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ROCÍO GONZÁLEZ TRÁPAGA

“Estás caminando un sendero que no conocías. Hazlo con decoro y gallardía”

 

“Estás caminando un sendero que no conocías. Hazlo con decoro y gallardía”. Rocío González Trápaga le dijo esa frase a un amigo suyo, colega periodista, que acababa de perder a su madre. Esas palabras se quedaron grabadas en la memoria de ese colega y con ellas recordó a Rocío, a quien asesinaron la noche del 31 de agosto de 2011 en la Ciudad de México, al lado de su amiga y colega Marcela Yarce. A Rocío y a Marcela las asfixiaron y dejaron sus cuerpos sin vida en un parque de Iztapalapa, en el oriente de la capital del país.

Converso con los compañeros de Rocío en Televisa —en donde fue reportera más de tres lustros— y coinciden en describirla como una mujer sonriente y alegre, solidaria con sus colegas, generosa con sus camarógrafos. En el año 2000, Rocío se mudó a Almería, España. Cuatro años de residencia bastaron para que la recordaran como una periodista notable que dejó huella en la vida cultural de esa ciudad.

Marcela Yarce era directora de relaciones públicas de Contralínea, una revista de periodismo de investigación que ha escudriñado en la corrupción de la vida política del país y de los altos funcionarios del gobierno, particularmente de los más cercanos al presidente Felipe Calderón. Rocío González Trápaga era una amiga cercana de esa revista y el asesinato de ambas inmediatamente despertó la sospecha de que el ataque se hubiera cometido para silenciar a la publicación. Las investigaciones concluyeron que el móvil del asesinato fue el robo de un millón de pesos —Rocío era socia de una casa de cambio y nunca había tenido problemas de dinero— que no tenía relación con las actividades periodísticas de Rocío y Marcela. Sin embargo, el homicidio de ambas colegas fue usado inmediatamente para amedrentar periodistas a través de un correo electrónico que difundía una versión inexacta de los hechos:

“Entre los periodistas circula un correo en donde se asegura que ‘fueron torturadas, violadas, desgarradas (les arrancaron los pezones), golpeadas, amordazadas, asfixiadas’[…] aunque la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ya aclaró que no existen ¡ ‘evidencias de tortura’, escribió Jesusa Cervantes en Proceso. La indagatoria confirmó el asesinato por asfixia, aunque descartó el abuso sexual y las vejaciones.

Las dos cámaras del Congreso mexicano le rindieron un homenaje luctuoso a Rocío y a Marcela Yarce a través de un minuto de silencio en la primera sesión del mes de septiembre de 2011; en Puebla, la Federación de Asociaciones de Periodistas las recordó con un minuto de aplausos el 6 de septiembre de 2011; el sociólogo estadounidense James Petras se solidarizó con sus familiares, y sus amigos periodistas acudieron a las redes sociales para exigir justicia y honrar la memoria de Rocío González Trápaga, la mujer de 49 años, alegre y de buen sentido del humor, que estaba en planes de fundar una revista de bienes raíces cuando fue asesinada con su amiga y colega Marcela Yarce. Desde el asesinato del mítico Manuel Buendía en 1984, no se registraban homicidios de periodistas en la capital del país.

Se dice que una sociedad democrática requiere un periodismo independiente y sólido que vigile a los poderes del Estado. En México, salvo excepciones, el periodismo siguió sujeto al poder —vía contratos de publicidad, dinero en efectivo o complicidades entre dueños de medios y políticos— aun después de la alternancia del año 2000. El crimen organizado se acomodó a esas prácticas y repartió dinero, amenazas y balazos para comprar y silenciar comunicadores, sobre todo en los estados más violentos del país. Contralínea ha sido un ejemplo claro de esas excepciones dignas que se han resistido a la seducción del dinero y a la parálisis del miedo. Aun cuando el asesinato cobarde de Rocío y de Marcela fue cometido por la delincuencia común, el ataque a sus periodistas nos recuerda que el gremio debe cerrar filas y repudiar el silencio que pretenden imponer los poderes constitucionales y los poderes fácticos a través del brillo de los billetes y la música aterradora de las balas. 

 

Información adicional

  • Autor/a: Emiliano Ruiz Parra
  • Bio autor/a: Autor de Ovejas negras, rebeldes de la Iglesia mexicana del siglo XXI.
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