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NAR: Una brisa de canícula

NAR: Una brisa de canícula blowatlife.blogspot.com

Oficialmente mi vida se divide en antes de NAR y después de NAR. Encontré en el proyecto de Nuestra Aparente Rendición una morada para mi deseo personal de paz para hacerle frente a la guerra. Mientras que la violencia se complejizaba en Nuevo León, durante 2009 y 2010, no encontraba dónde acomodar el miedo. El antídoto, a botepronto, solía ser portar un arma y lanzar disparos a los ‘malitos’ o ‘malandros’ como lo hizo Don Alejo. ¿Sí recuerdan al héroe tamaulipeco que murió atrincherado y defendiendo su rancho?

Conozco un poco de la historia de Don Alejo, y su heroísmo no me atrapa. Bordé un pañuelo honrándolo y reconozco el valor de sus acciones para un contexto en el que vamos de picada. Es muy difícil evaluar la voz de la impotencia en el momento en el que todos compartimos el miedo. Simultáneo a la angustia in crescendo, conocí –vía mi trabajo– el contexto policial del que emanan muchas de las violencias. NAR me dio una casa para pensar.

El marco de la ciencia de paz es muy apto para quienes, por curiosidad o por destino, vamos observando con cierto detalle a víctimas y a victimarios. Y es que en mi trabajo veía a los policías angustiados por comenzar labores de patrullaje con el ejército, narrar los esquemas de corrupción, compartir espacios con militares que los tenían sobajados. La plataforma de NAR fue importante para crecer en una dirección que respetaba los pedacitos de saberes integrándose a mi visión del mundo.

No fue suave habitar Monterrey, ni  la CDMX. Después de comenzar esta ruta que nos traza el dolor ajeno –y el propio– cambió el color de todo. Pospuse mi proyecto de vida, y construí otro. Encontré la vía de participación política que buscaba, en vez de enlistarme en las tareas de engrosamiento burocrático o activismo de salón. Obtuve una familia social muy grande y diversa. Entré a un terreno en el que tenía que estar alerta a las encrucijadas morales de elegir trabajar con referentes vivos, presentes y vulnerables, desde la mirada académica. Me reconocí vulnerable, y pues, me tuve que reconstruir.

Lo frágil está en el orden de lo que se siente y se descubre.

Eso pasa cuando ocupamos el tiempo en pensar el lugar y forma de las heridas. Claro que pensamos en las vías para sanar, pero la sustancia del daño se vuelve un desvelo.

Creo que las experiencias de varias personas que integran la familia NAR son similares. No todas comparten este apego kafkiano a la exploración del dolor, obvio. A través de ellas he aprendido a extender el saber de los libros, a integrar experiencias a ideas. Creo que comprendo un poquito mejor pensamientos iluminados y radicales –Theodor Adorno o Simone Weil.

Tengo varios textos que dan cuenta de la forma de la guerra en Monterrey. Al cabo de 5 años parece que el pasado está superado en la Sultana del Norte, entonces vuelvo a ellos. Coordiné Weary Bystanders, que buscaba difundir reflexiones en inglés, porque la prensa extranjera tenía visiones muy estereotipadas de mi país. Weary ya no es (tan) necesario, y a partir de que se redujo mi presencia virtual los valores de NAR en mi estilo de pensamiento son segunda naturaleza.

NAR ha sido mi brisa. Gracias especialmente a Lolita y también a Ale, Froy, Darwin, Hermes, Betty, Jamie. Disfruto poner un pie en el lado luminoso de la historia.

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Cordelia Rizzo
  • Fecha: 30 de agosto de 2016

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