CARLOS SÁNCHEZ

“Soñaba con balazos”

Fotoperiodista. Ciudad Juárez, Chihuahua.
El Diario de Juárez.

Por Darwin Franco Migues

El Diario de Juárez /Carlos Sánchez

16 de septiembre del 2010 es una fecha que quedará siempre marcada en la vida del joven fotoperiodista, Carlos Sánchez Colunga. Lo sabe así su memoria y las cicatrices que le dejaron dos de las tres balas que le alcanzaron cuando a plena luz del día, y en compañía del también fotógrafo, Luis Carlos Santiago Orozco, fue víctima de un atentado en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Carlos Sánchez tuvo la fortuna de salir con vida; en cambio, Luis Carlos murió ahí dentro del auto en que ambos se transportaban, y el cual fue alcanzado por otro vehículo dentro del estacionamiento del centro comercial Río Grande Mall, ubicado a unas cuantas calles del Diario de Juárez. Los recuerdos de los hechos, para Carlos, no son tan claros como el crujir de las balas que salieron disparadas contra ellos y que él, pese al tiempo, no olvida.

Tampoco olvida cómo le pidió a Luis Carlos que acelerara y cómo de pronto el carro donde iban se movió de reversa hasta chocar con otros vehículos, mismos que Carlos tuvo que esquivar para salir por la ventana y correr hasta la plaza comercial a donde llegó pidiendo ayuda. Tampoco olvida que Luis Carlos no logró salir con él.

Yo lo recuerdo como si fuera ayer… yo regresé al lugar para saber qué era lo que había pasado. Les pregunté a todos los parqueros (personas que acomodan y limpian carros) qué vieron, pero no me dijeron nada hasta que les confesé que yo fui la persona que sobrevivió.

Luis Carlos y yo habíamos salido ese 16 de septiembre de un curso de iluminación. Al terminar el curso sólo quedamos él y yo, y nuestro jefe nos dijo que no había mucha chamba pero que saliéramos a tomar fotos urbanas. Nos fuimos juntos, casi no nos conocíamos pero aprovechamos para conocernos… primero nos dirigimos al centro de Ciudad Juárez, uno de los sitios más peligrosos en ese tiempo. En el lugar no tuvimos problemas al tomar las fotos pero imagino que pudo ser de ahí de dónde provino el atentado.

Después nos fuimos a la Catedral, al Chamizal y a la casa de un familiar de Luis Carlos. Todo había estado tranquilo, pensábamos llegar al Diario pero decidimos ir Río Grande a seguir tomando fotografías. Estábamos buscando estacionamiento pero una persona nos ganó el que habíamos visto, Luis Carlos se movió de reversa y en eso se nos emparejó un carro de tal manera que el copiloto del otro auto quedó del lado de Luis Carlos.

Y así de carro a carro a menos de un metro de distancia nos comenzaron a disparar. Yo sólo comencé a escuchar los disparos y cuando voltee Luis Carlos estaba viendo a los atacantes y yo me agaché, así que lo único que pude ver fue la mano con la pistola… no vi rostros, no vi el carro, sólo el arma que nos disparaba.

Nunca nos dimos cuenta de que alguien nos estaba siguiendo… todo fue de sorpresa. Yo me quedé agachado y sólo le decía a Luis Carlos –¡Dale, dale!- y así fue como sentí que nos fuimos de reversa hasta chocar. Yo traía mi cámara enredada en la mano y sólo pensé en salir por la ventana… salí y corrí por todo el estacionamiento pero mi cuerpo estaba caliente. Yo corría pero no me había dado cuenta que traía tres impactos… entré al centro comercial y pedí ayuda.

Llegaron los guardias y me auxiliaron, yo apenas lo vi… yo veía todo borroso, pensé que me iba a morir en ese lugar. Tenía un rozón en la cabeza, un disparo que entró y salió por mi hombro, pero lo que más me dañó fue el impacto que recibí en el abdomen y que me perforó un pulmón.

Pasé cinco días en el hospital hasta que me pudieron sacar esa bala por la espalda. Yo desde que pasó todo supe que Luis Carlos no había salido con vida. Fueran tantas las detonaciones que entendí que él no tuvo la misma suerte que yo…

En ese entonces, Carlos Sánchez, tenía 18 años y llevaba menos de un mes como practicante en el Diario de Juárez. Periódico al que se acercó porque quería ser periodista y quería serlo para estar cerca de lo que ocurría en su natal, Ciudad Juárez. Nunca imaginó que él se convertiría en el protagonista de la violencia que muchos juarenses padecen a diario.

Yo tenía tres semanas de haber ingresado al periódico cuando ocurrió el atentado. Antes de eso yo estaba apoyando en las coberturas de la nota roja… todo pasó muy rápido y después de eso yo duré cinco meses incapacitado. Yo quise regresar porque quería que me conocieran, quería que supieran quién era yo para que no se fueran con la imagen que lo que pasó fue por mi culpa. Yo quería regresar a trabajar y así lo hice… a mí regreso cubrí información general pero tiempo después tuve la chance de incorporarme a la nota roja…

A mí me tocó estar en el lugar equivocado porque en realidad yo no había hecho nada como para provocar esa reacción de quienes nos dispararon… en Ciudad Juárez ha muerto mucha gente inocente y a mí lo que me pasó no me detuvo. Yo quise regresar para hacer mi trabajo bien. No tengo porque esconderme porque nada debo.

Así ve las cosas ahora Carlos Sánchez, así las ve desde que entendió de forma rápida los riesgos que implica el ser fotoperiodista en Ciudad Juárez, Chihuahua. Una ciudad que tuvo sus puntos más álgidos de violencia entre los años 2010 y 2012, muchos de los hechos que ocurrieron, en ese entonces, siguen sin castigo. Así lo confirman las nulas investigaciones alrededor del atentado que derivó en las lesiones de Carlos y en la muerte de Luis Carlos. La Averiguación Previa 23277/2010, que contiene ambos hechos, sólo ha acumulado polvo.

El Diario de Juárez /Carlos Sánchez

Ser fotoperiodista en Ciudad Juárez

Ciudad Juárez ha sido una de las ciudades más golpeadas por la violencia. Esta ciudad ha estado invadida por el narcotráfico y la corrupción. La violencia, si bien, ha bajado se mantiene ahí y por eso resulta significativo para mí ser fotoperiodista en esta ciudad… para mí es importante seguir dando a conocer lo que pasa en Ciudad Juárez y eso lo hago a través de una imagen, pues somos nosotros los que llegamos al lugar y registramos…

Con ese temple explica Carlos Sánchez lo que para él ha sido el ejercer el fotoperiodismo. Muchos pensaron que después del atentado éste ya no seguiría o, al menos, no en aquello que tuviera que ver con la violencia. Sin embargo, él está hecho de otra materia, de esa materia que envuelve a los fotoperiodistas que son capaces de ponerse en riesgo para retratar la realidad.

Después del atentado si me la pensé mucho en seguir en esto o no. En cuanto me pude recuperar comencé a acompañar a mi papá a realizar fotografías de eventos (bodas, quince años, etcétera), que era algo que yo también hacía antes de entrar al Diario. Salíamos de noche y cuando se emparejaban un carro, yo me asustaba y sentía que se me bajaba la sangre. Tenía mucho miedo… pero no podía dejar que lo que me pasó me quitara las ganas de regresar a lo que me gusta hacer.

El ser sobreviviente me provocó miedo porque pensaba que podrían regresar a buscarme… con el tiempo esa idea se fue quedando atrás, pero al principio sí soñaba a cada rato con balazos. Soñaba con balaceras, soñaba que me perseguían y me paraban.

Mi familia se preocupó mucho y me pedía que pensara bien en lo que implicaba mi trabajo. Yo decidí regresar al periódico y al fotoperiodismo porque eso es mi vida.

Vida que Carlos Sánchez acompaña con una serie de medidas de seguridad que sigue porque nadie más que él sabe el tamaño del riesgo. Así que él no sale a cubrir nada solo, no va sin tener certeza de que ya está ahí la autoridad y, por ninguna razón, reta a quienes están ahí haciendo su trabajo (policías, peritos, etcétera) porque no vale la pena bronquease con nadie y menos en situaciones de riesgos como el estar en una escena del crimen. Hoy sabe que no vale la pena la exclusividad más que la vida del fotoperiodista.

Tampoco vale la pena el hacerse el valiente, pues le ha tocado muchas veces llegar a los lugares primero que las autoridades y siempre decide retirarse porque en una circunstancia así, el fotoperiodista no sabe quién puede estar mirando. Por ello, insiste Carlos, se debe ser cuidadoso y entender el papel que tiene el fotoperiodista, el cual sabe que no es fácil porque siempre presenta los dilemas de registrar o respetar a las víctimas y sus familias.

Muchas veces nos critican por lo que hacemos. Yo, por ejemplo, trabajo para dos medios El Diario de Juárez y el PM, en éste último medio sí nos piden una fotografía más gráfica… una en que se vea el cuerpo y eso hacemos porque es una manera de documentar. Nosotros no somos quienes ponemos ahí al cuerpo, nosotros estamos documentando cómo llegó éste ahí…

Yo desde que llegué al Diario me pegué al fotógrafo de la nota roja… llevo cuatro años ahí y antes de esto no me había tocado ver ninguna escena violenta. No me había tocado ver al ejecutado y, menos, llegar a fotografiarlo. Las primeras veces me quedé muy impactado de lo que veía pero más al saber que lo que me tocaba a mí era fotografiar esa escena…

Ha sido muy difícil hacer esto. Me cuesta mucho trabajo hacer esto y más cuando los familiares llegan a la escena del crimen porque ellos te piden que no hagas tu chamba y uno sabe lo importante que es que se registre lo que pasa en Ciudad Juárez.

El Diario de Juárez /Carlos Sánchez

Nosotros debemos ser responsables

“Yo soy fotógrafo desde que nací…”, dice con orgullo Carlos Sánchez, pues toda su familia se ha dedicado a la fotografía y, por ello, él decidió seguir los pasos de su abuelo y padre, pues ambos hicieron carrera como fotógrafos de prensa en Ciudad Juárez.

De esto lo que más le apasiona es el tener la oportunidad de informar y más hacerlo desde algo como la fotografía que no tiene márgenes de error porque se registra todo lo que se ve. Por ello, precisa Carlos, se deben dar los datos tal y como son: “Esto, incluye, la propia crudeza de lo que uno como fotoperiodista ve y retrata a través de la cámara”.

Lo complicado acá es pensarlo desde las diferentes líneas editoriales que convergen en los diarios grandes como El Diario donde se tiene un medio principal y otros que se dedican a la difusión de información policiaca. Eso complica el definir cómo tomar o no la fotografía, pues a Carlos Sánchez en un lado les piden se cuidadosos en la imagen y en uno le piden mostrar los hechos tal cual sucedieron.

Yo lo que quiero que mis fotografías digan la verdad de lo que pasa en Ciudad Juárez. La imagen es lo que habla y si nosotros no registramos se puede llegar a pensar que acá no pasa nada y así que uno toma lo ve, y así de cruel como está la foto… está el nivel de brutalidad con la que están operando los grupos criminales. Uno no puso los cuerpos ahí, uno es quien da a conocer esto y quien lo registra para que otros no olviden que aquí aún hay violencia.

Carlos Sánchez con esta misión continúa en la cobertura de la nota roja en El Diario de Juárez. Ha dejado el atentado atrás porque no es posible vivir en el miedo, pero eso que pasó lo mantiene alerta y consciente de que el riesgo está ahí en una profesión como la del fotoperiodista, pero como lo explica el propio Carlos: “Estoy aquí para informar a la gente lo que pasa. La gente crítica al fotógrafo de nota roja pero nosotros no generamos la violencia, pero nosotros sí seremos quienes las documentemos para que esto no se olvide y, con ello, no vuelva a suceder”.

El Diario de Juárez /Carlos Sánchez

Carlos Sánchez, actualmente tiene 23 años, y continúa con su labor como fotoperiodista de nota roja en el Diario de Juárez.

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