Tú y yo coincidimos en la noche terrible

José Antonio Aguilar Mota

El fotógrafo tiene nombre.

Todos hemos visto películas de ficción en las que a un individuo le borran la identidad. Un grupo de poder o el estado decide deshacerse del sujeto por intereses propios a través de alguna conspiración planeada y perfeccionada en contra suya. Entonces, no queda rastro de quién era o qué hacía, no tenía familia y se elimina de la memoria colectiva de las personas. No existió nunca.

 

¿Un “hombre sin sombra” en Michoacán?

En el estado de Michoacán ha sucedido un hecho que parece acercarse a esta clase de historias, desde luego encontraremos similitudes y diferencias. Y se comprueba la teoría de que la ficción jamás y para nada se aleja de la realidad, nos alcanza cada vez más.

José Antonio Aguilar Mota, es nuestro “hombre sin sombra” de esta historia, mismo del que conocemos su nombre gracias al “vox populi” de La Estancia, comunidad de municipio de Jacona en Michoacán. Su nombre y su historia son del conocimiento de casi todos los lugareños y podrán darte razón sobre la fecha del siniestro ocurrido, así como detalles generales, pero sólo eso, nadie hace mención de manera personal lo sucedido.

No hay descripción de su paso por la tierra: su rostro, su mirada, su andar, su voz se fueron junto con su sombra. Desde agosto de 2012: no hay rastros suyos.

Al parecer ningún habitante de la comunidad lo conoció directamente o tuvo trato con él. Dan la impresión de que no sabían siquiera de su existencia, pero tras un hecho lamentable José Antonio pasó ser conocido por todos en el municipio y sus comunidades aledañas.

 

Ojalá fuera ficción… ¡AMÉN!

No tan alejada de las versiones comunitarias (que casi son anónimas), nuestra historia también se contó y dio a conocer de forma impresa y en línea por algunos diarios nacionales y locales: 

Dos fotógrafos fueron torturados y asesinados de un balazo en la cabeza, y sus cuerpos dejados en la cajuela de un auto que fue abandonado en la carretera El Colesio-Tinaja de Vargas.

El hallazgo se hizo este sábado poco después de las 21:30 horas en el crucero del poblado El Colesio, donde los soldados hallaron un Volkswagen Jetta, color blanco, con placas 925VDY del Distrito Federal.

Las víctimas fueron identificadas como José Antonio Aguilar Mota, de 26 años, y Arturo Barajas, de 46, residentes de la comunidad de La Estancia, en Jacona.

Ambos presentaban signos de tortura y un impacto de proyectil de arma de fuego en el cráneo”.

Narra la redacción de PROCESO.COM.MX del 19 de agosto de 2012 en su sección de narcotráfico.

Se rumorean muchas cosas y se manejan diversas versiones sobre su fallecimiento. Lo cierto es que es un crimen que sigue manteniéndose impune (como sucede en muchos casos) debido a que se atribuye personas dedicadas al narcotráfico Michoacano.

 

Comparación fallida: No se va de la memoria colectiva

Familiares de las víctimas dijeron al agente del Ministerio Público que el jueves 16 del presente mes (agosto de 2012) sus parientes salieron de su hogar para trabajar, pero ya no regresaron; acudieron ante el agente del Ministerio Publico para reportar su desaparición y fue el sábado por la noche que los encontraron sin vida” (Vanguardia.com). Fallamos una vez más en el símil: ¡SÍ HABÍA FAMILIA!

De Aguilar Mota ahora sabemos su edad y que era habitante de La Estancia de Jacona: que era un fotógrafo, se dice que era periodista, que se enteró algo que no se quería que se supiera, que vio algo que no debía, que estuvo en el lugar y en el momento equivocado. Se logra ahondar pobremente en la vida personal de José Antonio, debido a que trabajaba por su cuenta (freelance) y no contaba con un empleo estable o fijo.

Antes del suceso en el que José Antonio fue arrebatado de la vida nadie conocía su nombre, ahora podemos ver protestas de indignación en redes sociales por la pérdida de José Antonio, resultado de la violencia que se vive en el estado de Michoacán, lugar al que popularmente se le denomina ya “Tierra Caliente”.

El crimen organizado coartó de un tajo la vida de José Antonio Aguilar Mota. No es necesariamente justo que nos enteremos de la vida de un ser humano tras su muerte o después de haber sido víctima de la violencia que nos persigue aceleradamente. Lamentable también: vivir abrumado por los crímenes de sangre y no poder expresarlo, por miedo, temor o cualesquiera sentimiento que provoca la represión, el verse y sentirse obligado a callar.

 

Información adicional

  • Autor/a: Moisés Hernández De Santiago
  • Bio autor/a: Estudiante de periodismo

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