Este proyecto fue primero una voluntad común contra el olvido y la impunidad, luego un libro y ahora esta página que guarda memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy.

El libro, que editamos en 2012 y que guardaba las 127 hojas de vida de los periodistas y trabajadores de la información asesinados o desaparecidos durante las dos primeras legislaturas de la alternancia democrática, no está a la venta. Nunca lo estuvo. Sólo fue posible adquirirlo en la página que Goteo.org nos abrió para hacer una campaña de crowfunding que nos permitiera hacerlo. Las donaciones y la colaboración editorial y logística de la UdeG, sirvieron finalmente para hacer 1500 ejemplares que regalamos en el VIII Encuentro Internacional de Periodistas: Los otros caminos de la información, que se celebró en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, donde lo presentamos.

Aunque en este espacio virtual, aquel proyecto, lamentablemente sigue creciendo.

Siéntanse libres de difundir este trabajo para hablar de los riesgos que corren los periodistas de México y la situación que atraviesa el país. Éste es un proyecto creado con la filosofía Open Source que otorga implícitamente permiso para reproducir, distribuir y compartir el material publicado en esta web con la única condición de citar su procedencia, en atención a los autores y al conjunto del trabajo realizado. 

 

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JOSÉ LUIS ORTEGA MATA

Atropellado por la misma fuerza tenebrosa

 

El día del asesinato de José Luis Ortega Mata apenas habían transcurrido 81 días del gobierno de Vicente Fox. Se suponía que México, con un presidente no proveniente del PRI, por fin gozaría de democracia. De los 16 millones que votaron en 2000 por el PAN, muchos hubiesen preferido votar por otras opciones pero decidieron hacerlo por Fox para “enterrar a los dinosaurios”. Empero, en los siguientes doce años de gobiernos panistas serían asesinados aún más periodistas que bajo los sangrientos sexenios del priato.

Ortega Mata era el director del Semanario Ojinaga en la ciudad del mismo nombre. Presidía la Asociación de Fotógrafos y Camarógrafos del lugar. Cinco días antes de su muerte, publicó que en Aldama, cerca de la capital, había casas donde se almacenaban grandes cantidades de droga. También había anunciado la publicación de una investigación sobre financiación de campañas políticas por capos del narcotráfico.

Sus asesinos lo bajaron de su coche. Uno de ellos lo sujetó para que el otro pudiera dispararle a placer. Le incrustaron dos balas calibre 22 en la cabeza. Dejaron su cámara fotográfica, billetera y teléfono celular.

- México no es el país más peligroso para ejercer el periodismo -atajó molesto Jorge Zermeño, embajador mexicano en España, al corresponsal de La Jornada, a fines de 2010-. Acuérdese que hay lugares más difíciles.

- ¿Cuáles, por ejemplo?

- Pues no lo sé. Pero México no es el país más peligroso del mundo.

Ojinaga es una ciudad de 26 mil habitantes, en la frontera con Texas. El nombre se lo puso Benito Juárez en honor de Manuel Ojinaga, que combatió la Intervención francesa y fue muerto por los imperialistas. En 1910, el general Toribio Ortega, en el cercano Coyame, se adelantó a la insurrección contra la dictadura de Porfirio Díaz a que había convocado para seis días después Francisco I. Madero. Cada 14 de noviembre el hecho es estruendosamente celebrado en la región.

José Luis Ortega Mata era bisnieto del militar revolucionario.

“¿Por qué el obrero ruso muestra todavía poca actividad frente al salvajismo con que la policía trata al pueblo, los castigos corporales impuestos a los campesinos, la censura, las torturas de los soldados, la persecución de las iniciativas culturales?”, se preguntaba en 1902 V. I. Lenin. A lo que contestó: “Debemos culparnos a nosotros mismos de no haber sabido aún organizar denuncias lo suficiente amplias, brillantes y rápidas contra todas esas ignominias. Si lo hacemos el obrero comprenderá o sentirá que el estudiante y el miembro de una secta religiosa, el campesino y el escritor son vejados y atropellados por esa misma fuerza tenebrosa que tanto le oprime y le sojuzga a él en cada paso de su vida. Al sentirlo, él mismo querrá reaccionar, sentirá un deseo incontenible de hacerlo; y entonces sabrá” organizar protestas eficaces.

“Amanecía el 20 de febrero del 2001 cuando cayó como bomba la noticia de que José Luis había sido asesinado. La noticia atrajo a comunicadores de todo el estado y del Paso, Odessa y Midland en la Unión americana”, me dice por teléfono desde Ojinaga David Reynosa, director de La Voz del Desierto, amigo de la víctima y que lo sustituyó en la dirección del semanario. “Los Ortega Mata son varios hermanos: Toribio es fotógrafo y Armando dirigió Prensa Libre. José Luis tenía 37 años y estaba casado con Alicia Cortés. Tenía tres hijos, el mayor de 15 años. La familia emigró a Estados Unidos”.

La presión pública obligó a una respuesta de las autoridades. El 29 de abril de 2001 fue encarcelado Jesús Herrera, pero el testigo ocular que lo culpaba se encontraba en la cárcel el día del crimen.

El Procurador Arturo González Rascón dejó entrever que el crimen se debió a motivos pasionales, “ya que el arma utilizada no es del tipo que utilizan los narcotraficantes ya que es una pistola empleada por mujeres”.

En julio de 2001 Jesús Herrera quedó en libertad. El caso no ha sido aclarado.

 

 

Información adicional

  • Autor/a: Cuauhtémoc Ruiz Ortiz
  • Bio autor/a: Militante del Partido Obrero Socialista y Director de la revista Pluma.

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