¿Quién le dará flores a los ‘Chuminos’?
El Día de la Libertad de la Expresión en México apenas contaba sus primeros minutos y en el estado de Guerrero ya habían levantado un periodista.
La noche del 6 de junio de 2011, Marco Antonio López Ortiz había terminado su jornada como jefe de información del diario Novedades de Acapulco, ubicado 50 metros de la playa. Hace meses que entraba a las 9h de la mañana y salía a las 11h de la noche, deseoso de una distracción del estrés que causa informar en uno de los destinos turísticos más bellos, pero violento, de México: más de 8 mil asesinatos desde 2005.
Con 45 años, pero vida de soltero, veinteañero, sin hijos, ese día Toño López saltó de su silla, bajó las escaleras de caracol del diario y marcó al dueño del bar Los Dos Arbolitos para avisarle que iría por cerveza. Era el pretexto para que el periodista, aunque estaba cansado, le entregara a su amigo unos papeles que necesitaba el negocio.
Quienes lo conocen dicen que así es Toño: tan amable que una vez conoció a una mesera de cantina y durante horas escuchó su desgracia de ser madre soltera y no poder registrar a su hija en el sistema de salud por falta de cónyuge. Él ofreció a registrarla con sus apellidos, para apenas firmó, ella lo extorsionó y le exigió pensión alimenticia, lo que Toño cumplía cabalmente, fragmentando su cheque quincenal de 10 mil pesos.
“Era un jefe estricto, pero era muy buena persona. Siempre ayudaba con las notas… su desaparición aún nos afecta mucho”, cuenta Rolando Paredes, compañero del diario y amigo suyo por más de treinta años.
Tenía a cargo ocho reporteros, quienes cubrían desde nota roja hasta política en las 800 colonias del puerto, repartidas en lujosos fraccionamientos o barrios dominados por La Maña, una banda criminal formada por ex policías que trabajan para el Cártel del Golfo. Y como Toño también fue reportero, solía dar las llaves de su Pointer blanco, sin pedir dinero para la gasolina, a quien que se lo pidiera para ir a cubrir una noticia.
Esa noche, tomó el auto y manejó diez minutos hacia el bar, ubicado en una zona de prostitución y venta de drogas, a unas cuadras del parque Papagayo. Estacionó su auto en la calle y entró. Su ropa lo evidenciaba: No se quitó el pantalón de vestir azul marino y la camisa mitad blanca, mitad azul, con una N bordada a la altura del corazón que todos los trabajadores del Novedades de Acapulco usan como uniforme.
Saludó y pidió una cerveza oscura. Algo extraño en Toño, pues había dejado de beber a causa de una incipiente dermatitis atópica que lo atacaba en las juntas editoriales. Había cambiado su afición por el ‘chumino’, una palabra inventada por él* que antecedía a una señal con sus lentes en dirección a una mujer atractiva.
“Decía ‘mira ese chumino’ o ‘¡me voy con un chumino!’ y hablaba de una mujer muy guapa. Era su palabra y se le quedó de apodo”, dicen sus compañeros.
Al Chumino se le recuerda como un periodista de carrera: es hijo de Francisca Ortiz y Marco Antonio López, fundador del extinto diario Relieve, donde Toño comenzó como mensajero. Luego, se hizo reportero de nota roja y política. Estuvo en varios diarios locales, pero su casa fue Novedades de Acapulco, donde tuvo su último empleo.
Terminó su cerveza y salió por los documentos a su auto. Eran las 12.15h de la noche del 7 de junio, cuando un comando armado lo interceptó y silenciosamente lo subió a un automóvil. El auto se perdió entre unos cerros oscuros donde manda La Maña.
Al día siguiente, sus compañeros sólo encontraron el auto estacionado. Nadie se llevó la computadora que había dentro ni llamaron para pedir rescate por el periodista.
La Procuraduría estatal abrió la averiguación previa TAB/SC/05/0200/2011, pero no hay avances; pese a las súplicas de su madre para que lo dejaran en la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, no hay rastro de él, detenidos ni sospechosos.
Sus compañeros aseguran que no trabajaba en alguna investigación incómoda para el crimen organizado o grupo político, aunque admiten que en Acapulco, cuando alguien hace ese periodismo, por seguridad ni siquiera se comenta en voz alta.
Todo lo que saben es que un día Toño López salió, nunca regresó y que, como una de las bromas pesadas que hacía, desapareció el Día de la Libertad de la Expresión.
Desde ese día, nadie avienta flores a los ‘chuminos’ que caminan sobre la arena frente al Novedades de Acapulco.
* Nota de los editores: la palabra es de uso frecuente en el argot español y hace referencia al cuerpo íntimo de la mujer.