Este proyecto fue primero una voluntad común contra el olvido y la impunidad, luego un libro y ahora esta página que guarda memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy.

El libro, que editamos en 2012 y que guardaba las 127 hojas de vida de los periodistas y trabajadores de la información asesinados o desaparecidos durante las dos primeras legislaturas de la alternancia democrática, no está a la venta. Nunca lo estuvo. Sólo fue posible adquirirlo en la página que Goteo.org nos abrió para hacer una campaña de crowfunding que nos permitiera hacerlo. Las donaciones y la colaboración editorial y logística de la UdeG, sirvieron finalmente para hacer 1500 ejemplares que regalamos en el VIII Encuentro Internacional de Periodistas: Los otros caminos de la información, que se celebró en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, donde lo presentamos.

Aunque en este espacio virtual, aquel proyecto, lamentablemente sigue creciendo.

Siéntanse libres de difundir este trabajo para hablar de los riesgos que corren los periodistas de México y la situación que atraviesa el país. Éste es un proyecto creado con la filosofía Open Source que otorga implícitamente permiso para reproducir, distribuir y compartir el material publicado en esta web con la única condición de citar su procedencia, en atención a los autores y al conjunto del trabajo realizado. 

 

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MIGUEL ÁNGEL DOMÍNGUEZ ZAMORA

Desaparecido

 

Han pasado dos años y cuatro meses desde que Miguel Ángel Domínguez Zamora fue visto por última vez. El reportero del diario El Mañana de Reynosa (Tamaulipas, noreste de México) desapareció en marzo de 2010. Otros dos compañeros suyos, Pedro Argüello y David Silva, también se esfumaron en esos días. La información sobre su caso es escasa. De la investigación no ha salido ningún fruto. Sus familiares no quieren hablar. Y cuando hablan, ruegan no ser identificados. Sus colegas intuyen que “algo” que escribieron podría haber enfurecido al Cártel del Golfo o los Zetas. Reynosa, como muchas poblaciones al norte del país, ha dejado de ser ciudad para convertirse en una plaza: territorio en disputa por los narcotraficantes.

Las amenazas han obligado a la prensa a correr un velo sobre la cruenta guerra que se libra en las ciudades de Tamaulipas. Sólo en catorce días ocho periodistas desaparecieron. A uno lo golpearon hasta matarle. A otros dos (los únicos que trabajaban para un medio nacional) los soltaron bajo la amenaza de nunca volver. Y de los otros cinco nadie sabe nada. Uno de ellos era Miguel Ángel Domínguez. Nadie publicó una línea sobre su desaparición hasta que un medio al otro lado de la frontera, el Dallas Morning News, trató el caso. Y de ahí, poco más. “Vivimos en silencio”, dice un reportero del Mañana, que pide el anonimato. En la página web del diario hay advertencias sobre las altas temperaturas, una historia sobre la caída en la venta del camarón, otra sobre alcantarillas llenas de basura y una más de un festival de danza infantil. Ni una sola referencia a la violencia de los narcotraficantes. Hay un porqué: después de que un grupo de desconocidos atacara la sede del diario, El Mañana publicó un editorial en el que denunciaba “la mezquindad de un poder fáctico” y anunciaba que no publicaría más información relacionada con el narcotráfico. “Sólo se abordará el tema a través de la opinión profesional de los analistas que estudian el fenómeno”, detallaba el texto, publicado el domingo 13 de mayo de este año.

Los familiares de Domínguez denunciaron su desaparición pero, desde entonces, no han conocido algún avance. “No te imaginas lo que se siente. Es una desesperación. No podemos decir nada porque ellos [las mafias] se enteran de todo. Tienen comprados jueces, policías, taxistas...”, describe una de sus familiares. “Y preferimos no hacer ruido porque si no, es peor para la familia”. De los ocho periodistas que desaparecieron en esos cruentos días de marzo de 2010, el caso de Domínguez fue el único que se denunció. “En alguien tenemos que confiar”, explica la familiar. “¿Qué nos queda?”, se lamenta. Cuenta un fotógrafo independiente de la ciudad que la situación ha empeorado progresivamente. “Antes podías contar al menos el suceso. Ahora ni eso. Cada vez es peor. Hay pueblos en Tamaulipas donde el ayuntamiento no se atreve ni a recoger la basura. Y nos tratan [las autoridades] como si nos lo estuviéramos imaginando”.

 

Información adicional

  • Autor/a: Verónica Calderón
  • Bio autor/a: Periodista mexicana radicada en Madrid. Trabaja para la sección de Internacional del diario El País.

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