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Una historia de burreros y una madre que les llora

Esta no es una historia alegre o festiva, ni tampoco de superación, mucho menos optimista, esta es una de tantas historias tristes que no me gusta contar, pero que es necesario darlas a conocer para que las personas conozcan que no todos quienes andan en negocios ilícitos son malos. Muchos son personas comunes y corrientes con penas, necesidades y sobre es importante recalcar que son mexicanos. Son mexicanos de abajo, de los que nuestro país, o mejor dicho nuestros gobiernos del  signo que estos sean, no les dejan otra salida que buscar en actividades no lícitas para alimentar y sostener a sus familias. En la mayoría de los casos sucede así, porque hay otros que lo hacen por la emoción o la ambición no por mera necesidad.

Esta historia es la de dos hermanos que buscando ganar un peso más al que pudieran ganar trabajando como jornaleros, empleados o practicando algún oficio de gente sin preparación, decidieron mejor contratarse a las ordenes del narco y servir como bestias de carga. De ahí el nombre de burreros. Ellos transportan pequeñas cantidades de droga hacia el vecino país por la frontera de Sonora por alguna de tantas rutas a través del desierto, siempre de 20 a 30 kilos, o lo que puedan soportar. Es bien sabido que entre mas kilos puedan más es al cantidad a ganar. Las cantidades oscilan entre los 1000 y 2 mil dólares por viaje cuando van como burros. Pero sus guías ganan mucho más pues además de lo que gana un burro les pagan una cantidad extra por cada uno de los que  van en su grupo y llegan hasta el final del viaje. Esta suma asciende a 50 y 100 dólares por cada carga.

Caminan casi siempre de noche: exponiéndose a las picaduras y ataques de animales ponzoñosos, quebrarse una pierna por un mal paso, ser asesinados por grupos dedicados a asaltarlos para quitarles su carga,  a ser asesinados para no pagarles, a extraviarse pese a la guía del grupo, a que sus alimentos y agua se agoten, a perder la carga y que los patrones pensando se la robaron los asesinen y muchas más situaciones que pueden darse y que pueden llevarles a la muerte.

Escribo esta historia porque creo que hay quizás hay muchos que admiran este trabajo y desean hacerlo con la finalidad de ganar dólares. Muchos de ellos piensan arriesgarse por dos o tres noches de chamba, o jale como se dice por acá en el argot de los bajos fondos, ya que comparado con los trabajos mal pagados y jornadas extenuantes en campos agrícolas —donde su futuro sería sobrevivir con una pensión raquítica y miserable cuando llegaran al final de su vida laboral— pueden ganar lo que ganarían en dos o tres meses de trabajo intenso y agotador.

No piensan, y si lo hacen les vale madres. Por necesidad, o lo que sea, evitan pensar en los cientos que antes lo han hecho o lo hacen todo el tiempo y han servido de alimento a los coyotes, sin volver a sus casas con sus familiares, expuestos sus huesos para siempre en las arenas o matorrales del desierto, cubiertos con espinas. Si no son encontrados nunca y sus familias quedan en el desamparo y más jodidos que antes o siempre jodidos mejor dicho, tampoco lo consideran

Esta es la historia no solo de esos dos hermanos, es también la historia de una madre que perdió dos vidas engendradas en su vientre, enferma y vieja, que por las noches llora por los hijos ausentes. Perdida ya la esperanza solo pide que un día pueda encontrarse con ellos en un cielo que cree que existe y es a donde van los que mueren. No ha perdido la esperanza, pero ahora le ha tocado ver como los hijos de sus hijos han decidido emprender ese mismo camino, por lo que se enfrenta a la posibilidad de perderles para siempre.

Uno de ellos, a sus apenas 18 años, está purgando ya una condena en una cárcel extranjera y ni siquiera sabe dónde esta ubicada. Ella temía lo peor, pero por información de otros —que como sus hijos se dedican a eso— le dijeron que el nieto estaba en una cárcel, y eso para ella es un alivio pues sabe que no ha corrido con la misma suerte que sus dos hijos perdidos.

La historia me fue contada por Doña Juanita, una señora que trato y veo a diario. Es una señora humilde que accedió a contarme sobre sus hijos, y a la que hace años, a petición suya, entrevisté para que me contara de la desaparición de su primer hijo perdido.

Desgraciadamente hoy se le suma otro más. Ella sabe que murió y quedó en el desierto porque él se lo dijo antes de partir: que si no volvía era por haber quedado ahí en al inmensidad del desierto de Altar. Le dijo también que no le llorara ni sufriera pues de todos modos el sabía que moriría pronto y entre sufrimientos en el cuarto de un hospital, pues padecía un cáncer terminal.

Cuento esta historia porque me gustaría, aunque sea como cosa imposible, que si esta historia es leída por alguien dedicado a lo mismo —o con deseos de hacerlo—piense primero en el dolor que puede causar a sus familias, principalmente  a sus madres. Sobre todo si fallan y no vuelven, mientras ellas esperan. Como dijo doña Juanita: una espera que crucen la puerta del hogar cuando menos se espera y volver a abrazarles antes de su muerte.

Antes de contarme esta historia vi a Doña Juanita caminar por la calle con una andadera metálica por delante. Ella es diabética y padece otras enfermedades además de la pena por su hijos. Estas le han quitado muchas fuerzas a su cuerpo antes enérgico y activo, que solía hacer quehaceres. Cuando la vi pensé en ir a visitarle para conversar con ella.

Llegué a su casa y le dije que le había visto por la mañana. Le  pregunté a dónde iba y si no tenía quien le ayudara. “Ah era usted quien iba en el carro con su hija”, me dijo. “Si”, le contesté. “Iba a la tienda don Lalo”, me dijo, pues siempre pese a ser menor que yo me trata con el respeto que los pobres y humildes tienen para otras personas. “Y que no tiene quien le haga los mandaos?”. “No don Lalo”, me dijo. “Usted no debe de hacer eso”, le dije. “Puede caerse y golpearse”, agregué. “pues si pero que le voy a hacer”, sentenció.

“¿Y como ha estado?”

 “Bien gracias a dios, ¿y usted como ha estado?”

“Bien doña juanita.”

Dejando de lado el saludo y la platica inicial, le pregunte si había tenido razón de sus hijos, que hace tiempo desaparecieron al contratarse como burreros y que quería contar la historia y pedirle permiso para grabarle y publicarlo.

Ella accedió y esto es más o menos lo que ella me contó.

¿Doña Juanita no ha tenido razón de sus hijos últimamente?

“Un día tuve razón del guacho. Una hermana de la esposa del Guacho o una amiga le conto que su esposo iba con el ese día, dice que El Guacho iba enfermo, ya habían caminado mucho y el empezó a sentirse mal, Les dijo ahí viene la migra, váyanse pa que no los agarren tiren las mochilas.

¿Y tu que? le preguntaron, yo aquí me voy a quedar ya no la armo. Ustedes váyanse yo me voy a quedar en el desierto. No, como te vas a quedar, dice  la muchacha que le dijo su esposo, yo me voy a quedar contigo. No que le dijo Rodolfo, ya vete, y que agarró por otro camino y ya no volvió a verlo.

Dice que echaba sangre por la boca, el ya iba malo. Hacia poco había tenido una operación le detectaron cáncer en el páncreas duro mucho en Hermosillo lo tenían todo entubado, cuando salió el doctor le dijo se cuidara mucho, pero no hacía caso. El le dijo que si no se cuidaba se le iba a reventar el páncreas.

¿Eso le dijo la Berta?

No, no, una hermana de ella, que está trabajando en la mina.

¿Cocinera o chofer?

Chofer. ¿No han tenido razón del compadre? porque su esposo es compadre de el. No, le dijo la Berta ya lo anduvimos buscando no hemos tenido razón ni nada. Ya lo buscamos no hemos tenido razón. Ya le dijo ella que cuando se fue iba con mi esposo, iba el también y dice que El Cahuamas ya iba mal,  que se les acabó el agua a todos y dice que ya, empezó a echar y echar sangre. Que algo se le había reventado por dentro y tenían tres días sin tomar agua. Les dijo que se fueran, que caminaran que ahí venia la migra atrás de ellos. Yo voy a correr por acá, que les dijo.

Y el le decía: No Cahuamas, espérate, te vamos a ayudar, ándale. No que ya no puedo, váyansen ustedes pa que no los agarren, tiren las mochilas a ver si las juntan.

¿Quién les dijo que ya iba la migra?

Él les dijo.

¿El guacho era guía?

Si, era guía. Él y empezó a echar sangre y sangre, mucha y ya les dijo: no ya no la voy a hacer, Entonces uno de los compañeros se quedó con él. Le dijo: no te voy a dejar tirado, yo te voy a llevar, yo me voy a ir contigo. No, no, dijo, vete, yo aquí me quedo. No te vas a quedar nada, en eso venia bajando la avioneta, no se que, que le dijo el otro pos ya viene la avioneta, la otra que le dijo, escóndanse.

Les dijo: si nos ven pa que nos lleven, que nos agarren mejor. El Cahuamas va muy malo, dijo el otro. Ya no se mas, si están en la cárcel, ni al compañero he visto. Dice la Ester que le dijo: a lo mejor.

¿No supo como le decían al compañero?

No, no supe.

¿Al Guacho, le decían Cahuamas también?

Ajá, Guacho, como quiera le decían, por su nombre nunca lo nombraban. No  he tenido razón, más. Hasta ahora la semana pasada ya pa que no me estuviera pensionando, ya no me dicen nada.

¿Quién le dijo?

Los chamacos. Y ya. Yo ya se los entregué a Dios, a los dos, ya le pedí a mi tatita Dios y la Virgen. Si el me los va a mandar, si ya están con Él ni modo. Ahora resignarme a todo, echarle ganas, salir adelante, porque tengo muchos hijos todavía, no hemos tenido una razón.

¿Y el Enrique, ya nunca volvieron a saber de él?

Ya van pa seis años ya.

Seis años sin saber de Enrique ¿Del Guacho cuanto?

Tres años.

¿En que tiempo fue del Guacho?

Como en junio por allá.

¿2013 0 2014? Pus hace tres años.

En el 2013 entonces, digo yo. Pero dice el muchacho que si los agarró la migra los avientan mas lejos,

Pues si oiga, pero también les dan chanza de llamar.

Pues dice que, porque  a la Gela le dijeron que lo habían mandado a la otra orilla, Y anduvo averiguando la Mónica.

¿Ella quien es?

Su esposa pues. Ah, Una hija de ella que ya había averiguado pa no se donde no se me pego el nombre allá no los dejan hablar ni nada, ni que salgan, nada, nada. Ella lo anduvo buscando mucho la chamaca.

¿Es su hija?

Su hija, porque allá vivía en el otro lado ella,

Órale, ¿dónde?

En Tucson por allá. Ahora vive en San Manuel, allá trabajan, porque tienen tierras, ganado, es que los echó la migra.

Ah, ¿los agarraron?

Sí porque estaban trabajando chueco pues. (Aquí doña Juanita se refiere a que trabajaban sin documentos para ello) Entraban y salían. Allí los agarraron en la mentira y ya no van.

(Por lo que me dice los detuvieron posiblemente en un cruce o garita al pasar con pasaporte de turista como hacen miles de residentes fronterizos que van a trabajar por temporadas pasando con ese documento y que al ser descubiertos se les retira el pasaporte, lo cual no hicieron en este caso según me dijo).

Doña Juanita, prosigue y me dice que hace poquito agarraron al hijo del Cahuamas, el mas grande.

¿Tambien anda de burrero?

 Ya lo agarraron, está encerrado.

¿Ni viendo lo que le pasó a su papá?

Siguen en lo mismo. Yo no sabía. Hasta que él vino después de echar una burreada y le fue bien, pero, tenía un mes que no les daban nada.

¿Cuándo los agarraron?

Hace como unos… (se queda pensando) hace poquito.

¿Como se llama el morro?

Pedro.

¿Cuantos años tiene?

18. Un chamaco casi. Cuando vino, vino Nana, ay que cansado vengo. ¿Qué hiciste pues? Estoy burreando me dijo ¿Pero cómo? Ay Pedro, que bárbaro, viendo lo que pasó a tu padre, estas muy chamaco mijo, no seas tonto. No hacen caso. Resulta que cuando se fue a burrear, ese día llego el viejo, le llegó el dinero. Y ya lo habían agarrado. Pero la mamá no sabe ni en que parte está ni nada, estamos pior ahora, que ni razón tiene de él.

¿Y que le dijo él?

Ay nana, nomas dos voy a hacer. No creo le dije, ya agarraste la maña esa. Vicio cochino de tu padre, hasta entonces. Tienes hijos, tienes dos hijos que ver y luego estas muy chamaco, ve por los hijos no… no te mueres de hambre comiendo puros frijolitos no te mueres de hambre, de hambre no se muere uno, pero no… Le entiende a la albañilería todo, muy bueno, muy listo pa trabajar.

¿También esta detenido?

Si, no te digo pues, ya va salir creo. Ya va como pa seis meses, no saben ni en que cárcel esta. Ya lo van a soltar dicen. Nomas con que no lo tiren pa llá. Me refería yo por allá a donde sacaron a Enrique, el tío.

Si pues, pa Tamaulipas. Así me dijeron dice: que al Enrique lo habían matado ya

¿Y como sabe?¿Quién le dijo? ¿Unos muchachos que vinieron de allá?

Si de allá.

¿Pero el lo vio el muchacho que vino?

Si él dijo que andaba trabajando con la gente que lo había agarrado. Anduvo con él pero el no andaba trabajando.

¿Pero el lo vio, lo vio?

Sí.

¿O supo?

Sí, lo vio.

¿Platicó con el?

No, no los dejan platicar con nadie. Nomas así, pero él lo reconoció después.

¿El, Enrique? ¿No los conoció?

Sí, pero no los tomó en cuenta pa nada, a lo contrario los andaba queriendo matar, los corretió mucho toda la noche, él y los sicarios y otro dia. Es que dice: Nosotros andábamos, Nos aventaron pa Coahuila y dice que dijeron a ver si vemos al Chivo y sí, como tocó la casualidad que ese día que los echaron se fueron a un bar.

Iban a entrar al bar cuando el Enrique iba saliendo del bar, camino así. Es el Chivo que le dijo él a sus compañeros. No, estas loco, si al chivo ya lo mataron. Porque así le decían a él. No, no sé es el Chivo, sé es. Y ya le gritaron, si volteo Enrique. Lo quisieron saludar y no.

¿No?

No, todos los de Caborca me valen aquí y allá, unas palabronas, aja. Los vamos a matar dice que les dijo, Entonces los correteé y ya no supo, toda la noche nos anduvieron correteando y otro día. Un  viejito nos brindó hospedaje y nos dijo yo los voy a ir a dejar a transportes, aquí está muy duro, los sicarios. Nomas a ver como le hacemos pa que no los reconozcan porque ahí se la llevan en transportes, Y si dice el viejito nos hizo el favor, ya nos subimos. Pero su hijo se puso muy bravo el Chivo. Ya nos quería matar. Pero no los dejan platicar con nadie ahí. Sabe.

¿Y como los correteo?

Pues con armas y todo. Dice que Enrique se fue y se metió en un callejón oscuro y que ahí estaban los otros puestos, los sicarios y carros. La suerte que nosotros brincamos una barda y no nos vieron ellos y volvimos a salir, entonces ellos estaban escondidos y nos vieron, hasta que ese señor el viejito, nos escondió.

 ¿Y como dice el que lo mataron si el se vino?

Ah pero después se supo. Dicen ellos, que cuando lo vieron y que el dijo sí es. No, pero recuérdate que ya lo mataron, que allá en Caborca se soltó el rollo. No si es, vamos veras a saludarlo y que fueron y el les dijo: a nosotros los de Caborca nos valen madre. Que estaba muy blanco y si era. Somos nosotros Chivo, ¿no nos conoces? Pero no, flaco, más que como estaba aquí. Pero ya,  ya no hemos vuelto a saber nada, razón de ellos, nada.

Aquí me la he llevado esperando, un día, yo le pido a Dios que cuando yo esté muy grave ya en cama, lleguen ellos. Con la esperanza, allá nos encontraremos, algún día.

 

Una larga pausa nos envuelve, calla ella, callo yo.

Ella habla mas despacio, más quedo casi en un susurro como para si misma y dice algo como: en su cumpleaños de Enrique, del Guacho, me acuerdo y me dicen ya no llores amá.

Una madre sufre mucho, por sus hijos.

Silencio, mas silencio.

Lo rompo.

 

Ay como está cabrón y como usted hay muchas aquí en Caborca. (No sabia yo que decir).

Ei.

Muchas, muchas, miles, no son, diez, ni cincuenta, ni 200 son miles, cada familia pobre de las orillas tiene hijos, que se van a burrear.

Aja, los matan, si pa no pagarles. Porque a muchos los han matado pa no pagarles. Aja,  está muy dura la situación, Ya no hay tanta burreada como antes agrega.

¿No?

Ya no se oye.

Pos ya ve y siempre sí anda su nieto allá. 

Pues si, pero digo que ya no como antes. Antes no era tan peligroso. No era tanto. Hasta se ayudaban, ahora no el que se queda se quedo, lo dejan tirado. Y es que Rodolfo un día antes que se fuera, vino. Había echo menudo, me vino a ver y me trajo y en la tarde: Mañana voy a venir Amá, medio, porque si me animo me voy a ir. Si vino en la mañana. Me dijo: Amá ya me voy a ir, ya me voy pa que no estés con el pendiente. Ando como hinchado me dijo, a ver como le hago. Ay Rodolfo ya no te deberías de ir, le dije. Dios guarde la hora, tu  ya estas delicado, le dije. Dios guarde la hora. Debes cuidarte, dijo el doctor. No tu no te preocupes viejita, me dijo. Pero eso si te digo, si ya no vengo es que me morí, me quedé tirado en el desierto. Pa si me llegas a esperar ya sabes, nomas me quede bien seriecito y le pides a Dios, porque yo, yo no tengo esperanzas. Lo que yo quiero es que tu no me veas ya sufrir mas. Ai me voy y me toca en el desierto allá, no estés sufriendo como sufriste, la primera vez con Enrique. No quiero estar encerrado en un hospital.

Ándale, ándale dile al patrón que no vas a ir. No amá ya, ahora me eché el compromiso, tengo que ir. Ya iba mal, le habían dicho ya en Hermosillo que tuviera mucho cuidado porque se le podía reventar, tenía cáncer en el páncreas, ya tenía rato, estuvo como tres semanas en Hermosillo, se hinchaba mucho él.

 

(Dejamos de hablar ya de eso y me platica de sus hijos los que le quedan, platicamos sobre su salud, me dice que ya esta solo que todos los hijos están casados y ya no viven con ella, veo una foto en la pared y me dice quién es cada uno de ellos y me dice que cuando la tomaron Enrique había cumplido 15 años. Me dice que su esposa estuvo hace poco aquí y le fue a visitar, esta muy bien ella ahora, me dice.)

¿Oiga y nadie esta con usted así como está? (padece presión alta y diabetes)

No, y me he puesto mala fijese, ya dos veces.

Pues no debería estar sola.

Pero si me pongo mal le hablo a Juan.

(El es su hijo y vive en una casa vecina)

Bueno doña Juanita ya me voy a ir a ver si escribo esto pronto, pues soy muy flojo

Ándele cuídese mucho.

Ijuesuchingadamadre esta chingadera no estaba grabando

Válgame

A ver si me acuerdo de lo que me dijo.

Pero si estaba apuntando.

Sí, pero no pudo anotar todo. A lo mejor si estaba grabando, no le digo le aplasto el botón y no quiere. Casi no el entiendo a esta madre. Bueno ya me voy ahora si. Ni modo de decirle que vaya a la casa si se le ofrece algo. Yo no estoy aquí, vivo en San Luis. Ahora Pavel, mi hijo, se la lleva trabajando, y yo mañana me voy otra vez.

No se preocupe, cuídese.

 

Me voy a  mi casa, pensando en la tristeza y el dolor de madres como Doña Juanita cuyos hijos ya pudo volver ya sea porque fueron detenidos o porque se quedaron en el camino. Sin embargo también están los que siguen dedicándose a la burreada e hicieron de esta actividad un modo de vida, pues no están dispuestos a matarse y dejar el lomo en trabajos mal pagados en el campo o en alguna tienda departamental. Muchos de ellos no pudieron decidir, o no tuvieron las oportunidades y la educación para hacerlo. Son pocas  las opciones que se nos dan en un país como el nuestro y muchos prefieren irse de indocumentados al vecino país para rajarse el lomo y soportar humillaciones y vejaciones por ser de piel oscura. Si lo logran estarán endeudados de por vida con hipotecas o carros que luego podrán presumir a su vuelta, cuando vengan a ver a la familia. Pero luego se volverán a ir y eso es un circulo vicioso de nunca acabar.

Para finalizar esta historia comparto a ustedes la letra de un corrido que es un himno para las personas que se dedican a este peligroso trabajo y es uno de los mas cantados en cantinas y bares. Este corrido es una crónica cantada y musicalizada de la vida de un burrero y lo que les puede pasar. De eso trata mi historia, esperando crear conciencia de  esta situación en nuestro estado y en muchas partes de la frontera mexicana.

El corrido del burrero

Letra y Música/Alma Leticia Aceves

Las noticias que acontecen/No son nadita agradables/Estos versos que les canto/es tan solo una parte/se esta poniendo caliente la cosa esta pero que arde

Siguen cayendo burreros de la ciudad de Caborca/todos llegan a la Winslow/ enseñando la mazorca/unos poquitos con coca y otros poquitos con mota.

El cerro del elefante se esta poniendo caliente/ Ya cayeron dos cuadrillas/juntos llegaron a 20/los agarraron dormidos/con las manos en el vientre

Pongansen truchas paisanos/ si quieren seguir chambeando/ anda muy dura la migra/ todo te andan revisando/cuiden muy bien su trabajo/ ya no le burlen en vano.

Colombia junior le dicen/ a mi precioso Caborca/ pues el trabajo que existe/ es el de pasar la mota/ si una carga se cayó/ al rato intentan la otra.

Yo soy uno de los tantos/ que estamos aquí encerrados/ el cansancio me vencio/ la migra a mi me agarró/  esposado me llevaron y en la winslow me encerraron.

Llevo por nombre Juan Carlos/ mi apellido no les doy/ pongansen vivos mis compas/ de no caer en prisión/ porque no crean son buenas/ aunque tu tengas valor.

Y aquí tambien les dejo la liga para si les interesa lean la Historia de Enrique el primer hijo desaparecido de doña Juanita, publicada primeramente en Nuestraparenterendicion.com hace unos años.

http://nuestraaparenterendicion.com/index.php/biblioteca/cronicas-y-reportajes/item/345-enrique-est%C3%A1-perdido

 

 

 

 

 

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Ramón Eduardo Ortiz León
  • Fecha: 20 de septiembre de 2016

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