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Alonso de la Colina Sordo

Ninguna de las personas que se agrupaban a ver al hombre tendido en el estacionamiento de la plaza comercial San Ángel, en la capital de Puebla, con un disparo a la altura del corazón, sabían que se trataba de una de las caras más conocidas de Guerrero. Tan lejos del estado que atestiguara su carrera periodística, murió en el anonimato, figurando de una manera que hasta ese momento hubiera sido imposible de concebir para los guerrerenses que conocían a Alonso de la Colina Sordo.

Todos los días aparecía a la hora de la comida como presentador del noticiero vespertino de TV Azteca, hasta que la familia De la Colina Sordo dejó la concesión de la televisora que habían fundado en el estado dos meses antes del asesinato: Alonso, su madre Lupita y su hermano Carlos De la Colina.

Sus espectadores recuerdan su trayectoria “desde que tenía cabello hasta que se le fue cayendo”, desde sus inicios en el programa matutino Buenos días Acapulco hasta que pasó a ser el titular de Hechos Meridiano, que él mismo vanagloriaba con una sonrisa como “el noticiero local con mayor audiencia y el medio informativo más importante de Guerrero”.

Sin embargo, inesperadamente, el 15 de febrero del 2013 se despidió en vivo durante la transmisión del programa y anunció su intención de emprender nuevos proyectos. Un día después la estación local de televisión, que fue llevada por la familia durante dieciséis años, cerró.

Irónicamente, el presunto asalto donde perdió la vida sucedió a las tres de la tarde hora aproximada en la que se transmitía su noticiero, de acuerdo con reportes de prensa de la ciudad de Puebla. El 16 de Abril el conductor había acudido a la sucursal de Santander a realizar un retiro de 50 mil pesos y al salir fue atracado por dos individuos que se desplazaban en una motocicleta negra. Simultáneamente otras dos personas habían sido heridas, a las cuales también se les intentó asaltar cuando salían de una sucursal de Bancomer en el mismo sitio.

Mientras, el director de la Policía Ministerial de la Fiscalía de Puebla, Juan Luis Galán, informó que había sido abordado en el estacionamiento de la plaza por un hombre robusto de alrededor de 1,80 metros, quien disparó dos veces al aire para amedrentarlo y luego lo mató.

Hasta entonces las autoridades no establecían si el móvil del homicidio había sido el robo o una persecución por sus actividades profesionales. Una semana después del ataque la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex) solicitaba al Gobierno del Estado de Puebla que se agotasen todas las líneas de investigación, incluida la del trabajo periodístico, en el asesinato. Se dice que había que habían indicios para pensar que Alonso de la Colina se había ido a vivir a la capital de Puebla, presuntamente, para huir de las amenazas a las que había sido sometido en el estado de Guerrero.

Para el 2 de febrero del 2014, la Procuraduría General de Justicia de Puebla (PGJ) había arraigado a seis presuntos integrantes de una banda de asaltantes de cuentahabientes bancarios que estaría ligada al asesinato: Fanny Meléndez López, Fernando Montaño Domínguez, Eduardo Toledo Abundez, Diego López Hernández, Rubizel Brum Luna y José Toledo Abundez, todos originarios de la delegación Iztapalapa del Distrito Federal. Sin embargo, de ninguna manera se ha precisado la forma, ni el lugar en que se llevó a cabo la captura de los presuntos responsables.

Un periodista de prensa puede omitir su firma por seguridad, pero en la televisión no se puede. En la televisión los vemos y escuchamos hasta el punto en que nos son familiares y los mencionamos como si los conociéramos personalmente. Hasta qué punto caló la muerte del señor que salía en la tele en uno de los estados más castigados por la violencia del crimen organizado, será difícil comprender desde la distancia y el luto constante, vivo.



Información adicional

  • Autor/a: Osvaldo Roldán
  • Bio autor/a: Periodista independiente.
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