El ingreso promedio mensual de los policías es de 6 mil 229 pesos, si lo multiplicamos por los 409 536 efectivos desplegados en las diferentes corporaciones en el país, tenemos que gastamos al año 2 mil 550 millones 999 mil 744 pesos. Si tomamos como base un promedio de 8000 mil muertos por año, significa que la relación salario policiaco-número de muertos, equivale a un gasto de 4 millones 844 mil pesos x minuto.
Algo no cuadra en esta matemática siniestra, especialmente aquella que desde otra perspectiva intente establecer correlaciones entre costos y consecuencias.
Y tomando solo como base la estadística de rechazo en la UNAM (como indicador a nivel nacional), para calibrar el tamaño de la exclusión, en los 2 millones 620 mil minutos de este sexenio, 500 mil jóvenes han quedado fuera del sistema universitario público que, aunados a los casi 8 millones de los mal llamados Ninis, habrán quedado desprotegidos, excluidos. La cifra es nuevamente siniestra, x cada minuto que transcurre en este país 3 jóvenes quedan desprotegidos y por fuera del sistema, víctimas propiciatorias y caldo de cultivo de las fuerzas del narco.
Un minuto x no + Sangre es, desde mi punto de vista, un ejercicio extremo para volver evidente -a muchas voces- la urgencia de un cambio de rumbo.
La exigencia es clara: re-enfocar la estrategia de lucha contra las fuerzas del narcotráfico; cambiar la ecuación minimalismo de política social/maximalismo de la lógica policiaca del Estado por su contrario: + política social – gasto militar.
El país se desangra, 67% de los fallecidos en esta guerra tienen menos de 29 años, por esta vía la esperanza de vida se reduce; pero más allá de la estadística y de mi minuto apremiante quiero decir, que son justamente los jóvenes en sus activismos imaginativos y fundamentales, los que nos traen alternativas para enfrentar el caos. Ejercitar la escucha nunca ha sido tan vital en este país.
Dedico mi minuto x no + sangre a las y los jóvenes mexicanos, que pese a todo siguen en pie, construyendo en condiciones muy difíciles el país que imaginamos.