La muerte de Carlos Guajardo: ¿fuego cruzado, confusión, ataque directo?
Carlos Alberto Guajardo Romero era reportero de la fuente policiaca en Matamoros, Tamaulipas, ciudad situada en la frontera entre México y Estados Unidos. Trabajaba en el diario El Expreso y el día que perdió la vida estaba de descanso.
Era 5 de noviembre de 2010. Desde su casa escuchó un tiroteo y alrededor de las 11h de la mañana decidió salir en su camioneta rumbo al lugar de los hechos: la colonia Mariano Matamoros. Elementos del Ejército y de la Marina mantenían un intenso enfrentamiento con integrantes del Cártel del Golfo; específicamente contra el cabecilla, Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias Tony Tormenta.
Según varias fuentes Carlos Alberto tenía en ese momento 37 años de edad y su muerte se produjo a raíz de los disparos que impactaron la camioneta del periodista cuando éste arrancó para trasladarse a la Secretaría de Seguridad en busca de más información. Al terminar el tiroteo luego de unas ocho horas, disipado el humo, fue avistado el vehículo de Carlos Alberto y en su interior el cuerpo sin vida del reportero. Se contaron por lo menos 20 impactos de bala y se dio cuenta, además, de la detonación de una granada de mano.
Algunos reportes indican que militares que participaban en el operativo se confundieron; creyeron que en el vehículo huían delincuentes que habían intervenido en el tiroteo y enfocaron sus miras hacia el auto en movimiento; otras informaciones señalan que Carlos fue víctima del fuego cruzado.
La camioneta no mostraba ningún letrero con la leyenda ‘Prensa’.
Guajardo Romero tenía quince años de trayectoria periodística. Se había desempeñado también en El Bravo, El Mañana de Matamoros y Contacto. Le sobreviven su esposa y tres hijos.
En aquel enfrentamiento murió Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias Tony Tormenta, por quien el Gobierno de Estados Unidos había ofrecido una recompensa de cinco millones de dólares, y el operativo fue considerado un éxito. Tanto, que el Presidente estadounidense Barack Obama telefoneó a su homólogo mexicano Felipe Calderón para felicitarlo por el abatimiento de uno de los zares de la droga más buscados en el mundo. Y para manifestarle, además, sus condolencias por los tres elementos de la Marina y el periodista muertos en cumplimiento de su deber.
La Secretaría de la Defensa Nacional emitió un comunicado en donde igualmente expresó su pesar por la muerte del reportero.
El 8 de noviembre de ese mismo año el Comité de Protección a Periodistas [CPJ, por sus siglas en inglés] solicitó una averiguación exhaustiva sobre el deceso de Carlos y además hizo referencia al compromiso de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos [CNDH] de supervisar puntualmente las investigaciones del Gobierno Federal sobre el asesinato de Guajardo Romero. De hecho, la CNDH anunció que había iniciado una investigación de oficio sobre el homicidio del periodista, “supuesta víctima del fuego cruzado”, que verificaría si en el enfrentamiento no había intervenido, de manera dolosa o accidental, alguna autoridad y que ofrecería apoyo a los familiares del periodista.
En el espacio dedicado a Carlos en el sitio web del CPJ, Joel Simon, director ejecutivo, relata la reunión que sostuvieron él y otros integrantes de la asociación con el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien prometió entonces una mayor supervisión de las fuerzas de seguridad que han dificultado la labor de periodistas en la cobertura de sus actividades. En el mismo texto, Joel Simon concluye: “mientras que Carlos Alberto Guajardo Romero parece que fue asesinado en fuego cruzado, su muerte subraya la urgencia del compromiso del Presidente. Una investigación completa y pública sobre el homicidio de Guajardo Romero, es necesaria”.
En 2011, en el marco del Día de Muertos de ese año, PEN International publicó un recuento de periodistas y escritores muertos o desaparecidos en México de 2006 a 2011 y en el perfil del reportero del Expreso de Matamoros concluyó que no había más noticias sobre la investigación.