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JOSÉ VALDEZ MACÍAS

Perfil del periodista de radio José Valdés Macías

 

En enero del 2006, cuando la administración del presidente Vicente Fox entraba en la recta final, Coahuila, el tercer estado más grande del territorio nacional, dejó de escuchar en el cuadrante la voz del periodista radiofónico, de 49 años de edad, José Valdés Macías.

Su nombre, así de escueto, sin rostro ni historia, encabeza la lista de comunicadores asesinados ese año, cuando México ya era considerado uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo, por encima incluso de otros en situación de guerra.

Si bien a este conductor de la estación La Más Buena, en la frecuencia 91.9 de FM, no le alcanzó la vida para ver el saldo de terror del combate a la delincuencia, con sus más de 60 mil muertos y cerca de 20 mil desaparecidos, su caso forma parte de las estadísticas de la violencia y del clima de impunidad que propicia que la mayoría quede sin castigo.

Originario de Monclova y con veinticinco años de trayectoria profesional, a José Valdés Macías le sorprendió la muerte en su propia casa en el municipio de Sabinas. El 6 de enero de 2006 el presentador de noticias y analista político, recibió alrededor de veinte heridas de arma blanca que revelan la saña con la que se le victimó

De acuerdo a su amiga y colega Pilar Cortazar, su homicidio pudo tener relación con la investigación que en esos momentos realizaba sobre narcotráfico y milicia, un tema de los que en México parecen condenas de muerte. Esta versión no se confirmó ni tampoco fue considerada por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila [PGJEC] como una de las líneas a seguir en busca de esclarecer el crimen.

Lejos de sospechar que se tratara de una represalia por su trabajo informativo, las autoridades judiciales lo consideraron como un caso de violencia intrafamiliar hacia su pareja sentimental y su hijastra. Se presume que el novio de la jovencita, un estudiante de bachillerato, le quitó la vida en venganza por el maltrato al que eran sometidas las dos mujeres. De hecho, cuando la Procuraduría lo requirió, éste huyó hacia Estados Unidos. Hoy, hay una orden de aprehensión en su contra.

Compañeros del gremio en Salinas, quienes lo describen como un hombre amable, indican que en el expediente de la PGJEC existen pruebas periciales que apuntan a que los tres pudieran estar involucrados en el asesinato, dado que en la lavadora de la vivienda se encontró ropa con rastros de sangre del periodista. La hipótesis es que trataron de lavarla después de la agresión.

Lo cierto es que a seis años del homicidio de José Valdés Macías, originario de Monclova y trabajador en un tiempo en el Diario de Coahuila editado en Múzquiz, este sigue sin castigo y su nombre engrosando la larga lista de periodistas asesinados por diferentes causas.

En el Informe Silencio y Muerte del Comité de Protección a Periodistas, la organización internacional no lo contempla, pero diferentes medios de comunicación y organizaciones relacionadas a la libertad de expresión ubican su nombre como el primer comunicador asesinado del 2006.

En la red, veinticinco años de trayectoria se redujeron a las tres palabras de su nombre, sin rostro ni historia. Al margen de las investigaciones para el esclarecimiento del crimen, ni medios de comunicación, ni reporteros o amigos, decidieron recuperar su memoria. Nadie habla de sus logros, esfuerzos o anhelos, porque como sucede en la mayoría de los casos, en México los periodistas mueren dos veces, uno: víctimas de la violencia y dos: del olvido del gremio.

 

Información adicional

  • Autor/a: Gricelda Torres Zambrano
  • Bio autor/a: Reportera de Notisistema en Guadalajara.
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