Este proyecto fue primero una voluntad común contra el olvido y la impunidad, luego un libro y ahora esta página que guarda memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy.

El libro, que editamos en 2012 y que guardaba las 127 hojas de vida de los periodistas y trabajadores de la información asesinados o desaparecidos durante las dos primeras legislaturas de la alternancia democrática, no está a la venta. Nunca lo estuvo. Sólo fue posible adquirirlo en la página que Goteo.org nos abrió para hacer una campaña de crowfunding que nos permitiera hacerlo. Las donaciones y la colaboración editorial y logística de la UdeG, sirvieron finalmente para hacer 1500 ejemplares que regalamos en el VIII Encuentro Internacional de Periodistas: Los otros caminos de la información, que se celebró en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, donde lo presentamos.

Aunque en este espacio virtual, aquel proyecto, lamentablemente sigue creciendo.

Siéntanse libres de difundir este trabajo para hablar de los riesgos que corren los periodistas de México y la situación que atraviesa el país. Éste es un proyecto creado con la filosofía Open Source que otorga implícitamente permiso para reproducir, distribuir y compartir el material publicado en esta web con la única condición de citar su procedencia, en atención a los autores y al conjunto del trabajo realizado. 

 

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Alonso de la Colina Sordo

Ninguna de las personas que se agrupaban a ver al hombre tendido en el estacionamiento de la plaza comercial San Ángel, en la capital de Puebla, con un disparo a la altura del corazón, sabían que se trataba de una de las caras más conocidas de Guerrero. Tan lejos del estado que atestiguara su carrera periodística, murió en el anonimato, figurando de una manera que hasta ese momento hubiera sido imposible de concebir para los guerrerenses que conocían a Alonso de la Colina Sordo.

Todos los días aparecía a la hora de la comida como presentador del noticiero vespertino de TV Azteca, hasta que la familia De la Colina Sordo dejó la concesión de la televisora que habían fundado en el estado dos meses antes del asesinato: Alonso, su madre Lupita y su hermano Carlos De la Colina.

Sus espectadores recuerdan su trayectoria “desde que tenía cabello hasta que se le fue cayendo”, desde sus inicios en el programa matutino Buenos días Acapulco hasta que pasó a ser el titular de Hechos Meridiano, que él mismo vanagloriaba con una sonrisa como “el noticiero local con mayor audiencia y el medio informativo más importante de Guerrero”.

Sin embargo, inesperadamente, el 15 de febrero del 2013 se despidió en vivo durante la transmisión del programa y anunció su intención de emprender nuevos proyectos. Un día después la estación local de televisión, que fue llevada por la familia durante dieciséis años, cerró.

Irónicamente, el presunto asalto donde perdió la vida sucedió a las tres de la tarde hora aproximada en la que se transmitía su noticiero, de acuerdo con reportes de prensa de la ciudad de Puebla. El 16 de Abril el conductor había acudido a la sucursal de Santander a realizar un retiro de 50 mil pesos y al salir fue atracado por dos individuos que se desplazaban en una motocicleta negra. Simultáneamente otras dos personas habían sido heridas, a las cuales también se les intentó asaltar cuando salían de una sucursal de Bancomer en el mismo sitio.

Mientras, el director de la Policía Ministerial de la Fiscalía de Puebla, Juan Luis Galán, informó que había sido abordado en el estacionamiento de la plaza por un hombre robusto de alrededor de 1,80 metros, quien disparó dos veces al aire para amedrentarlo y luego lo mató.

Hasta entonces las autoridades no establecían si el móvil del homicidio había sido el robo o una persecución por sus actividades profesionales. Una semana después del ataque la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex) solicitaba al Gobierno del Estado de Puebla que se agotasen todas las líneas de investigación, incluida la del trabajo periodístico, en el asesinato. Se dice que había que habían indicios para pensar que Alonso de la Colina se había ido a vivir a la capital de Puebla, presuntamente, para huir de las amenazas a las que había sido sometido en el estado de Guerrero.

Para el 2 de febrero del 2014, la Procuraduría General de Justicia de Puebla (PGJ) había arraigado a seis presuntos integrantes de una banda de asaltantes de cuentahabientes bancarios que estaría ligada al asesinato: Fanny Meléndez López, Fernando Montaño Domínguez, Eduardo Toledo Abundez, Diego López Hernández, Rubizel Brum Luna y José Toledo Abundez, todos originarios de la delegación Iztapalapa del Distrito Federal. Sin embargo, de ninguna manera se ha precisado la forma, ni el lugar en que se llevó a cabo la captura de los presuntos responsables.

Un periodista de prensa puede omitir su firma por seguridad, pero en la televisión no se puede. En la televisión los vemos y escuchamos hasta el punto en que nos son familiares y los mencionamos como si los conociéramos personalmente. Hasta qué punto caló la muerte del señor que salía en la tele en uno de los estados más castigados por la violencia del crimen organizado, será difícil comprender desde la distancia y el luto constante, vivo.



Información adicional

  • Autor/a: Osvaldo Roldán
  • Bio autor/a: Periodista independiente.

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