Este proyecto fue primero una voluntad común contra el olvido y la impunidad, luego un libro y ahora esta página que guarda memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy.

El libro, que editamos en 2012 y que guardaba las 127 hojas de vida de los periodistas y trabajadores de la información asesinados o desaparecidos durante las dos primeras legislaturas de la alternancia democrática, no está a la venta. Nunca lo estuvo. Sólo fue posible adquirirlo en la página que Goteo.org nos abrió para hacer una campaña de crowfunding que nos permitiera hacerlo. Las donaciones y la colaboración editorial y logística de la UdeG, sirvieron finalmente para hacer 1500 ejemplares que regalamos en el VIII Encuentro Internacional de Periodistas: Los otros caminos de la información, que se celebró en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, donde lo presentamos.

Aunque en este espacio virtual, aquel proyecto, lamentablemente sigue creciendo.

Siéntanse libres de difundir este trabajo para hablar de los riesgos que corren los periodistas de México y la situación que atraviesa el país. Éste es un proyecto creado con la filosofía Open Source que otorga implícitamente permiso para reproducir, distribuir y compartir el material publicado en esta web con la única condición de citar su procedencia, en atención a los autores y al conjunto del trabajo realizado. 

 

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RAÚL MARCIAL PÉREZ

Raúl Marcial Pérez, un crimen de Estado

 

Raúl Marcial Pérez, periodista asesinado en la administración de Ulises Ruiz. Crítico del sistema priista, dio voz al movimiento de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca a través de su columna El otro lado de la moneda. Su ejecución ocurrió el 8 de diciembre de 2006. 

 

AMENAZA CUMPLIDA

Tres fueron las amenazas para que Raúl Marcial Pérez dejara de escribir su columna periodística en El Gráfico de Oaxaca. La primera fue dejada en el portal de su casa, armada con letras de periódico. Siguió una llamada telefónica que, con gritos, le advertía que “se lo iba a cargar la chingada”. La tercera fue directa. Un funcionario del gobierno de Ulises Ruiz le dijo: “Es mejor que le bajes a tus notas”.

Eran como las 3h de la tarde del viernes 8 de diciembre de 2006. Una llamada telefónica fue recibida en la casa de la familia Marcial Martínez. Emelia alzó el auricular. La voz de hombre, agitada y nerviosa, le pedía su traslado inmediato a Juxtlahuaca: “Su esposo tuvo un accidente”, dijo.

Tres horas más tarde, el hombre que le había llamado para darle la noticia la esperaba en el centro médico de Juxtlahuaca. El hecho fue confirmado. Ocho tiros por la espalda acabaron con la vida del periodista Raúl Marcial Pérez.

La primera semana de diciembre parecía que todo se había atrasado. Su carro se había descompuesto y no estaría hasta el jueves por la mañana. Le fallaban los frenos. No podía salir así a carretera.

Josabath, su hijo, fue el encargado de llevarlo al taller mecánico. El jueves muy temprano, Raúl lo apuraba para que fuera a recoger el vehículo: “¡Anda!, se me hace tarde”.

El carro llegó hasta las 2h de la tarde. “¡Sabes que me urge irme, y no te apuras!”, regañó Raúl a Josabath.

Ese mismo día, por la noche, llamó a su familia para reportar que había llegado con bien y disculparse con su hijo. Se despidió. “Nos dejó, así nada más”, dice su esposa.

A las 3h de la tarde del día siguiente, mientras comía, una camioneta pasó a sus espaldas. Una ráfaga de plomo entró en su cuerpo. No alcanzó ni a levantarse de su asiento. La muerte fue instantánea. Los asesinos huyeron del lugar inmediatamente.

Emelia no podía creer lo que le platicaban. Tuvo que ir a reconocer el cuerpo, perforado con proyectiles de alto calibre.

 Junto con su hijo, lo trasladó a la ciudad para su entierro y acudió a las autoridades a levantar una demanda, misma de la que no hay avances a la fecha. Tampoco ningún detenido por el crimen.

“Se levantó la demanda. Se hicieron los trámites para su traslado. Pedí justicia. Me llamaron de México (de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos), le dieron atención psicológica a mis hijos y hasta ahí quedó todo”, reclama Emelia.

 

EL ACOSO

Josabath Barush Marcial Méndez, primogénito del periodista, fue citado ante el Ministerio Público en noviembre de 2008, “para saber si había más información que aportara datos a la investigación”, dice su madre.

El joven indagó sobre los avances de la investigación. No había nada. Insistió en varias ocasiones. Nada.

Su esfuerzo quedó inconcluso, pues el 13 de enero de 2009 agentes de la Policía Estatal entraron con “lujo de violencia” a la casa que habita con su esposa, su hijo, su madre y su hermana. Derribaron el portón, recuerda Emelia, mientras muestra las marcas y abolladuras que quedaron en paredes y herrería de su casa.

“Entraron hasta su habitación. Lo golpearon y sacaron a rastras. Le reventaron el oído”, recuerda con dolor.

“Se le acusaba de estar coludido con el crimen organizado. A la fecha, nadie le ha podido comprobar nada. No hay sentencia ni amparo”, reprocha con indignación.

Emelia cree que el encarcelamiento de Josabath Barush es consecuencia de que tratara de dar con el asesino de Raúl Marcial, su padre. “Exigía justicia y buscaron callarlo de ese modo”.

 

Información adicional

  • Autor/a: Cornelio Merlín Cruz
  • Bio autor/a: Gerente y Director General de Corporativo Medios y Comunicación.

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