Este proyecto fue primero una voluntad común contra el olvido y la impunidad, luego un libro y ahora esta página que guarda memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy.

El libro, que editamos en 2012 y que guardaba las 127 hojas de vida de los periodistas y trabajadores de la información asesinados o desaparecidos durante las dos primeras legislaturas de la alternancia democrática, no está a la venta. Nunca lo estuvo. Sólo fue posible adquirirlo en la página que Goteo.org nos abrió para hacer una campaña de crowfunding que nos permitiera hacerlo. Las donaciones y la colaboración editorial y logística de la UdeG, sirvieron finalmente para hacer 1500 ejemplares que regalamos en el VIII Encuentro Internacional de Periodistas: Los otros caminos de la información, que se celebró en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, donde lo presentamos.

Aunque en este espacio virtual, aquel proyecto, lamentablemente sigue creciendo.

Siéntanse libres de difundir este trabajo para hablar de los riesgos que corren los periodistas de México y la situación que atraviesa el país. Éste es un proyecto creado con la filosofía Open Source que otorga implícitamente permiso para reproducir, distribuir y compartir el material publicado en esta web con la única condición de citar su procedencia, en atención a los autores y al conjunto del trabajo realizado. 

 

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JUAN FRANCISCO RODRIGUEZ RÍOS

El triste asesinato de un matrimonio

 

En una típica noche caliente y lluviosa, en el suroeste de Guerrero, hombres armados irrumpen en un café internet propiedad de un matrimonio de periodistas. Salen de un auto negro con vidrios polarizados, desenfundan sus revólveres, disparan y asesinan a la pareja a quemarropa. Fue un 28 de junio de 2010.

Juan Francisco Rodríguez Ríos y María Elvira Hernández Galeana tenían, respectivamente, 49 y 36 años cuando fueron asesinados. El mayor de sus hijos, de sólo 17 años, estaba presente cuando esas siete detonaciones acabaron, en un suspiro, con la vida de sus padres.

“No tenía una relación cercana con él, solamente éramos compañeros de trabajo”, susurró por el teléfono la editora del Sol de Acapulco, Carolina Santos. “Sin embargo puedo decir que era una persona amigable y que siempre fue respetuoso con todos aquellos con quienes trabajó”. Y sin embargo, apenas dicen nada. “No estamos autorizados a hablar de él”, dijo una compañera que conserva el anonimato.

La estela de silencio que el asesinato de Juan Francisco Rodríguez dejó entre sus colegas no impidió que yo continuara indagando y encontrara que ejercía desde hacía dos décadas el periodismo en Coyuca de Benítez, municipio ubicado en la Costa Grande de Guerrero. Cuando fue asesinado, era corresponsal del Sol de Acapulco y del Diario Objetivo de Chilpancingo. Además de su trabajo como periodista independiente y de sus labores en el café internet, Juan Francisco Rodríguez era también delegado del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa.

Algunos días antes de su muerte, él, junto con decenas de periodistas, habían condenado la persistente violencia en contra de sus colegas, que en 2010 tuvo su punto más álgido. Apenas unas horas antes de su asesinato, Juan Francisco Rodríguez había estado reportando en el lugar de los hechos una marcha en conmemoración del quince aniversario de la masacre de Aguas Blancas, perpetrada en 1995.

Mientras los voceros de las instancias gubernamentales dedicadas a investigar esos crímenes declararon ante los medios y los organismos de derechos humanos que sospechaban que el móvil de los asesinatos era el robo, periodistas declararon de forma anónima a la prensa local que no debía dársele demasiado peso a esa hipótesis. Los cafés internet usualmente no logran reunir en una jornada más de 600 pesos, por lo que difícilmente son blancos de robo.

El doble asesinato atrajo la condena internacional. Irina Bokova, directora general de la UNESCO, declaró que este tipo de crímenes no deben quedar impunes. Carlos Lauria, coordinador del Comité para la Protección de los Periodistas, dijo que la ola de asesinatos entre los dedicados a este oficio era la causa de que se estuviera extendiendo la autocensura.

Cabe añadir como nota al pie que las balas que fueron encontradas en la escena del crimen eran de calibre .38, y que los asesinatos aquí referidos tuvieron lugar el mismo año en que explotó la controversia en torno al programa Rápido y Furioso impulsado por el gobierno estadounidense. De hecho, revólveres calibre .38 fueron las armas que principalmente fueron distribuidas con el fin de seguir su trayectoria entre las bandas del crimen organizado, y que resultaron en la provisión de un arsenal de miles de unidades de alto poder a los principales cárteles mexicanos de la droga. En México un porcentaje muy pequeño de los asesinatos son investigados y perseguidos por la justicia, y este caso no es la excepción: no hay sospechosos del crimen.

 

Información adicional

  • Autor/a: Andrew Kennis
  • Bio autor/a: Periodista. Traductora del inglés al español: Lorena Cervantes.

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