NUESTRA APARENTE RENDICION

Bordando por la Paz Bordando por la Paz Sergio Wheeler

Por Rosa Esther Juárez M.

Hoy tomé conciencia de que el Tejido Social tiene nombre y apellido. Se llama amigo, hermano, primo, exnovio, vecino, madre, cuñada, ahijado, tío, tía, compañero de juegos, conocido del bar.  El Tejido somos nosotros. Esos que nos hemos abrazado alguna vez, o nos hicimos favores en aquella ocasión, o simplemente que nos sonreímos en la esquina del barrio, o en el café donde tropezaban nuestras miradas.

 

Pero dicho así: El tejido Social es como si habláramos de las plaquetas en la sangre. Esa que corre abstractamente por las venas.  No duele. Ni se siente. Las plaquetas son cosa de especialistas y microscopio y laboratorios. Así el Tejido Social es cosa de políticos, sociólogos, periodistas, psicólogos, especialistas pues. Cuando dicen que está dañado, hay que creerles. Pero hay que desconfiar cuando dicen tener el remedio. Mientras dejemos la cura a este desollamiento que vivimos cada vez que asesinan un hermano, un vecino, un amigo, un primo, un exnovio, un compañero de la escuela, un sobrino, un padre, un cuñado, en manos de especialistas, no habrá solución que alcance. Mientras dejemos solos al vecino, al hermano, al exnovio, al marido, al tío, al cuñado, a la prima, la sangre seguirá derramándose  por estas venas abiertas que son nuestras familias.

 

La familia, el barrio, los compañeros de trabajo, y los amigos son la Patria. Esta que ahora mismo exhibe una obscena mañana radiante de vida mientras entierran a sus hijos con sus cuerpos agujerados, torturados, profanados……..

Luto Nacional

Uno quiere pensar que esos muertos no tienen nada que ver con uno. Y de pronto su cadáver está en el centro de su corazón, tienen el mismo apellido, y por sus venas, hasta hace unas horas, corría la misma sangre.

Si hay 50 mil muertos, ¿cuántas familias los lloran? ¿Al menos el cuádruple? Porque por cada hijo muerto, hay una madre, una esposa e hijos, un hermano, un primo. Y hasta los amigos. ¿Cuántos estamos siendo afectados? ¿Cuántos lloramos quedito para que no piensen mal de nosotros, señalados por tener un muerto involucrado con los malos? Cuántos estamos  heridos por este monstruo de muchas cabezas que parece devorarnos.

Es el presente que extiende su mancha de sangre hacia nuestro futuro, y hace brillar nuestro pasado: aquella infancia compartida en la que no había sombras y todos éramos iguales durante los juegos, las risotadas, en las calles de nuestros barrios perdidos de la patria....

Si guardáramos un día de luto por cada muerto que llevamos, soportaríamos 50 mil días de luto nacional? ¿En cuántos años caben? A muchos no nos alcanzaría la vida para rezarles.

Queda el estupor, ante esta culpa de todos. Nos quedamos impávidos cuando sabemos que no encuentran su cuerpo. O antes, cuando vinieron a decirnos que tenían miedo porque los amenazaron. Y ahora ante su cuerpo podrido en el campo, la palabra estupor ya no alcanza, se convierte en incredulidad, en rabia por la impotencia.  Y es que arrojados al molino de la vida diaria no sabemos estar ahí, aquí para rescatarnos los unos a los otros....

Información adicional

  • Por: : Rosa Esther Juárez es periodista.

NUESTRA APARENTE RENDICION | 2010

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