Tú y yo coincidimos en la noche terrible

EL RASCATRIPAS. Hombre, unos 35 años de edad

Rascatripas

 

La madrugada del miércoles 9 de noviembre de 2011 aparece el cuerpo decapitado de un individuo de aproximadamente 35 años de edad en la glorieta de Colón, monumento ubicado en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, Tamaulipas. El cuerpo sin vida de la persona decapitada estaba boca abajo, con las manos esposadas hacia la espalda y la cabeza cortada y colocada junto a la rodilla derecha. El hombre vestía pantalón gris, calzoncillo azul rey, calcetines negros y camisa blanca. Su cuerpo presentaba huellas de tortura y estaba colocado sobre una lona blanca de aproximadamente un metro por un metro, sobre la que se escribió un mensaje en el que se consigna que la muerte de este individuo se debió a las denuncias que hacía contra el crimen organizado en redes sociales. El mensaje decía lo siguiente: “Hola (XD) soy el Rascatripas y me pasó esto por no entender que no debo reportar en las redes sociales. Soy un (…) como la NenaDLaredo y con este reporte me despido de Nuevo Laredo en Vivo”.

El denominado Rascatripas es la cuarta persona que fue asesinada en 2011 por utilizar las redes sociales en internet para denunciar las actividades de los grupos del crimen organizado que operan en esta urbe fronteriza con Texas. Anteriormente, en la misma ciudad, fueron encontradas muertas otras tres personas bajo condiciones similares y supuestamente por el mismo motivo. Las primeras dos víctimas, un hombre y una mujer, aparecieron colgadas el 13 de septiembre en un puente peatonal ubicado al poniente de la ciudad. En esa ocasión, los carteles colocados mencionaban que lo mismo le iba a pasar a las personas que subieran información de denuncia ciudadana a páginas de internet.

La tercera víctima fue María Elizabeth Macías Castro, de 39 años, conocida como la NenaDLaredo, quien era jefa de información del periódico Primera Hora y también colaboraba en el sitio Nuevo Laredo en Vivo. María Elizabeth enviaba constantemente tuits denunciando al crimen organizado. Su cuerpo fue encontrado decapitado y mutilado en la madrugada del 24 de septiembre de 2011 en el mismo lugar donde apareció, pocos días después, el Rascatripas.

Los espacios de denuncia en internet han proliferado tras el recrudecimiento de la violencia en México. Estos cuatro asesinatos causaron una gran consternación entre esa parte de la sociedad civil que se dedica a informar y denunciar por redes sociales, ayudándose del anonimato, en una situación de extrema inseguridad y violencia donde muchos medios formales se encuentran silenciados y amenazados en algunas regiones de México, como es el caso del estado de Tamaulipas.

La historia del Rascatripas es de gran relevancia por su significado. ¿Quién es este hombre? No conocemos su verdadero nombre, ni sus antecedentes. La Procuraduría General de Justicia del Tamaulipas, hasta la fecha, no ha confirmado su identidad. Otro dato curioso: los editores de la página de internet Nuevo Laredo en Vivo desmintieron el hecho de que esta persona fuera parte de su equipo.

Pero el cuerpo del Rascatripas se colocó decapitado y torturado en un lugar estratégico y muy visible, ubicado en una de las avenidas más importantes de Nuevo Laredo, donde todos pudieran verlo, todos debían verlo, y entonces sí todos los medios cubrieron la escena. El Rascatripas parece representar a todos aquellos que utilizan las redes sociales para denunciar a criminales. El mensaje a la ciudadanía es claro: No denunciar actividades relacionadas con el narcotráfico en esta ciudad fronteriza. Informar a través de las redes sociales temas ligados al narcotráfico y crimen organizado en general, se ha convertido en un verdadero peligro.

Poco después del asesinato del Rascatripas, el tuiter oficial del portal Nuevo Laredo en Vivo anunció: “Negativo, no es nuestro colaborador esa persona ejecutada, pero sin duda con esto intentan callar las voces de Nuevo Laredo… Es un chivo expiatorio para infundir temor”.

Información adicional

  • Autor/a: Guadalupe Correa-Cabrera
  • Bio autor/a: Profesora-investigadora de la Universidad de Texas en Brownsville, Estados Unidos.

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