Alberto, historia de un crimen impune
El 23 de diciembre de 2009, cuando Alberto Velázquez murió, no era una noche en la que uno deseé agarrar lo vivido a cuestas y salir de este mundo. Era la víspera de Navidad y a Alberto lo esperaban tres hijos y una esposa embarazada para festejar.
Una semana después nació su hijo.
Tras salir de la fiesta navideña con el personal del diario, Alberto, conocido como periodista fundador y colaborador del Diario Expresiones de Tulum, se encontraba estacionado en la avenida Kukulkán en la ciudad de Tulum en Quintana Roo. Estaba en un auto Chevrolet Corsa color rojo cuando a las 6h de la tarde dos hombres a bordo de una motocicleta se acercaron como aves de mal agüero para dispararle con una pistola calibre .38. El proyectil impactó en el pecho, le perforó el hígado, el bazo y lentamente le cortó la vida.
Con sus 42 años a cuestas alcanzó a enderezarse para pisar el acelerador e intentar escapar. La suerte estaba echada. Unas cuadras más adelante perdió el control del auto y se impactó contra una camioneta estacionada. Hasta ahí llegaron los paramédicos de la Cruz Roja para llevarlo al centro de salud de la cabecera municipal de Solidaridad, Playa del Carmen, en donde no había el equipo necesario para atenderlo. Por lo que lo trasladaron hasta el Hospital General de Cancún que estaba a 90 kilómetros de distancia.
“Se lo llevaron a Playa del Carmen con vida, consciente y hablando, pero ahí no hubo ni quirófano ni especialistas para poderlo atender”, cuenta Verónica Alfonso, ex presidenta de la Asociación de periodistas de la Riviera Maya, quien afirma que antes de morir Alberto alcanzó a decir: “Soy reportero de Tulum, me acaban de balear, fue gente de Marciano”.
Con esas palabras el periodista originario de Tabasco, señalaba como responsable del atentado al alcalde de Tulum, Marciano Dzul.
Desde que Dzul era candidato a la presidencia municipal por el PRI, Alberto se caracterizó por ser critico.
Y había recibido anónimos con amenazas de muerte.
María Dolores Olayo ha declarado a la prensa que la que noche asesinaron a su esposo, él cargaba un portafolio que no aparece. La viuda sigue exigiendo justicia a pesar de haber recibido, ella también, amenazas.
Luis Enrique Velázquez, hermano de Alberto, está convencido de que el móvil del asesinato fue su ejercicio periodístico. “Más que nada fue por motivos de su trabajo, porque decía las cosas que no se hacían bien”, dijo al periódico La Jornada.
“Dada la crítica cobertura de periodista sobre el gobierno local, las autoridades federales deben cooperar con los fiscales estatales para conducir una completa investigación y llevar a los responsables a la justicia”, dijo Carlos Lauria, coordinador para América del Comité de Protección de Periodistas.
Sin embargo, en la reputación del periodista hay una nube negra de personas que lo señalan como un periodista y abogado litigante que se dedicaba a extorsionar. En la red se pueden encontrar notas que hacen referencia a una grabación en la que presuntamente intentó extorsionar a un empresario al que le exigía un contrato de publicidad por 120 mil pesos más 350 pesos diarios.
Periodistas de la zona, como Héctor Valdés del periódico Respuesta, desestiman las versiones de que en el asesinato de Alberto tuvo que ver Marciano y apuntan más a que la agresión tuvo que ver con su labor como litigante para una casa de empeños, donde se daban en prenda terrenos.
Incluso como parte de los hechos, el agente del Ministerio Público inició la averiguación previa TAP-911/2009 en la que se asienta que el periodista también se dedicaba a litigar y llevaba casos relacionados a valiosos terrenos costeros, por lo que no se descarta que el móvil de su asesinato pudiera estar relacionado con alguna venganza.
Además, en medios locales se hizo pública una presunta relación extramarital que es investigada como otro de los móviles del asesinato.
Después de tres años del asesinato de Alberto, las investigaciones están detenidas y no hay ningún responsable en la cárcel.
