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Cuando las dos Valentinas se encuentren

Por Daniela Rea

 

Cuando Valentina Rosendo fue agredida sexualmente por militares, allá en el año 2002, ella se dividió en dos Valentinas. Una se quedó en la sierra de Guerrero lastimada, vejada, abandonada por su esposo. Otra salió a la ciudad, aprendió a hablar español e inició el andar para buscar justicia.
Hoy, luego de 9 años, el Estado Mexicano le pedirá perdón. No sólo por la violación, también por llamarla mentirosa, por las amenazas, por la impunidad.
Y cuando eso ocurra, dice con los ojos iluminados y las manos enredadas por la emoción,  las dos Valentinas que fueron separadas volverán por fin a estar juntas.

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Era el año 2002. Ella estaba lavando ropa en el río del pueblo Barranca Bejuco,  cuando dos militares se acercaron y le mostraron la fotografía de un hombre, para que lo reconociera. Ella dijo que no lo conocía y la violaron. Otros uniformados rodeaban la escena y se divertían como si presenciaran un espectáculo.
Después de la agresión Valentina debió caminar 8 horas desde su comunidad hasta el Ministerio Público para intentar denunciar a los militares. No pudo. El médico se negó a realizar las pruebas del abuso. Ahí comenzó la historia de impunidad.
“La Valentina de la comunidad está triste porque no creen su palabra”, dice.

 

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Un año después de la agresión Valentina salió con su esposo y su hija de la comunidad y se fueron vivir a Chilpancingo. Ahí el hombre le dio un billete de 50 pesos y le dijo “me voy, ahí te quedas”. Las abandonó. Esa es una escena que ella rememora cada que cae un billete en sus manos.
“No tenía trabajo y tuve que trabajar 3 turnos para ganar más dinero y pagar la renta y mantener a mi hija (que entonces tenía 4 años)”, recuerda.
Una maestra que conoció la apoyó para salir adelante. Pero no fue fácil.
El primer año sola, fuera de su comunidad, se reprochó por haber denunciado. “¿Para qué abrí la boca, por qué dije que era así? Nada de esto me estaría pasando”, se lamentaba.
Valentina aprendió a hablar español y con el apoyo de Tlachinollan siguió en la exigencia de justicia. Actualmente estudia la secundaria y quiere continuar hasta convertirse en enfermera. Su sueño es volver a la Montaña de Guerrero y atender a las mujeres, para que no mueran en el parto.
"Nunca me encerré en un un cuarto, nunca me tiré en un puente. No se queden callada, es más doloroso que seguir luchando. Más cuando tiene familia, maridos que abandona, pero es mucho más complicado callar que seguir luchando", aconseja a las mujeres.

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La otra Valentina está atrapada en su comunidad. No habla español y vive cuidando a sus padres. Como las otras mujeres padece la falta de atención médica, la falta de medicinas, de educación.
Esta Valentina también ansía reencontrase con su par. Necesita recibir la ternura, el apoyo que no tuvo, sentir confianza, sentirse valiosa y olvidar el abandono del esposo, el rechazo de la comunidad que la criticaba por haber denunciado a los militares.
A su vez, le entregará su origen, el que cuidó en la comunidad todos estos años.
“La Valentina de la comunidad cuidó su lengua, su origen, sus tradiciones, a sus papás, la tierra donde nació. Y todo eso se lo va a dar cuando se encuentren”, dice emocionada.

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Valentina, la de la ciudad, tiene quince días envuelta en ansias. A mano escribió el mensaje que durante 15 minutos leerá el día de hoy. A Valentina le gusta escribir. 
Cada día, dice, apunta pensamientos, miedos y alegrías en su diario. Lo hace desde el año 2003 y a la fecha tiene 15 cuadernos tamaño profesional. En algún día le gustaría que se convirtiera en un libro para ayudar a otras mujeres a tomar valor.
Sabe que el Presidente no le pedirá perdón y dice “él se lo pierde”. “Se pierde lo que se va a hablar, lo que va a suceder. No quiere estar porque no quiere aceptar, pero no importa. Ya le dimos una lección al gobierno”, presume orgullosa.
Desde su comunidad vendrán sus padres, su hija y otros compañeros. Ella vestirá un traje típico y hablará en su lengua me’phaa. Entonces, se encontrará con su par.
“Cuando me pida perdón, me reúno con otra Valentina que se quedó en la comunidad. Para mí va a ser muy importante y muy importante para muchas mujeres indígenas como yo, van a saber, va a saber gobierno que no pudo pachurrarme y que me pude levantar de es pachurrón que me dio y para mí es muy importante”.

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  • Por: : Daniela Rea

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