales, de señalamientos, de banquetas, de cestos de basura en las calles, de parques recreativos y disfrute de la gente, entre otras muchas faltantes”.

 

El arte como consuelo

El escritor chihuahuense Elman Trevizo autor de varios libros como Las muchas muertes de Pancho Villa, Agua es el insomnio. Negra es la vigilia y La Legión del Guante, entre otras obras criticadas positivamente por su calidad en todo el país, expresó que la cultura induce a la reflexión y a una mayor conciencia del ciudadano como sociedad.

“A través del teatro, por ejemplo, podemos darnos cuenta que somos parte de una colectividad y que lo que haga una persona afecta a todos en conjunto. El teatro, al igual que la literatura y otras manifestaciones artísticas, origina una crítica a veces despiadada de nosotros mismos, y eso sirve para cambiarnos, así después las cosas cambiarán a nuestro alrededor”, dijo el autor.

El cambio -agregó el también dramaturgo-, no es de la noche a la mañana, se va dando poco a poco. Desde su punto de vista aún se puede decir que el arte actúa de buena fe, como pocas personas lo hacen en este mundo.

“Esa buena fe la podemos aprovechar para tener más adeptos al arte, no como religión, sino como sociedad cuyo dogma es la introspección y la autocrítica, pues el arte es un enorme espejo donde nos reflejamos como parte de un conjunto”, sostuvo el autor originario de Cuauhtémoc.

Según Trevizo, el arte sirve como consuelo, como bálsamo esperanzador y motivador:

“Por ejemplo, yo no cambiaría la reflexión lírica que da un buen poema por el mejor libro de Desarrollo humano o autoayuda. Octavio Paz decía que sólo la risa o la poesía pueden disolver a la tristeza”.

También habló sobre el papel que deben jugar los artistas en ciudades que han atravesado por largos periodos de violencia e inseguridad pública.

Dijo que el papel del artista es no ser indulgente ante lo que pasa y ser generoso al compartir el arte, no sólo de él sino de los creadores que lo procedieron y aseguró que no cree en el papel del artista como líder social, pero sí como una persona que puede influir en que los otros formen un criterio informado.

“En México han existido muchos movimientos sociales en donde los artistas e intelectuales sólo han podido ser críticos de su tiempo. No sé con exactitud cuánto ha servido esa crítica, pero lo que sí creo es que es mejor un artista crítico que uno alineado con las personas que hacen daño a la sociedad. Recordemos por ejemplo el movimiento del 68 en donde el mundo del arte en México se dividió en dos. El de los críticos y los defensores del gobierno”.

 

La cultura como medio pacificador

El poeta tijuanense Roberto Castillo Udiarte, autor de libros de poesía, prosa y una serie de antologías y complilaciones, considerado en el medio cultural mexicano como uno de los escritores más importantes del país, explicó a NORTE cómo la cultura puede influir como medio pacificador en poblaciones con conflictos de violencia.

“Las obras artísticas son testimonios de lo que le pasa al mundo y a la humanidad; a través del arte sabemos cómo sueñan, qué desean, qué rechazan y cuáles son los anhelos de una sociedad; pueden servir como imágenes de la realidad, como formas terapéuticas para la sanación, como propuestas para un mundo mejor”, manifestó el escritor que ha sido traducido al inglés, francés y alemán.

Castillo que se ha desempeñado como catedrático, promotor y periodista cultural, editor, cronista, traductor y corresponsal, citó algunos ejemplos de lo anterior, como el Brian Eno y sus amigos que crearon talleres de arte para los niños durante la guerra en Sarajevo.

“Existen otros casos como la música de Velvet Underground que fue himno para la Revolución de Terciopelo de Vaclac Havel en Checoslovaquia; la Guernica de Picasso una crítica al genocidio en España; la serie de pinturas Abu Ghraib de Botero, como una denuncia a las atrocidades cometidas por los militares norteamericanos en medio oriente; el proyecto La Guerra Descansa en Paz, creado por la poeta María Mercedes Carranza, un portal de poemas contra la violencia en Colombia; Escritores por Juárez, un proyecto alternativo ante la ineptitud del sistema y las autoridades institucionales para detener las ejecuciones cotidianas”, expuso el autor.

Al igual que autores como Nadia Villafuerte, Elman Trevizo y Elpidia García coincidió en que la violencia, los asesinatos y ejecuciones no se eliminan por decreto presidencial sino por el trabajo cotidiano de los integrantes de la sociedad, por eso la comunidad artística también puede, a través de talleres y obras, crear un frente común ante la violencia, convirtiendo la esperanza en colores, la seguridad en música, los sueños en palabras y la paz en una danza interminable.

“Creo que el artista tiene dos posibles caminos: enfrentar los acontecimientos sociales o, bien, darles la espalda. Entre quienes seleccionan la segunda opción los casos son innumerables, artistas que se encierran en sus mundos incomunicables, los que producen obras para obtener premios, becas o puestos burocráticos institucionales, quienes crean novelas o pinturas inocuas, o quienes escriben o cantan sobre la metamorfosis de una nube a paloma, mientras que su pluma Mont Blanc, su laptop, su iPod y su imaginación no les sean robadas”, abundó el poeta.

 

La mejor crítica es la acción

Para el crítico y poeta mexicano Eduardo Estala Rojas, radicado en Nottingham, Inglaterra, recordó que el gobierno mexicano destina millones de pesos a seguridad pública en su presupuesto anual, mientras que para el área de cultura no aumenta en entidades con mayores problemas de violencia.

“¿Cómo se puede combatir la violencia y el analfabetismo funcional que muchos diputados y senadores exhiben en sus decisiones sobre aspectos fundamentales en México como el tema de la cultura?”, se le preguntó.

“Una opción comprobada en países como Estados Unidos y Reino Unido para combatir la inseguridad y la violencia es mediante la cultura y el arte. Hablo de mi experiencia de vivir varios años en México, Estados Unidos y Reino Unido. La mayoría de la comunidad cultural y artística de nuestro país depende del sistema oficial a través de becas, premios, viajes, publicaciones de libros. Asimismo existen comunidades culturales independientes que trabaja sin el aparato oficial o de manera paralela o conjunta pero sin pertenecer al sistema oficial como único recurso económico. Me parece que la clave está en el trabajo honesto y comprometido con el país –residas o no en México–”.

Estala es enfático para explicar que trabajar por la cultura requiere de conocimiento, no sólo de cadenas de favores. La ética y la honestidad son cultura y herencia: “Hay que alzar la voz con nuestro trabajo, la mejor crítica es la acción”.

Información adicional

  • NAR: Norte Digital. abril 2012
  • Publicado originalmente en:: Antonio Flores Schroeder

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